
Trabajó en el área de Deportes de 1982 a 2018, convirtiéndose en un segundo padre en los terrenos de juego para toda una generación de vecinos. Ahora, el Ayuntamiento ha decidido reconocer su labor bautizando con su nombre al Pabellón Deportivo Municipal.
Alfonso Elorriaga, Casimiro Dueñas, José Vega y Verdugo y, ahora, Ángel Luis Rubio Martín (Ciempozuelos, 1960). El que fuera director general del área de Deportes del Ayuntamiento tendrá el honor de bautizar a uno de los edificios municipales del pueblo que le vio nacer y crecer en unos meses, cuando en él se coloque una placa similar a la que lucen las fachadas de los centros joven, de atención social y de formación y empleo con los nombres del director del coro Voces para la Convivencia, del Hermano Mayor del Centro San Juan de Dios y del impulsor de la reforma barroca de la catedral de Santiago de Compostela.
El Ayuntamiento reconocerá la labor desempeñada por uno de los máximos impulsores del deporte base en la localidad designando con su nombre y apellidos al Pabellón Deportivo Municipal. La propuesta, presentada en el pleno de enero como una moción conjunta del Partido Socialista, Partido Popular y Ciudadanos por Ciempozuelos, salió adelante por unanimidad, contentando a los numerosos vecinos para los que Ángel Luis fue como un segundo padre en los terrenos de juego.
“Cuando se terminó la sesión me enviaron un wasap diciéndome que había votado todo el mundo a favor. No te imaginas cómo me puse. Estaban mis hijos aquí y no me paraban de decir que me lo merecía porque me había dejado la piel”, rememora el ciempozueleño desde su casa en la avenida de Belén, a la que habitualmente acuden sus exjugadores para ver cómo está. “Me animan mucho. Tiran de mí con la misma exigencia con la que yo lo hacía cuando los entrenaba”.
Ángel Luis tuvo que parar en seco en 2018, después de que un ictus le dejase postrado en una silla de ruedas, con muchas dificultades para hablar. “Estaba viendo jugar a mi hijo pequeño cuando me dio. Me llevaron al hospital de Valdemoro y de allí al Virgen de la Poveda, donde me dijeron que no iba a volver a caminar, que me iba a quedar así. Mi hija no lo aceptó y decidió trasladarme a otro centro, donde empecé la rehabilitación y volví a andar”, relata el ciempozueleño sin poder evitar emocionarse al recordar una etapa muy dura para él. “Como ejercicio para recuperar la movilidad escribí doce cuentos con el ordenador. Cuando me fui, pensé que me los llevaría, pero quisieron que los dejara como ejemplo para los pacientes que entrasen con mis mismas dificultades”.
Su delicado estado de salud desde entonces no ha hecho que su entrega disminuya. Sí lo ha apartado del trabajo diario, pero no ha acabado con sus ganas, que al escucharlo se antojan como infinitas, de seguir luchando por mejorar su pueblo y por recuperar para los jóvenes la oferta deportiva que un día existió en Ciempozuelos gracias a su labor. “Por mi gente, lo que haga falta. Yo voy a estar ahí siempre para colaborar en lo que pueda”.
El boom del deporte
Ángel Luis nació en Ciempozuelos en 1960 y estudió en las aulas del colegio Virgen del Consuelo cuando aún llevaba el nombre de José Antonio Girón, ministro de Trabajo franquista. Allí aprendió a escribir y a leer, entonando el obligado Cara al Sol, antes de pasar a hacer el Bachillerato Unificado Polivalente (BUP) y el Curso de Orientación Universitaria (COU) en el que era el único instituto existente en el municipio en aquel entonces.
De su amado Ciempozuelos sólo salió para estudiar la carrera de Magisterio en la Escuela Pablo Montesino, integrada desde 1991 en la Facultad de Educación de la Universidad Complutense de Madrid, y para cumplir con el servicio militar obligatorio en la base militar de Marines (Valencia). “Viví allí la época del 23F. Todos los días pasábamos los obstáculos de las pistas americana y de aplicación, hacíamos tiro… No nos dimos cuenta, hasta que llegó el intento de golpe de Estado, de que nos estaban entrenando para eso”, detalla, añadiendo que su grupo hizo un mes de mili menos de lo habitual por los inconvenientes por los que tuvieron que pasar.
A su vuelta al municipio en el año 1982, durante la primera legislatura del Partido Comunista de Joaquín Tejeiro, comenzó su lucha por mejorar la oferta deportiva en la localidad. El Ayuntamiento contactó con él para organizar un maratón de fútbol sala en la plaza de toros y, sin pensárselo dos veces, Ángel Luis puso todo lo que estaba de su parte para que la idea llegase a buen puerto, dejando a la gente “encantada”. El resto, como se acostumbra a decir, es historia.
“Empecé a colaborar en todo lo que podía para sacar cosas adelante, porque es que antes no había nada de nada. Estaba el Deportivo de Ciempozuelos y un equipo de baloncesto que jugaba en las pistas del Centro San Juan de Dios. Pero no existían las canteras”, explica el extrabajador municipal, quien dio estos pasos iniciales “por amor al arte”, pues al principio no cobraba nómina alguna.
Con él nacieron los primeros equipos escolares de fútbol sala, voleibol, baloncesto, gimnasia rítmica y judo que competían con el nombre AMD (Área Municipal de Deportes) Ciempozuelos cada fin de semana en una liga que enfrentaba en aquel entonces a municipios de la zona del Tajuña, como Fuentidueña del Tajo, Chinchón, o Colmenar de Oreja. “Todos los sábados nos desplazábamos en autobús a donde tocase y eso atraía mucho a los niños y jóvenes, tanto a los chicos como a las chicas”, apunta, dejando claro que para él nunca ha existido diferencia alguna entre el deporte masculino y femenino.
