Cine
El pasado domingo 17 de noviembre, después de comer nos fuimos caminando con todos los niños y niñas de Matruchhaya hasta un cine que está a menos de un kilómetro de distancia del orfanato.
La primera vez en su vida que vieron una película en pantalla grande, fue en ese mismo local hace seis años con nosotros. En aquella ocasión vimos una película titulada Saawariya, del director Sanjay Leela Bhansali. La disfrutamos muchísimo, por eso, desde entonces todos los años hemos ido con ellos al cine, aunque ninguna de las películas que vimos en las siguientes ocasiones nos gustó tanto como la primera. Casualmente, la que íbamos a ver el último domingo, Ramleela, era de ese mismo director, lo cual me hacía acudir con predisposición positiva.
Los internos de Matruchhaya, como siempre, estaban expectantes ante esa única visita anual al cine. Además, en televisión habían visto ya algún anuncio de la película en cuestión, y parecía muy prometedora. Sobre todo las niñas mayores, se habían puesto más guapas de lo normal. Para algunos de ellos, como las dos Kajol o Pradna, esa era la primera vez en su vida que iban al cine.
Como viene siendo habitual, no entendí los diálogos en hindi sin subtítulos. Tampoco los entendieron Clara, Andrea ni José. Volví a sentir envidia de Roshní y Jodish quienes, como todos los niños de Matruchhaya, entienden perfectamente el hindi. No obstante, no me resultó difícil comprender el sentido general del argumento, que en realidad era una versión india de la trágica historia de amor de Romeo y Julieta. Por otro lado, creo que gracias a que no fui capaz de distraerme con el detalle de los diálogos, pude disfrutar de la enorme belleza visual de las imágenes. Si en Sawarilla prevalecía la luz nocturna y el color azul, en ésta abundaba el color rojo y la iluminación diurna. Los escenarios, predominantemente del Rajastan, aunque según me dice Vijey (el encargado de los niños) también había alguno del Gujarat, eran enormemente cautivadores. Igualmente el riquísimo vestuario y la decoración me pareció propia del Rajastan. La actriz principal era de una belleza espectacular. Sus grandes ojos con forma de almendra eran capaces de hechizar a cualquiera. También el actor principal era guapo, aunque a mi juicio le sobraban horas de gimnasio. En ocasiones parecía un culturista, totalmente depilado, luciendo músculos hipertrofiados y abrillantados con aceite. Asimismo le sobraba a la película una buena dosis de violencia. En cambio, las canciones y los bailes, con esas coreografías multitudinarias, muy al estilo Bolliwood, fueron del agrado de todos los niños, especialmente cuando identificaron entre los numerosos bailes un garba (baile tradicional de Gujarat).
Al regresar al orfanato, la mayoría de los niños y niñas se acercaron a mí para darme las buenas noches, y para agradecerme que les hubiéramos llevado al cine al tiempo que me decían que les había gustado mucho la película.
Matruchhaya, a 19 de noviembre de 2013.
José Luis Gutiérrez Muñoz es Profesor Titular del Departamento de Escultura de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid. Residente en Pinto, es el promotor de una labor humanitaria, desde 2004, en orfanatos de India, Nepal y Ecuador. Ha publicado dos libros sobre sus experiencias, "De sol y de luna", en el que relata la adopción de sus dos hijas, y "La balsa de Quingue", relatos sobre la vida de los niños y niñas de estos orfanatos.
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