Este artículo reproduce las palabras que el grabador y artista Fernando Ferro dedicó a José Luis Gutiérrez con motivo del homenaje a este profesor y cooperante internacional. Ferro analiza las dos obras de Gutiérrez, “De sol y de luna” (Alfasur 2011) y “La balsa de Quingue” (Alfasur 2013).
Suelo pensar lo que digo y no decir todo lo que pienso, por eso he llegado a viejo. También hablo sin guión, pero hoy tengo a mis dos jefes delante, Mirian y Agustín, y hay que andarse con ojo.
Los que sois un poco mayores, como yo, recordaréis que en los guateques a los bajitos y regordetes nos encargaban poner los discos en el tocata, mientras los guapetes pasaban la tarde divinamente. Pues a mí me sigue pasando lo mismo, mientras todos los participantes en el acto van a cantar las excelencias de José Luis en sus diversos campos de actividad profesional y humanitaria, a mí, mi editor me ha encargado que hable de los libros. De acuerdo.
Es el título de un libro de formato convencional 24x16 centímetros, 300 páginas, 22 capítulos y una introducción, encuadernado en rústica con la tapa encolada y con solapa, en la que aparece una fotografía. La tipografía escogida no tiene pie de letra, es sobria y muy legible, porque también se ha escogido un cuerpo de letra adecuado. No tiene índice, ni gráficos técnicos, ni de localización geográfica, ni fotografías y además tiene algunas erratas. Siempre que está el editor de José Luis y el mío presente aprovecho para marcar distancias, él representa al capital y nosotros el trabajo. No somos todos iguales.
En el libro se describe la aventura en la que se embarcan un profesor de Bellas Artes, su mujer Aurora, también Licenciada en Bellas Artes, un grupo de sus alumnos, sus hijas Roshmí y Chandrika, los generosos benefactores del municipio cántabro de Cabezón de la Sal, los de Pinto y los de la Facultad de Bellas Artes, además de unos centenares de niñas y niños de “los más desvalidos entre los desvalidos” y sus cuidadores de los orfanatos de India, Nepal y Ecuador, que no se podían imaginar la que se les venía encima. La aventura se inicia formalmente en el 2004, se prolonga con sus altibajos hasta el presente y promete continuar.
La obra, como ya he dicho es un libro de aventuras, pero sobre todo es un libro que señala un camino iniciático de ida y vuelta a los infiernos, para volver siendo mejores. Conecta con el sentir de los poetas pre-renacentistas como Dante en “La Divina Comedia”, que desciende a los infiernos para acabar encontrando a su amada Beatriz en el purgatorio, o la pasión de los poetas románticos ingleses Lord Byron o Shelley, que mueren luchando por la libertad de la Grecia sometida o la de los inmensos Poe y Baudelaire, que indagando en lo más oscuro del ser humano se acercan a lo más sublime y generoso.
El texto está redactado en primera persona, con una cronología lineal, sólo se permite algún retorno al pasado cuando recuerda al objeto de sus primeros amores de chaval, que concluyeron en tragedia y ahora revividos en la imagen y actitud de una niña del orfanato. Es un lenguaje sencillo, casi periodístico, habla de hechos probados, aunque aparezcan aquí y allá sus opiniones y con frecuencia se atreva a imaginar las sensaciones que producen sus acciones en los chavales y cuidadores. También hace uso de los diálogos para aligerar la lectura. No utiliza tecnicismos, ni se apoya en citas de autoridad para reforzar sus opiniones y tampoco nos atormenta con disquisiciones filosóficas.
El difícil uso de los sustantivos lo tiene pillado y no adjetiva sin necesidad, sólo recuerdo el uso reiterado de tres adjetivos en una ocasión. Valle Inclán usaba hasta cuatro, pero él era un auténtico maestro. En resumen describe lo mucho positivo realizado a favor de los muchachos abandonados en el plano artístico, afectivo, sanitario y educativo, ya que habla del compromiso adquirido para cuando los chavales abandonan los centros, pero no es autocomplaciente ni oculta los aspectos siniestros de instituciones que a veces son deterioradas por la corrupción y estigmatizadas por comportamientos humanos miserables, como el de cuidadores que abusan sexualmente de menores o el de directivos incompetentes.