Así lo probó al liderar durante siete años uno de los equipos femeninos de fútbol sala más destacados del sur de Madrid, al que empezó a entrenar cuando sus integrantes eran tan sólo unas niñas de entre 12 y 13 años que querían practicar un deporte en el que parecía que sólo había hueco para los hombres. Su empeño, sumado al empuje de Ángel Luis desde el banquillo, las condujo a competir en categoría absoluta casi por obligación cuando aún no tenían la edad requerida para ello. “Me lo pidieron desde la Federación porque barrían a todas sus rivales en juvenil”.
Esas temporadas junto a ellas fueron para el técnico una de las épocas más bonitas que recuerda. “Llegamos a competir en un torneo internacional en Luarca contra equipos de toda España y de Portugal, ganando a Viaxes Amarelle, un conjunto gallego que actualmente juega en la primera división nacional”, comenta el ciempozueleño, aclarando que todo eso se terminó porque él tuvo que dejar de entrenarlas por cuestiones personales y ellas no quisieron continuar con otra persona.
Al tiempo que se ampliaba el abanico de equipos escolares y federados sita en Ciempozuelos, lo hacían también las tareas que el vecino desempeñaba desde el área de Deportes. Empezó a cobrar después de unos ocho o diez años colaborando sin recibir nada a cambio —vivía de lo que iba ahorrando al dar clases en la academia que sus padres tenían en el pueblo— y no dejó de escalar profesionalmente casi hasta su retirada: fue coordinador de la sección de fútbol sala en el deporte infantil, coordinador del deporte escolar, coordinador general de deportes y, finalmente, director general.
Pasar más de tres décadas en el Ayuntamiento de Ciempozuelos le llevó a coincidir con todos los partidos del espectro político municipal, desde el PCE de Tejeiro hasta el PP de María Ángeles Herrera, y “lo que no pueden decir es que haya tenido algún problema para trabajar con alguno”, afirma Ángel Luis. “Yo tengo mis ideas, como es evidente, pero el trabajo es el trabajo y lo primero para mí siempre ha sido mi pueblo”.
Las consecuencias de la privatización
Ángel Luis lamenta que gran parte de lo que él construyó en los años 80, 90 y principios de los 2000 no exista en el Ciempozuelos de hoy en día por una decisión política que marcó un antes y un después en el desarrollo de la práctica deportiva en la localidad: su privatización durante la segunda legislatura de María Ángeles Herrera. “Decidieron meter a la empresa ESAN y, desde mi punto de vista, sus responsables no supieron hacer bien las cosas y se cargaron todo”, afirma, echando la vista atrás para repasar una etapa en la que él hacía lo que podía para que todo siguiese adelante. “Tenía que estar todo el día detrás de ellos”.
Los vecinos vieron cómo desaparecía una liga de fútbol sala que en su mejor momento llegó a contar con más de 50 equipos, se dejaron de hacer olimpiadas escolares y el número de usuarios de las instalaciones deportivas se redujo en picado. “De 1.000 usuarios que había, ahora sólo hay 200”, revelaba la exalcaldesa de Ahora Ciempozuelos, María Jesús Alonso, en una entrevista concedida a ZIGZAG en 2017, meses antes de que la Comisión Jurídica Asesora de la Comunidad de Madrid permitiese al Ayuntamiento deshacer su contrato con la empresa al “no estar al corriente de sus obligaciones tributarias”.
El mal estado en el que se encuentran la mayoría de instalaciones deportivas no ha ayudado tampoco a atraer a los que un día se fueron. “Lo triste es que lo del campo de fútbol y la pista de atletismo se veía venir desde que empezaron las obras. ¿Cómo no iba a haber problemas si estaban construyendo encima de un vertedero sin ningún tipo de control? Yo lo comentaba y me decían que no me metiese, pero es que me daban ganas de llorar”, declara un vecino que vivió en primera persona los fallos de ejecución que se dieron durante la construcción de ambas instalaciones, clausuradas definitivamente en el año 2011 sin fecha prevista de apertura por la imposibilidad de costear su reparación con fondos municipales.
El regreso esta temporada de la liga local de fútbol sala, en la que juega su hijo, la reciente inauguración del campo de tiro con arco, o el torneo de voleibol organizado el pasado verano por la Asociación de Jóvenes de Ciempozuelos hacen que Ángel Luis confíe en que todo mejore. “Lo que se necesita es gente que se mueva, que tenga ganas de trabajar. Con ingenio se hace todo. ¿Que no hay pista de atletismo? Pues se pinta con yeso sobre el césped de Peñuelas, como se hacía antes. Las marcas desaparecen al día siguiente”.
El amor de sus jugadores
Unos meses antes de que el Ayuntamiento decidiese dar su nombre al Pabellón Deportivo Municipal, varios vecinos se movilizaron para hacerle un pequeño homenaje. Prepararon camisetas conmemorativas y se enfrentaron en un partido amistoso que logró emocionar al que un día fue su entrenador. “A muchos los conozco desde que eran enanos. Fue algo maravilloso que me hubiese encantado compartir con mis padres”.
Con quien sí pudo disfrutar del conmovedor encuentro fue con sus tres hijos, a quienes ha inculcado desde pequeños un amor por el deporte que ha logrado que cale en toda una generación de vecinos de Ciempozuelos. “Me han llegado a decir que no sólo les enseñé a jugar, sino que también los eduqué en el respeto. No hay nada más bonito que eso”.
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