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El caso de una pediatra del centro de salud de Valdemoro: 455 días de baja por coronavirus

Graciela Díaz Cuervo Jueves, 10 de Junio de 2021 Tiempo de lectura:
Centro de salud de Valdemoro.Centro de salud de Valdemoro.

El caso de María es solo un ejemplo de cómo el virus genera secuelas intratables. Como ella, más profesionales sanitarios siguen de baja sin que se cubran sus plazas.

455 días son los que lleva de baja María –nombre ficticio para salvaguardar la identidad de esta profesional sanitaria-, pediatra en el centro de salud de la calle Parla de Valdemoro, desde que en marzo de 2020 diese positivo en coronavirus. Fue ella misma la que tuvo que exigir que se le hiciese una prueba, en un momento en el que no se la hacían prácticamente a nadie.

 

Su madre acababa de morir y la médico tenía la fuerte sospecha de que su fallecimiento se había debido al virus. "Si yo no llego a pedir la PCR, voy a trabajar al centro de salud siendo positivo", comenta. El resultado tardó 7 días en llegar. Muy tarde, si lo pensamos en los plazos actuales, pero pronto si nos trasladamos a entonces. "Mi condición de trabajadora en un centro de salud agilizó un proceso que se podía eternizar en aquel momento. Me ingresaron al día siguiente en el Hospital Infanta Elena, donde estuve cuatro largos días aislada en una habitación con una baja saturación de oxígeno, neumonía bilateral, debilidad muscular y dolor de cabeza terrible y constante”. 

 

Los profesionales sanitarios fueron la primera línea de batalla frente al coronavirus, pero también, por desgracia, uno de los sectores más afectados por la covid-19. El caso de María es solo un ejemplo de cómo el virus genera secuelas intratables. “Lo que más me entristece es la falta de empatía de algunas personas que han tenido la suerte de ser asintomáticas. A mí no me tocó eso y hay miles de personas que ya no están aquí”, declara la doctora. Como ella, más profesionales sanitarios siguen de baja sin que se cubran sus plazas, agravando la capacidad asistencial de los centros de atención primaria.

 

Respirar bajo una coraza

 

María sufre asma, una enfermedad respiratoria que se caracteriza por la inflamación crónica de los bronquios, causando episodios recurrentes de sensación de falta de aire, tos y opresión en el pecho. El coronavirus afectó todavía más a su musculatura pulmonar, haciendo que ahora respire “como si tuviera una coraza puesta”. Los sibilantes que se escuchaban a través de sus conductos respiratorios cuando era auscultada, ya no se aprecian ni en época de alergia. “Siempre digo que por dentro estará todo duro como una piedra”, explica ella. La pediatra hace ahora todo sin prisa, porque muchas veces se fatiga. 

 

Pero las secuelas de la covid no han sido solo físicas en María. La situación vivida -entre el paso por la enfermedad, el deterioro de su capacidad pulmonar y el trauma creado por la pérdida de familiares y amigos- le ha generado ansiedad, reduciendo sus horas de sueño y dificultándole aún más su vuelta a un trabajo que, asegura, echa mucho de menos. La covid y sus consecuencias le han hecho visitar el hospital, como paciente, más que nunca durante el último año, para hacerse pruebas y acudir a rehabilitación. “En el camino allí me encontraba con las familias de mis pacientes, un año más mayores hoy, y recordaba que hacía poco tiempo tenía a esos mismos pequeños en mis brazos”, recuerda emocionada. 

 

Es a ellos a quienes más extraña, a “sus bebés”. “Algunos han crecido un montón y ya hablan y caminan. Espero verlos muy pronto y seguir soltando las charlas que les daba en las revisiones infantiles”. También echa de menos a sus compañeros, a quienes manda un mensaje de ánimo en estos duros momentos para la atención primaria, que define como “una de las mejores del mundo” pese a que los profesionales sanitarios no lo tienen nada fácil. 

 

Faltan médicos

 

“Ya en una situación normal cuando hay vacaciones, ausencias o una baja larga -como es mi caso- no hay sustitutos y el trabajo del compañero que falta lo asumen los que quedan, además de realizar el suyo”. María confiesa no recordar ver suplentes en pediatría en su centro de salud desde hace una década. El tiempo con el que cuentan los médicos de familia para atender a cada paciente siempre ha sido escaso y a esto se le ha sumado la llegada de la covid. 

 

Si antes de la pandemia el centro de salud de Valdemoro donde trabaja María contaba con seis pediatras, ahora son cuatro los que tienen que hacerse cargo de la misma carga de pacientes -más de 40.000-, además de compaginar los circuitos covid y la vacunación.

 

Ver los toros desde la barrera ha sido, y sigue siendo, algo muy duro para esta pediatra. María espera que medidas como la que tomaron el pasado 28 de mayo los pacientes de Valdemoro, cuando organizaron una jornada masiva de reclamaciones en los dos ambulatorios de la ciudad, sirvan para que se solucionen muchos de los problemas que padecen los centros de salud.

 

Dos centros de salud colapsados

 

Los médicos de familia de Valdemoro pueden llegar a enfrentarse a una agenda con más de 60 consultas diarias. Esta semana, uno de los doctores del centro de salud de El Restón, denunciaba por redes sociales su jornada laboral del pasado 7 de junio en la que tuvo que pudo atender 37 pacientes, entre las más de 60 citas programadas para ese día.

 

 

“Esta ha sido mi agenda de hoy -exponía junto a una fotografía enumerando las llamadas y consultas presenciales a las que había atendido ese día-. Trabajo en un centro de salud del sur de Madrid y tengo que aguantar comentarios tal que: estáis de huelga encubierta, sois unos vagos, no atendéis pacientes, tres semanas de espera y la sala vacía… ¡La realidad es esta!”. Denuncias como la del doctor Lobato, se han repetido a lo largo de la semana pasada para criticar la precaria situación que padecen los ambulatorios desde hace meses: faltan médicos y las bajas no se cubren.

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