Birdlife
Tienes activado un bloqueador de publicidad

Intentamos presentarte publicidad respectuosa con el lector, que además ayuda a mantener este medio de comunicación y ofrecerte información de calidad.

Por eso te pedimos que nos apoyes y desactives el bloqueador de anuncios. Gracias.

Continuar...

José Luis Gutierrez

Coordinador

Jueves, 25 de Septiembre de 2014 Tiempo de lectura:

El viernes 19 de septiembre, por la tarde, aterrizamos en el aeropuerto de Katmandú físicamente agotados después de un viaje larguísimo, pero plenamente ilusionados ante la expectativa de volver a encontrarnos con los niños de Bal Mandir.

[Img #9300] En el propio aeropuerto nos estaban esperando algunos de los jóvenes ex Bal Mandir que habitualmente trabajan con nosotros como voluntarios durante el periodo vacacional del Dashain. Como en anteriores ocasiones, fue un reencuentro muy emotivo. Esta es la novena edición de nuestro proyecto de creación artística en ese hospicio, lo que significa que algunos de estos jóvenes que conocimos como internos ya se han hecho adultos.


El día siguiente, sábado, visitamos el New Shrine, la escuela en la que la asociación española Ruta 6 tiene becados a 23 niños de Bal Mandir en régimen interno, de manera que únicamente regresan al orfanato en los períodos vacacionales. Como el sábado es su día de descanso, pudimos conversar un poco con ellos, además de contemplar unos bailes que habían preparado para darnos la bienvenida y almorzar en la propia escuela con la directora. Todos los niños a los que pregunté afirmaron sentirse a gusto allí, pero comprendí que ese no era el lugar ni el momento de evaluar su grado de satisfacción con el centro educativo que además es su vivienda habitual, de modo que pensé que debería volver a preguntarles pasados unos días, cuando inicien sus vacaciones en Bal Mandir.


El domingo, el primer día laborable de la semana en Nepal, acudimos a Bal Mandir, cuando todavía la mayoría de los niños no había comenzado sus vacaciones, con la intención de entrevistarnos con el nuevo gobernante de la inclusa, a quien ya había enviado varios correos electrónicos anticipándole el propósito de nuestra visita.


En los últimos meses el nombre de Bal Mandir ha aparecido en diversos medios de comunicación nepaleses, incluso alguno de Reino Unido, en relación con los abusos sexuales a menores internos del orfanato, que supuestamente había perpetrado durante varios años un oficinista del propio hospicio. Este escándalo, sobre el que todavía no se ha pronunciado la justicia, aunque hay dos sospechosos encerrados en prisión preventivamente, ha hecho que el Gobierno haya decidido intervenir directamente en la gestión de ese orfanato estatal, que es el más grande de Nepal. Y lo ha hecho dotando una asignación económica anual que debería ser suficiente para su mantenimiento, y haciendo responsable de su gerencia a un hombre cuya tarea primera ha sido prohibir el acceso a esa casa de expósitos a cualquier visitante o voluntario, y tratar de poner orden en tan caótica institución.


Curiosamente, este cambio se ha realizado sin despojar a nadie de su cargo, de modo que ahora en la cúspide del organigrama directivo de Bal Mandir sigue estando la Chair Person (Presidenta), una señora hija de un prestigioso político, ya fallecido, hermana de un actual Ministro. Esta mujer, que parece verdaderamente intocable, se ha mantenido en el cargo inmune a cualquier tormenta. Pero, hay también un Vice Chair Person, un Secretario General, un Coordinador, un Director y una Directora Honorífica, a parte de la House Mother (Jefa de las cuidadoras) y diversos empleados. Cálculo que en este momento en Bal Mandir Naxal, el orfanato central, habrá unos cien internos, aunque hay otras sucursales de Bal Mandir en distintos puntos de Nepal.


A pesar de la estructura jerárquica de los cargos, la persona que en este momento parece investida de autoridad para emprender cambios es el Coordinador. Aunque por correo electrónico me dijo que, a pesar de esas restricciones, atendiendo a la antigüedad de nuestro proyecto, seríamos bienvenidos, temía que las condiciones que nos impusiera hicieran inviable nuestro trabajo. Por nuestra parte, acudimos a la reunión Aurora y yo, acompañados de nuestros colaboradores nepaleses ex Bal Mandir Kalpana y Jodish. El Coordinador, un hombre de unos cuarenta años, con aspecto de ejecutivo moderno, estaba sentado entre el Director y un señor a quien yo no había visto antes, que no nos presentaron y permaneció mudo durante el encuentro.


El Coordinador, que parecía no querer perder más tiempo del estrictamente necesario en esa reunión, empezó preguntando de manera agresiva y sin tapujos, qué beneficio podría obtener Bal Mandir de nuestro trabajo. Ante nuestra perplejidad, se explayó un poco más en la cuestión afirmando que Dashain es un tiempo en el que todos los niños de Nepal esperan recibir como regalo algunas prendas de ropa nueva, y por tanto deseaban que, como habíamos hecho en alguna otra ocasión, obsequiáramos de ese modo a los internos de los diversos hospicios que están a su cargo.


–No está en nuestra mano decidir en qué debe gastar el dinero la asociación Ruta 6, que desde hace varios años ha decidido centrar sus esfuerzos en las becas escolares abandonando aquella iniciativa de la compra de ropa por Dashain –le respondí yo brevemente, sin detenerme en explicarle cómo nos habíamos sentido estafados al saber que buena parte de esas ropas que habíamos distribuido entre los niños habían desaparecido de sus manos a los pocos días de regresar nosotros a España.


