Nunca, siempre es tarde
Dicen que hay personas que son tan impuntuales que llegarían tarde hasta su propio funeral y es que, siendo la puntualidad una virtud, no parece que sea la que más adorne el temperamento medio de esta parte del planeta.
Al menos así lo han demostrado los gestores de Correos que han dejado sin reparto a Valdemoro durante al menos dos meses: resultados de pruebas médicas, notas de los estudiantes, certificados o tarjetas bancarias se habían quedado durmiendo el sueño de los justos hasta que alguien, como el coronel de García Márquez, se cansó de esperar su carta y se encendieron todas las alarmas.
Al final, gracias a las gestiones de nuestros representantes municipales y la colaboración de los medios de comunicación, a mediados de agosto empezaron a llenarse nuestros buzones con el correo atrasado. Nunca es tarde si la dicha es buena, aunque no se entiende (o por el contrario, se entiende muy bien) cómo una ciudad de más de 80.000 habitantes solo tenga cuatro carteros y una estafeta arrinconada en un angosto callejón.
Tampoco se entiende el mes de espera que han tenido que soportar los vecinos de la calle Agustina de Aragón para tener luz después de incendiarse el cuarto de contadores. Ni un mal “grupo electrógeno” les han puesto en todo este tiempo para poder vivir en sus casas. Las aseguradoras van a tener mucho trabajo durante estas semanas y la propiedad del inmueble (se trata de un edificio de viviendas de alquiler) tendrá que dar explicaciones sobre la idoneidad de sus instalaciones. No es el primer edificio de este tipo en el que solo se pretende cobrar las rentas olvidando las obligaciones contractuales del arrendador. Habrá que mirarse con más detenimiento las “licencias de primera ocupación” y asegurarse de que cumplen con todas las especificaciones técnicas legales.
Lo que no va a facilitar la puntualidad de los trabajadores y estudiantes es el transporte público, especialmente la red de Cercanías. Ni en verano han descansado las ‘incidencias’: averías, parones, embotellamientos en las estaciones… Se nos viene un otoño calentito por mucho que asegure el ministro, Oscar Puente, que los ferrocarriles españoles están en el mejor momento de su historia. Ejemplo claro de posverdad que no se cree ni él mismo.
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Y hablando de tardanza hay quien afirma que “nunca es tarde para no hacer nada”, un tipo de política que practicaba con maestría el anterior alcalde de Ciudadanos que por no hacer no hacía ni contratos para los servicios públicos más esenciales; dejó los cajones del ayuntamiento llenos de deudas y chapuzas de cuestionable legalidad que han puesto en peligro una gran parte de las prestaciones municipales, entre ellas los “puntos violetas” para las fiestas patronales.
La polémica se veía venir y es posible que el tiempo pase factura en estos asuntos de derechos y convivencia. Confiemos en que David Conde sepa escuchar la demanda social y podamos contar con espacios de acompañamiento, sensibilización y ayuda a las mujeres para que las fiestas sean lugares seguros y libres de agresiones machistas en los que disfrutar en libertad y sin miedos.





















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