Miedo a la crítica
Ciempozuelos ha vivido de una forma bastante particular las fiestas de San Isidro. En medio del baile y la diversión, la basura se ha acumulado durante una semana en las calles como protesta por parte de los trabajadores de los servicios de limpieza viaria y recogida de residuos. La plantilla que gestiona FCC decidió parar su trabajo de forma unánime para conseguir no sólo una mejora de sus condiciones laborales, sino para pedir al Gobierno local que deje de contratar a empleados externos para tapar las carencias de la empresa.
Los siete días de huelga se han vivido de forma convulsa. Los vecinos han visto cómo los contenedores eran incapaces en apenas unas horas de almacenar la basura no recogida, mientras que los trabajadores han recibido todo tipo de presiones. FCC incluso llegó a despedir a dos trabajadores y no renovar el contrato a otro, si bien finalmente no habrá despidos y los sueldos de la plantilla mejorarán para dejar de ser los peores pagados de toda la Comunidad de Madrid.
Lances tristemente frecuentes en este tipo de conflicto. No lo son tantos las acusaciones de CCOO sobre el Gobierno local del PSOE, al que ha llegado a denunciar junto a FCC por vulnerar su derecho a la huelga. Según su relato, los concejales socialistas no presionaron verbalmente a los trabajadores para finalizar las protestas, sino que mandaron a sus propios empleados a recoger la basura para reducir el impacto del conflicto en las calles.
Frente a las denuncias de trabajadores y oposición, el Gobierno ha negado los hechos. Y lo ha hecho al mismo tiempo en el que, en lugar de poner el foco en las reivindicaciones de la plantilla, ha acusado a los trabajadores hasta la extenuación de no respetar los servicios y, una vez finalizada la huelga, no trabajar con el debido empeño en recoger la basura. Tal es así, que el Ayuntamiento de Ciempozuelos no ha tenido reparos en contratar un plan de choque que tape las vergüenzas de FCC, que evidentemente no recibirá sanción alguna por no cumplir su deber.
Lamentablemente, este miedo y afán por tumbar cualquier nota discordante no es nuevo en el PSOE. Ya en el inicio del presente mandato retiró los recursos de la oposición para realizar su trabajo y recientemente ha sido condenado por vulnerar sus derechos fundamentales, llegando a ser condenado en costas en dos ocasiones. Contra el fallo queda abierta la posibilidad de recurso y, por tanto, de seguir utilizando el dinero de los ciempozueleños en su campaña contra la crítica.
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