En lugar de dirigirse a mí en su réplica, giró la cabeza hacia Jodish y Kalpana y, en tono severo, les soltó una perorata en nepalí. Nuestros dos jóvenes amigos no se amedrentaron y le respondieron con absoluta determinación. Aunque no entendía sus palabras, yo estaba tranquilo, convencido de que tanto Jodish como Kalpana defenderían nuestras actuaciones, al tiempo que exigirían al nuevo mandamás mayor honestidad que la mostrada por sus antecesores.


–¿Podéis explicarme por qué razón la asociación Ruta 6 realiza los pagos de sus becas directamente a la escuela, sin pasar por Bal Mandir? –preguntó él cambiando bruscamente de tema, pero todavía visiblemente enojado, mientras el supuesto Director se limitaba a asentir.

–Porque cuando pusimos en marcha esta iniciativa, hace ya siete años, hicimos los primeros pagos a través de Bal Mandir, pero el dinero nunca llegó a la escuela. Seguramente los graves problemas económicos que ha sufrido el orfanato le habrían obligado a destinar esos fondos a necesidades más perentorias –respondí yo tratando de ser lo más diplomático posible–. Supimos que los niños becados empezaron a sentirse discriminados en el centro educativo por el impago, y la propia dirección del orfanato nos autorizó a cambiar a los niños de escuela y a empezar a realizar los pagos directamente.

–No obstante, considero que estáis pagando un precio excesivo –afirmó el Coordinador–, lo que me hace pensar que alguien puede estar recibiendo comisión.

–Cuando hace unos días usted me preguntó cuánto costaba la escolarización de los 23 niños que tenemos becados en el New Shrine, inmediatamente le envié la factura de este curso –afirmé ofendido por su desconfianza–. La cantidad que figura en esa factura es exactamente lo que ha pagado Ruta 6 por la escolarización y el hospedaje de esos niños, ni una rupia más, ni una rupia menos. Pero si usted considera que es un coste muy elevado, no se lo voy a discutir porque usted conoce mejor que yo el sistema educativo nepalés.

–En cualquier caso –intervino Aurora–, le aseguro que no tenemos ningún interés especial en esa escuela. Nuestra única motivación son los niños.

–Además –afirmó el Coordinador, añadiendo otro elemento de crítica–, no me parece lógico que derrochéis tanto dinero en el hospedaje de esos niños, cuando podrían regresar diariamente a su hogar, que es Bal Mandir.

–Tal vez con la nueva dirección del orfanato las condiciones de vida de los niños hayan mejorado –respondí tratando de medir mucho mis palabras–, pero lo cierto es que, hasta ahora, no han sido muy buenas. Además siempre pensamos que de este modo aliviábamos un poco la carga del mantenimiento del hospicio.

–Con respecto a vuestras actividades –afirmó el Coordinador cambiando repentinamente de tema una vez más–, debéis entregar una solicitud en la que especifiquéis el nombre de cada voluntario, las fechas en las que pretende trabajar en Bal Mandir, el horario y el tipo de actividades que deseáis realizar. Podéis entregarme a mí esa información escrita, y yo me encargaré de trasladársela al Secretario General, pidiéndole que os responda lo antes posible.


Esa misma información ya se la había enviado yo detalladamente por correo electrónico, pero preferí no seguir polemizando, porque además Jodish se ofreció a ponerlo todo por escrito en ese mismo momento y entregar la solicitud antes de irnos a comer.


[Img #9301]A las dos horas estábamos de vuelta en la puerta del orfanato. Jodish subió al despacho del Coordinador para ver si había ya respuesta, puesto que deseábamos empezar a trabajar esa misma tarde. Bajó con un sobre en la mano que contenía una carta de agradecimiento por nuestro trabajo con los niños de Bal Mandir durante los ocho últimos años y por nuestra ayuda económica, y unas breves indicaciones acerca del uso que debíamos hacer de las imágenes de los niños que tomemos durante nuestro trabajo. Nos habían autorizado a acceder a Bal Mandir y a trabajar con sus internos durante el periodo vacacional del Dashain.


Esa misma tarde entramos en el orfanato con la intención de preparar todo lo necesario para iniciar las actividades cuanto antes, pero realmente invertimos la mayor parte de la tarde en saludar afectuosamente a los niños y niñas que regresaban del colegio y nos recibían con grandes signos de alegría, porque además de lo que representa para ellos nuestra actividad durante el Dashain, somos los primeros visitantes que entran en el orfanato después de varios meses de puertas cerradas.

 

Katmandú, a 23 de septiembre de 2014.

José Luis Gutiérrez


José Luis Gutiérrez Muñoz es Profesor Titular del Departamento de Escultura de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid. Residente en Pinto, es el promotor de una labor humanitaria, desde 2004, en orfanatos de India, Nepal y Ecuador. Ha publicado dos libros sobre sus experiencias, "De sol y de luna", en el que relata la adopción de sus dos hijas, y "La balsa de Quingue", relatos sobre la vida de los niños y niñas de estos orfanatos. Este año publicó su primera novela "Por amor al arte".

Comentar esta noticia
Comentar esta noticia

Normas de participación

Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.

Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.

La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad

Normas de Participación

Política de privacidad

Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.86

Todavía no hay comentarios

Quizás también te interese...

Con tu cuenta registrada

Escribe tu correo y te enviaremos un enlace para que escribas una nueva contraseña.