Un oasis en el desierto
Cuenta Manuela Carmena en una entrevista en El País que el actual alcalde de Madrid por el Partido Popular, José Luis Martínez-Almeida, le ha reconocido en varias ocasiones el buen trabajo realizado durante su etapa en el ayuntamiento de la capital al frente de Ahora Madrid (2015-2019). “Pero te lo dice cuando no lo oye nadie, es una hipocresía”, lamenta. Y es que, ciertamente, la imagen de consenso que hoy proyecta la reputada abogada laboralista y jueza fue desfigurada en aquellos días de manera interesada para reconvertirla en la supuesta líder de un grupo sectario y radical.
Las administraciones públicas se han transformado en el escenario de una guerra de trincheras donde no importa el qué, sino el quién. La propia Carmena lo expresa meridianamente claro: “Hemos convertido la política en un afán desmedido por quitar al que está en el poder, por impedir que haga algo o lograr que lo haga lo peor posible”. El intercambio de ideas y talante negociador del que dicen hacer gala los representantes de las distintas formaciones, en la práctica, no va más allá de una declaración de intenciones en cada inicio de mandato.
Mucho se ha hablado de las consecuencias de este ‘toma y daca’ en Valdemoro. Pero he aquí que la ciudad puede presumir este año de un hecho sin precedentes: por primera vez en toda su historia, la corporación ha aprobado unos presupuestos municipales sin un solo voto en contra. Las cuentas para 2025 de PP y Vox, que ascienden a 85,5 millones de euros, contemplan un aumento del 154,5% en inversiones en un curso en el que el Ayuntamiento de Valdemoro alcanzará el simbólico, pero a su vez significativo, objetivo de deuda 0.
La mayoría absoluta del Gobierno permite a PP y Vox no depender de la oposición. De hecho, los presupuestos sólo recibieron el ‘sí’ del siempre complaciente y agradecido portavoz de Vecinos por Valdemoro. Los otros dos grupos, PSOE y Más Madrid, optaron por la abstención por cuestiones ajenas a las cuentas como pueden ser el mantenimiento de la gestión privada de servicios o la tasa de basuras. Es decir, a pesar de verlos con buenos ojos, no habría nuevos presupuestos si estos dependiesen de su voto.
Sorprenden especialmente los bandazos que ha dado Más Madrid. Sobre todo, porque ha sido el único partido que ha presentado propuestas de mejora a estos presupuestos, que de hecho cuentan con seis de sus siete iniciativas. Días antes del pleno, la formación deslizó un más que posible voto a favor como reconocimiento a que “ambas partes hemos realizado un esfuerzo dejando de lado las diferencias ideológicas por el bien de nuestro municipio y para que nuestra ciudad empiece a recobrar el impulso que demanda desde hace tiempo”. Pero el municipalismo y la independencia de las agrupaciones son también especies en extinción, por lo que sus concejales tuvieron que rectificar su postura inicial.
En cualquier caso, el Gobierno local debe tomar nota. La senda del diálogo tiene sus frutos y debe marcar el camino ya no para aprobar los próximos presupuestos de 2026 en los que dice que trabajará de forma inmediata, sino de toda la gestión municipal. La anunciada rebaja del IBI para 2026 será el primer punto de control que servirá a los valdemoreños para comprobar si lo ocurrido en febrero no es más que un oasis en el desierto de desacuerdos por el que desgraciadamente vaga la política local.
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