Prisión

Según me dijo Kalpana, esa chica y su hermana presenciaron en más de una ocasión cómo su padre agredía físicamente a su madre, especialmente cuando regresaba a casa borracho. La última vez que eso ocurrió, la madre, harta ya de sufrir malos tratos, aprovechó un descuido de su marido para golpearle en la cabeza con un objeto contundente, de modo que éste quedó inconsciente, tendido en el suelo. A continuación sacó a sus dos hijas de la vivienda, roció al maltratador con un líquido inflamable y le prendió fuego. Después acudió a la comisaría de policía para declarar que acababa de asesinar a su marido. Desde entonces esa mujer está en prisión y sus dos hijas en un orfanato, primero en Siphol y más tarde en Bal Mandir, hasta que hace unos meses, obligadas por su edad, abandonaron el orfanato. Ahora viven en una casa de acogida financiada por una asociación noruega.

Anteayer, una de las chicas nuevas de Siphol, de unos 14 años de edad, que en cierto modo me recordaba a aquella de la que me había hablado Kalpana, tal vez porque al igual que ella había participado entusiastamente en las sesiones de baile que habíamos organizado, se despidió de nosotros con lágrimas en los ojos. Iba a pasar el Dashain con su madre.

–Debes sentirte afortunada por tener una madre con quién poder pasar estas fiestas –dije yo tratando de consolarla.
–Cuando regrese a Bal Mandir, las vacaciones habrán terminado, y vosotros ya os habréis ido –afirmó ella poniendo de manifiesto que preferiría permanecer en el orfanato participando en nuestras actividades.
–Seguro que te diviertes en tu aldea natal –añadí yo de modo irreflexivo, suponiendo que, al igual que la mayoría de los habitantes de esta ciudad, se trasladaría a su pueblo de origen, fuera del Valle de Katmandú, para celebrar estas fiestas que tienen un carácter muy parecido a nuestra Navidad.
–No viajaré a ningún pueblo –respondió ella secándose las lágrimas de la cara, mientras me miraba fijamente con gesto serio. –Mi madre vive en prisión. Pasaré las vacaciones con ella en la cárcel.

Durante unos segundos no fui capaz de añadir ni una sola palabra. Finalmente le deseé feliz Dashain y, al tiempo que le daba dos besos de despedida, le dije que me gustaría volver a verla el próximo año.

–También a mí me gustaría volver a verte –me dijo ella obsequiándome una preciosa sonrisa que me liberó de cierto sentimiento de culpa por haber sido tan torpe.

Katmandú, a 10 de octubre de 2013.

José Luis Gutiérrez Muñoz es Profesor Titular del Departamento de Escultura de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid. Residente en Pinto, es el promotor de una labor humanitaria, desde 2004, en orfanatos de India, Nepal y Ecuador. Ha publicado dos libros sobre sus experiencias, "De sol y de luna", en el que relata la adopción de sus dos hijas, y "La balsa de Quingue", relatos sobre la vida de los niños y niñas de estos orfanatos.