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Isabel Blández, primera mujer policía de San Martín de la Vega: “Me costó que los vecinos me tomaran en serio”

Graciela Díaz Cuervo Viernes, 21 de Marzo de 2025 Tiempo de lectura:
Isabel Blández.Isabel Blández.

La pionera se retiró el pasado mes de octubre tras 38 años de servicio en el municipio del sur de Madrid. El Ayuntamiento reconoció su entrega con la Cruz al Mérito Profesional de segunda categoría.

Abril de 1970, Córdoba. Delfina y su hermana Lola juran su cargo como agentes de la Policía Municipal. Se convierten así en las primeras mujeres policía de España. ¿Su uniforme? Falda, tacones y un bolso obligatorio, la misma vestimenta que, año y medio después, llevarían Bonifacia, Agustina y Mercedes para trabajar en el Cuerpo de la Policía Municipal de Madrid regulando el tráfico desde Colón hasta la Glorieta de Bilbao. 

 

Todas ellas fueron pioneras al abrir la puerta a la mujer en un sector laboral dominado, hasta su llegada, por los hombres. En San Martín de la Vega, le tocó romper el hielo a Isabel Blández Ángel (Vichy, 1964). “Me presenté a la oferta sin saber que era la primera. Sólo quería tener una estabilidad económica”, declara la primera componente femenina de la Policía Local del municipio, quien el pasado mes de octubre tomó la decisión de retirarse y recibió un sentido homenaje como despedida. 

 

El Ayuntamiento le otorgó la medalla de la Cruz al Mérito Profesional de segunda categoría en reconocimiento a “la calidad humana” que ha demostrado en sus 38 años ejerciendo como policía, en los que ha sido reconocida con la Medalla al Mérito de la Guardia Civil y felicitada en más de una ocasión por el Consistorio. “A todos nos gusta que nos feliciten por nuestro trabajo, pero la mayor satisfacción es poder llegar cada día a casa con la sensación de haber hecho las cosas bien”, señala Isabel, feliz por haber podido jubilarse con salud y vitalidad para disfrutar de la vida todo lo que pueda. “De vez en cuando me paso por las dependencias a ver a mis compañeros porque, como es normal, los echo de menos. Han sido muchos años juntos”. 

 

Policía por sorpresa

 

Aunque nació en Francia, Isabel se mudó a Madrid cuando tan sólo tenía un año. Sus padres tomaron la decisión de regresar a España al poco de que naciese, después de 12 años viviendo fuera por trabajo. “Mi hermana, que me lleva ocho años, sí que tiene más recuerdos de esa época, pero yo, como es natural, no me acuerdo de nada. Luego sí que he ido a visitar el lugar en el que estuvieron para conocerlo”, relata la policía retirada. 

 

A los nueve años llegó a San Martín de la Vega, localidad que ya no abandonaría. Tras terminar el Curso de Orientación Universitaria (COU), que tuvo que realizar en Ciempozuelos al no existir este itinerario formativo en el municipio, Isabel tomó la decisión de matricularse en el Grado de Magisterio, con especialidad en Filología Francesa, en la Universidad Complutense de Madrid.

 

Su objetivo era ser maestra, pero la vida la terminó llevando por otros derroteros. Tras graduarse, se presentó a las oposiciones y suspendió la segunda de las tres pruebas que las conformaban en aquel entonces. “Era junio de 1986. Yo quería trabajar cuanto antes porque, aunque estaba bien con mis padres, necesitaba independizarme económicamente de ellos. Unos amigos me comentaron que iba a salir una convocatoria para policías en San Martín y no lo dudé dos veces”, recuerda sobre una época en la que casi no “hacía vida en el pueblo”, pues sólo acudía a estar con sus padres los fines de semana. “De lunes a viernes vivía con mi hermana mayor en Madrid, porque la conexión para llegar a la Complutense desde mi casa era muy mala”.

 

Sin saber muy bien lo que hacía, se presentó a las pruebas para ser policía y el 1 de agosto de 1986 se convirtió en la primera mujer en formar parte del cuerpo en San Martín de la Vega. A esta particularidad la acompañaron las extraordinarias circunstancias de su incorporación, que la obligaron a examinarse dos veces para obtener la misma plaza y a completar un curso para cabos y policías de Madrid en Conde Duque. 

