Por segundo mes consecutivo, el Gobierno no llevará ninguna propuesta al pleno de enero. Tampoco es mejor el trabajo de la oposición, que presentará nueve mociones de las que solo una trata problemas endémicos de Pinto.
El servilismo político ha alcanzado su máxima expresión en Pinto. El orden del día del pleno de enero contará con un único punto relativo al municipio: la moción de Vox para la realización de mejoras en los barrios del Prado y La Cristina. Los otros ocho puntos a debatir se ceñirán única y exclusivamente a polémicas ajenas a Pinto, pero que los partidos presentan para contentar a sus direcciones nacionales. Tampoco habrá por segunda sesión consecutiva ni una sola propuesta por parte del Gobierno que, como ha comentado irónicamente el PP, parece seguir de vacaciones.
A raíz de las mociones presentadas, el tema que parece preocupar a los partidos pinteños son las macrogranjas. No las seis macroplantas que la Mancomunidad del Sur pretende levantar en el vertedero, no. Lo que realmente les impide dormir es la estéril y ficticia polémica sobre las declaraciones del ministro de Consumo, Alberto Garzón, acerca de la ganadería española. Tal es así que habrá tres mociones al respecto: dos en contra del ministro, de PP y Ciudadanos, y otra a favor, de Unidas Pinto y Podemos.
La segunda prioridad para la política local pasa por la sanidad, aunque su intención no es otra que generar más ruido a todo el alboroto existente. PP y Ciudadanos tampoco han sido capaces de ponerse de acuerdo para presentar una moción conjunta y tratarán por partida doble el facilitar la compra de test de antígenos. Luego está el PSOE, que debe haber olvidado que hace solo dos meses ya se aprobó una moción por la reapertura de las urgencias y repetirá la jugada.
También suenan a viejo las peticiones para derogar la Ley Ómnibus y las modificaciones de la Ley de Seguridad Ciudadana, pero lo importante no es lo que puedan aportar estas mociones. Lo importante es poner en práctica el ideario de las siglas e intentar, de paso, que algún rival político meta la pata con alguna declaración desafortunada. En definitiva, política con minúsculas a la que cada vez están más acostumbrados los vecinos de Pinto.
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