El otro libro de José Luis editado hace un par de años, "De sol y de luna”, que constituye un antecedente inexcusable del que presentamos hoy, es un manual para introducirse en el intrincado mundo de las adopciones internacionales. Está escrito con más espontaneidad que éste y por él pasan una galería de personajes inolvidables o inquietantes y que en algún caso continúan sus andanzas en la segunda entrega, a saber: Fernando, el bibliotecario de la Facultad de Bellas Artes, que se constituye en el primer aviso de la desconcertante complejidad del mundo de la India y de una vida que circula en dirección contraria a todo lo habitual. La siguiente es para mí la presencia más divertida, aunque creo que no lo fue para Aurora y José Luis: Sor Trini, la monja española que rige los destinos de Matruchhaya con mano firme y voluntad centralizadora de todas las decisiones, a la que califica de “monja despiadada”, lo que no deja de resultar cómico para cualquier descreído. En fin, creo que son dos libros que no os van a decepcionar. La pequeña inversión que supone adquirir estos volúmenes os van a producir grandes beneficios. Ya os imagináis, órdenes del editor, en ningún caso se puede evitar la omnipresente y tramposa publicidad.
Otro género literario que cultiva con primor José Luis es el epistolar, vía e-mail, donde además de dar cuenta de lo que va sucediendo en sus viajes y acciones, incorpora información gráfica y pronósticos para el futuro inmediato, manteniendo la tensión emocional entre colaboradores y amigos. Todo un alarde de nuevo periodismo. De todo lo muy interesante producido en el campo de la fotografía, video, etc. no me dejan hablar, confío en que el compañero que me sigue en el uso de la palabra lo haga con amplitud.
Ahora os voy a decir algo que a los que me conocéis os va a hacer reír, porque yo que alardeo de racionalista, ateo y que no sé nada de santos, me voy a atrever a afirmar que estos libros confirman el camino de José Luis hacia la santidad. Él es un humilde cristiano, no vegetariano y discreto, que nunca hace alarde de su fe. Pero a mí me ha recordado la generosa e inteligente actitud del santo de mi pueblo, San Martín de Tours, soldado que comparte su capa con un mendigo para que ambos puedan continuar su camino.
Una crítica habitual a todos estos programas de solidaridad es que no atacan las causas del mal, únicamente sus efectos. No estoy de acuerdo, porque en este caso no sólo se alivian los innecesarios padecimientos, sino que además se trata de darle una salida de futuro a los chavales, promoviendo su formación. Además, como decía Bertold Brecht, si evito esta noche que el agua y el frío destinada a caer sobre el cuerpo del mendigo, no estaré cambiando las relaciones de poder, pero sí aproximando los objetivos del cambio que busca la felicidad de la gente.
No quería dejar pasar esta ocasión sin reclamar a quien pueda y a quien quiera, para que apoye la labor de José Luis y Aurora dotándola de una estructura que garantice y extienda la labor que tan tenazmente y con tan encomiables resultados han acometido en estos años. Ellos ya cuentan con una incipiente organización, pero ¿por qué no soñar y constituir una fundación y hermanar Cabezón de la Sal con Pinto y los municipios de India, Nepal y Ecuador?, olvidándonos de otros funestos hermanamientos recientes. ¿Por qué no establecer con la Facultad de Bellas Artes programas basados en su experiencia que se puede extender a la comunidad escolar más desfavorecida de nuestro entorno próximo? ¿Por qué no recopilar en textos y documentos gráficos de carácter didáctico todo lo enseñado y aprendido en estos fructíferos años? ¿Por qué no aprovechar las sinergias que genera la Fundación Alberto Contador, ese otro grande de nuestro Municipio, que no será santo, pero que es una bellísima persona y está llamada a tener una gran incidencia en la formación deportiva y humana de los chavales?
En resumen, ¿por qué no ser también generosos nosotros con quien es, en nuestro medio, cordial, bondadoso e inteligente referente de primera magnitud?.
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