La balanza

Era el final que todos pronosticaban, pero que no parecía llegar. Partido Popular y Pinto Avanza han llegado a un acuerdo con Vox para aprobar los primeros presupuestos del presente mandato. La corporación dará luz verde a las cuentas este mismo mes para que queden aprobadas de forma definitiva en junio y materializar un acuerdo que, aseguran las tres partes, “está basado en el bien común, el interés general y la cohesión social para mejorar la calidad de vida de los vecinos”.

El presupuesto dará estabilidad a un Gobierno que, ciertamente, necesitaba una base sobre la que articular su eje de actuación. La decisión de gobernar de los dos partidos en minoría era un brindis al sol tal y como ha quedado patente en este tiempo en el que ha habido un enfrentamiento permanente entre bloques. Los grupos han tensado la cuerda todo lo posible para hacer aflorar las costuras del contrario y sólo se han puesto de acuerdo cuando no les quedaba más remedio.  

Por tanto, era impensable que ningún otro partido, aparte de Vox, afrontase con una voluntad real de negociación la elaboración de estos presupuestos. El Ejecutivo ni siquiera se ha sentado a hablar con el resto de partidos, lo mismo que hicieron PSOE, Unidas Pinto y Podemos en 2021 y 2022 cuando aprobaron sus propias cuentas. Los que entonces estaban en oposición criticaban las maneras de aquel gobierno, y ahora que las tornas han cambiado el discurso se repite en esta rueda de hipocresía infinita en que se ha convertido la política partidista.

Son muchos los anuncios que llegan junto a estos presupuestos. Cinco millones de euros menos de impuestos en los próximos dos años, apoyo a la natalidad, ayudas al comercio local, refuerzo de la seguridad y un gran número de inversiones son algunos de los grandes compromisos que arroja el acuerdo. Está por ver cómo las palabras se plasman sobre el papel y si es posible llevar a cabo este nuevo aluvión de promesas que se unen a las que se ya se hicieron en campaña.

Dice el Gobierno que “ideológicamente no existe el más mínimo reparo para apoyar estos presupuestos”, pero lo cierto es que el precio a pagar para sacar las cuentas adelante pasa por dar alas a un partido como Vox que poco o nada ha hecho por el beneficio de Pinto desde que obtuviese representación en la corporación municipal hace seis años. Sus únicas aportaciones han pasado por intentar introducir en la vida pública los falsos, repetitivos y estériles debates alentados por la extrema derecha, para la que el clima de crispación reinante es su mejor caldo de cultivo.

Y finalmente lo ha conseguido. El Ayuntamiento de Pinto promete ser ahora más plural y garantista de los derechos constitucionales por eliminar las referencias a la Agenda 2030, el compromiso de sostenibilidad global adoptado por 193 países. También por introducir el ‘veto parental’ en las actividades educativas municipales, poniéndolas de esta manera en duda. Incluso por tomar medidas ante un supuesto grave problema de okupación en Pinto del que ni siquiera se tienen datos al respecto. 

El tiempo dirá de qué lado cae la balanza. Si el Gobierno local consigue hacer realidad las grandes medidas anunciadas, sin duda Pinto habrá dado un salto adelante que beneficiará al conjunto de la ciudadanía. Pero si no lo hace, se habrán roto sin motivo alguno algunas de las pocas líneas rojas que todavía unían a la mayoría de la corporación pinteña.