Punto de control

Como un suspiro, el mandato 2023-2027 ha alcanzado su ecuador. Dos años han pasado ya desde las últimas elecciones municipales en las que, como ocurrió en las anteriores y volverá repetirse en las próximas, los partidos prometieron el oro y el moro a la ciudadanía. Buena cuenta de ello la dan los programas electorales que se repartieron entre la ciudadanía, todos ellos llenos de promesas, reformas y grandes titulares. Un documento que debería marcar el camino a seguir, pero que suele quedar en papel mojado cuando se obtiene el bastón de mando.

Bien es cierto que hay numerosos factores que pueden cambiar las prioridades. El mejor ejemplo es la pandemia: un escenario inédito en el mundo que obligó a redefinir la vida pública y privada. Pero existen otras muchas circunstancias, como gobiernos en minoría que necesitan de ese también tantas veces prometido diálogo entre bloques en temas aparentemente comunes. De nuevo, cuando hay que pasar de las palabras a los hechos, es cuando surge el vilipendio político, el criticar el todo por el todo con el único objetivo de sacar rédito electoral.

Cuestiones que, al menos de momento, no se están produciendo en San Martín de la Vega y Ciempozuelos. En el primero, el PSOE gobierna con mayoría absoluta desde hace una década, lo que se ha traducido en un impulso para la ciudad que la ciudadanía ha sabido ver y reconocer más allá de las siglas. Para los socialistas liderados por Raquel Jimeno, en cambio, este es su primer gobierno en solitario tras unas elecciones en las que se vio favorecido por el particular tablero electoral ya que, con apenas un 40% de los votos, se hizo con la ansiada mayoría absoluta.

Y era ansiada porque el partido quería deshacerse del tantas veces denunciado “bloqueo” que decía haber sufrido por parte de la oposición, que no avaló la mayoría de propuestas del tándem de PSOE y Ciudadanos. Pero ya sin ese escollo, y a la vista del análisis sobre cumplimiento electoral que ZIGZAG publica en este número, el Gobierno tendrá que afanarse si quiere que en este mandato sean más los compromisos materializados respecto a los que no. En San Martín de la Vega, en cambio, el camino ya está a medio hacer cuando todavía quedan dos años por delante.

El problema no suele residir tanto en la inacción, como en que hay cuestiones que se prometen a pesar de que no hay garantía de que se puedan cumplir. Bien lo sabe el PSOE de Rafael Martínez, que sólo un año después de asegurar por escrito que no subiría el IBI tuvo que aumentar el tipo local. En Ciempozuelos también hay anuncios grandilocuentes que no parece que se vayan a hacer realidad, como la puesta en marcha de un sistema de alquiler de bicicletas eléctricas o la gestión propia de los Servicios Sociales al margen de la Mancomunidad de Las Vegas.

No siempre estos incumplimientos acaban pasando factura porque la memoria del votante es en muchas ocasiones corta. La ciudadanía tiene la responsabilidad de votar con criterio, pero también debe exigir transparencia, coherencia y responsabilidad a sus dirigentes. Es la única manera de que quienes son evaluados cada cuatro años nunca olviden que su sino no es otro que el servir al bien común.