El descuartizador de Valdemoro.Leonardo afirmó ayer ante la jueza que la muerte de la joven de 18 años fue un accidente y que la idea de descuartizar el cuerpo no había sido suya, sino de su exnovia Celia.
La vista oral del crimen del descuartizador de Valdemoro está a punto de concluir. Leonardo ha sido el último en declarar ante la jueza, a petición de su abogado, asegurando en sus respuestas a las partes que la muerte de la joven de 18 años fue accidental y que la decisión de descuartizar el cuerpo no fue suya, sino de su exnovia Celia.
Leonardo afirmó ayer que mantenía “una relación de amistad” con la joven, a la que había conocido en un parque y había tatuado una daga meses antes de su muerte. Ella acudió a su casa de la calle Francia, la noche del 15 de octubre de 2019, “porque estaba triste”. Tras un rato “jugando” sin mantener relaciones sexuales “con penetración”, le ató al cuello una máscara “para tontear” y se la apretó cuando ella le indicó que estaba “demasiado floja”. “No sé qué presión introduje. Bajé a por bebida, no sé cuánto tiempo pasó, y al volver le di un cachete en la nalga y no respondía”, explicó el acusado.
Las palabras del conocido como descuartizador de Valdemoro llegan tras tres semanas de juicio en las que se han podido escuchar las declaraciones de testigos, investigadores, vecinos, familiares y peritos psicológicos. “Cuando vi que había muerto, me quedé sentado mirando el cuerpo y consumiendo cocaína. Sabía lo que esto podría parecer”, continuó el acusado, añadiendo que convivió 12 horas con el cadáver e intentó quemar su ropa, lo que provocó una gran humareda que despertó a los vecinos de madrugada. Según asegura El País, los investigadores defienden que no era ropa lo que ardía, sino que Leonardo se había comenzado a deshacer de partes del cuerpo en la parrilla del patio de la casa.
El tatuador quedó al día siguiente con su exnovia Celia, a la que acusa de ser quien tomó la decisión de que iban a “deshacerse” del problema. Según explicó ayer, entre las cinco y media de la tarde y el momento de su detención, que se produjo sobre las nueve de la noche, ambos procedieron a profanar el cuerpo de Emilce. La investigación policial desmiente al acusado al sostener que fue de madrugada cuando Leonardo empezó con esta tarea, una versión que reafirma las declaraciones del forense que examinó el cuerpo, quien aseguró la pasada semana que solo para cercenar una parte en el estado en el que se encontró sería necesario un mínimo de dos horas para alguien que tuviese conocimientos de anatomía.
La defensa de Celia se ha apoyado en este argumento para probar que es imposible que hubieran podido llevar a cabo toda esa labor en tan poco tiempo. Las acusaciones particulares piden para ella tres años de cárcel al considerar que encubrió el crimen, pese a que la Fiscalía retiró los cargos en su contra.
Este viernes se facilitará a los miembros del jurado popular el guion de las preguntas a las que deberán dar respuesta en el veredicto que han de entregar el lunes en la Audiencia Provincial.
Niegan que actuase bajo la influencia de un trastorno psiquiátrico
En la jornada de ayer también comparecieron, entre otros peritos, los dos psiquiatras forenses que analizaron si el acusado actuó bajo la influencia de algún trastorno psiquiátrico, una posibilidad que descartaron al tener el tatuador “su juicio de realidad conservado”. De acuerdo con sus declaraciones, Leonardo no sufrió ningún brote o alteración psicótica cuando cometió el crimen.
Lo que sí se confirmó ayer es que el acusado fue atendido por trabajadores sociales del Ayuntamiento de Valdemoro cuando era menor y sus familiares denunciaron la negligencia de su padre en su cuidado, así como el pasado complicado de la joven Emilce, quien fue víctima de maltrato intrafamiliar. El abogado de la madre pide que esto se tenga en cuenta para considerar su “especial vulnerabilidad” y condenar al tatuador a prisión permanente revisable.
Por su parte, el abogado de Leonardo también pide que se tengan en cuenta aspectos de la vida de su cliente a la hora de juzgarlo, como que “su padre lo llevaba de prostitutas con 7 años”, o que “tenía un problema de cocaína gravísimo dictado por el Instituto Nacional de Toxicología”, que hizo que el crimen “se le fuera de las manos”. Sostiene que su cliente solo incurrió en un delito de homicidio imprudente, con la atenuante muy cualificada de confesión y de consumo de drogas, por lo que debería ser condenado a tres años de cárcel.

















La España de los perritos | Martes, 28 de Marzo de 2023 a las 17:51:33 horas
El que tenía que morir asfixiado por una buena soga es él (ocupa, traficante y asesino)
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