 

Al poco de que ella llegase, se promulgó la Ley Orgánica 2/1986 de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado por la que se regularizaron las funciones de la Policía Local en toda España. “Hasta ese momento existía la figura de guardia municipal, pero sólo éramos personal auxiliar del Ayuntamiento. Tuvimos que hacer un examen para convertirnos en agentes y pasar a ser funcionarios públicos”, aclara la sanmartinera, recordando lo duro que fue el mes de formación obligatoria en el que compatibilizó las clases vespertinas en la capital con el trabajo en el turno de noche. 

 

En aquel entonces San Martín tenía unos 5.000 habitantes y contaba únicamente con cinco policías para realizar todas las labores de seguridad y administrativas. “Librábamos un día a la semana y echábamos más horas que yo qué sé. Patrullábamos solos porque no había otra opción, menos por las noches, que sí íbamos acompañados. En las fiestas trabajábamos diez días seguidos, con jornadas laborales de 12 horas. Era una bestialidad”, rememora Isabel, volviendo por un instante a una época en la que poner por escrito una denuncia o un atestado llevaba mucho tiempo al no existir ordenadores. “Tocaba ir a la oficina y sentarse a escribir en la Olivetti. No había especialidades, por lo que todos hacíamos de todo”. 

 

Ganarse el respeto 

 

Isabel siempre fue una igual para sus compañeros, pero necesitó ganarse el respeto en la calle. “Si había algún problema, los hombres me intentaban vacilar al ver que era una chica de 21 años. Me costó un poco que me tomaran en serio, pero según me fueron conociendo y viendo que no me amilanaba, las cosas cambiaron”, expresa la encargada de abrir la puerta a las mujeres en la Policía Local de San Martín de la Vega, a quien no le temblaba el pulso a la hora de poner una multa por mal estacionamiento. “Cuando llegué, las señales parecía que estaban de adorno en el pueblo, porque mis compañeros levantaban mucho la veda al conocer a la gente. Yo me fui convirtiendo en la policía dura porque no tenía miramientos a la hora de sancionar las infracciones”. 

 

La siguiente componente femenina llegó al cuerpo desde Soto del Real, al permutar por otro agente a principios de los años 90, y la primera mujer que obtuvo su plaza en San Martín después de que lo hiciese Isabel se incorporó en 2006, con la llegada a la localidad de las Brigadas Especiales de Seguridad de la Comunidad Autónoma de Madrid (BESCAM). “Nos fuimos haciendo hueco poco a poco. Yo cuando empecé a trabajar no tenía servicio propio ni vestuario, lo que prueba que ni siquiera las instalaciones estaban preparadas para nosotras”. 

 

[Img #40755]

 

Hoy, gracias a la existencia de referentes como Isabel y a la evolución de la normativa con cambios como la eliminación del requisito mínimo de altura para ser Policía Nacional o Guardia Civil, la presencia de las mujeres se ha normalizado. Así lo prueba el hecho de que las tres últimas incorporaciones de la Policía Local de San Martín, las mejores del proceso selectivo finalizado en noviembre de 2024, sean mujeres. 

 

38 años de cambios

 

En sus 38 años de servicio, Isabel no sólo ha visto cómo el pueblo crecía, la tecnología ganaba peso y la presencia femenina en la Policía Local se normalizaba, sino que ha sido testigo de un gran cambio en el tipo de delitos a atajar. “Yo entré en los ochenta, en pleno boom de la heroína en España, cuando la mayoría de actuaciones se debía al tráfico de droga y había muchas intervenciones por peleas. Ahora hay un gran número de robos de coches e impera la ciberdelincuencia”, afirma la agente jubilada, quien dejó la calle en 2006, año en el que se centró en el tema administrativo con la llegada de los 20 policías de la BESCAM. 

 

Las casi cuatro décadas vistiendo el uniforme también han dado para vivir varias mudanzas, demasiadas, a su parecer. La última, hace cosa de un año, cuando la Policía Local de San Martín de la Vega inauguró sus nuevas dependencias en el Centro Unificado de Seguridad. “Hasta ahora nunca habíamos tenido unas instalaciones como estas, hechas para perdurar en el tiempo y con todo lo necesario: taquillas, baños, oficinas…”, detalla, en su descripción personal de un lugar de trabajo que apenas pudo disfrutar. 

 

Isabel colgó el uniforme en octubre con la satisfacción de haber hecho las cosas bien y de no haber abusado nunca del traje que portaba. “Como en todo, he tenido momentos buenos y malos, de los que he aprendido mucho. Es un trabajo en el que ves muchas desgracias, muchos casos que te hacen pensar y sentirte afortunada de lo que tienes”, sentencia una vecina de armas tomar que cambió su camino a los 20 años para convertirse, sin saberlo, en pionera de las mujeres policía de San Martín de la Vega. 

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