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José Luis Gutierrez

Reencuentro

Viernes, 04 de Octubre de 2013 Tiempo de lectura:

Después de un viaje especialmente largo, ayer por la tarde aterrizamos en Katmandú. Tuvimos una escala en Doha de más de nueve horas porque la opción más razonable, en la que el tiempo de espera en la capital de Qatar era de poco más de una hora incrementaba el precio de cada billete en cuatrocientos euros, algo que no nos podíamos permitir.

Llegamos agotados, con el tiempo justo para tomar la cena con nuestro amigo Mahen, el dueño del apartamento que hemos alquilado, e irnos a dormir temprano para reponer fuerzas. Por la noche, cada vez que me levanté sentí el sonido de una lluvia copiosa y persistente, los últimos coletazos del monzón.

[Img #6797]Desde España había concertado para la mañana de hoy una visita al New Shrine, la escuela en la que tenemos escolarizados en régimen interno a diecinueve niños y niñas de Bal Mandir que muy pronto iniciarán sus vacaciones del Dashain, y por tanto regresarán a su orfanato. Nos ha alegrado muchísimo reencontrarnos con ellos. Habían preparado unos bailes y alguna canción para darnos la bienvenida. Posteriormente hemos tenido tiempo de charlar con ellos. Se han mostrado menos tímidos que en anteriores ocasiones, lo que tal vez se deba a que ésta es ya la octava edición de nuestro proyecto en Bal Mandir y poco a poco hemos ido logrando una mayor familiaridad en el trato. Como estábamos impacientes por ver al resto de los habitantes del hospicio, en cuanto hemos tomado el almuerzo que nos han ofrecido en la escuela, nos hemos dirigido sin dilación hacia el lugar en el que trabajaremos los próximos veinticuatro días.


[Img #6796]Al entrar en el edificio nos hemos visto obligados a aceptar un té de bienvenida que hemos tomado con varios de los responsables del orfanato. Kalpana, deseosa de regresar a la Dididai room y saludar a sus tigers (apelativo cariñoso con el que se refiere a las niñas y niños con discapacidad severa con los que trabaja), ha sabido eludir el compromiso. Ese encuentro ha servido para saber que actualmente hay censados en Bal Mandir ciento cincuenta menores, muchos más de los que esperábamos, ya que en los últimos meses se había llevado una política de vaciamiento que ha consistido en no admitir a nuevos huérfanos y tratar de reubicar con algún pariente a todos los que fuera posible. La última directora del orfanato se había empleado con tanta energía en esa despoblación que nos hizo pensar que detrás de ese éxodo había intereses inmobiliarios, pues el edificio que ocupan los menores, aunque muy deteriorado y sucio es arquitectónicamente formidable y se encuentra en una zona de la ciudad que se está revalorizando. También nos han recordado que las adopciones internacionales, la principal fuente de ingresos de un albergue de estas características, siguen cerradas, lo que les deja en una situación de crisis económica que ya parece crónica y consustancial a Bal Mandir. Uno de los responsables nos ha dicho que empezaba a escasear la comida, pero esa afirmación, saliendo de su boca, por lo que conocemos de ese personaje, aunque es probable que sea cierta, puede ser una manera poco sutil de pedir nuestra cooperación financiera, algo a lo que habitualmente no nos prestamos por falta de confianza en quienes gobiernan esa casa.


[Img #6795]Finalmente también nosotros hemos podido pasar un rato con los tigers, tras lo cual nos hemos adentrado de lleno en las otras dependencias del orfanato, e inmediatamente hemos vuelto a ser conscientes de que la Dididai room se ha convertido en un verdadero remanso de paz, y sin duda el lugar más limpio del hospicio. He visto muchas caras nuevas de niñas y niños de todas las edades, menores que han ingresado recientemente en Bal Mandir, algunos de ellos provenientes de un hospicio denominado Siphol, un albergue que habitualmente acoge a los hijos o hijas de los presidiarios. En cuanto he encontrado ocasión, he preguntado a las niñas mayores que ya conocía de otros años por sus condiciones de vida. Todas me han dicho que no ha habido cambios sustanciales, y la mayoría han coincidido en que se encuentran más a gusto ahora que la directora ha abandonado el cargo. Sobre la comida no ha habido unanimidad, alguna ha afirmado que era escasa, otra ha dicho que no le gustaba tanto como la de antes. Con el abandono de la directora se han dejado de pagar los salarios a los trabajadores y los dos cocineros que conocíamos desde hacía años han renunciado a su puesto de trabajo, y ahora hay uno que no sé si está trabajando por puro altruismo o a cambio de un plato de comida. Me ha tranquilizado comprobar que la mayoría de las niñas a las que he preguntado han afirmado que no hay grandes diferencias en lo que se refiere a su alimentación, no obstante, en los próximos días trataré de averiguar algo más.

Como siempre, hemos salido de Bal Mandir con nuevas preocupaciones, pero con mucha ilusión por el trabajo que realizaremos los próximos días y con una impresionante dosis de afecto, materializada en infinidad de besos y abrazos que compensan todas las fatigas y desvelos.

 

Katmandú, a 3 de octubre de 2013

José Luis Gutiérrez Muñoz es Profesor Titular del Departamento de Escultura de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid. Residente en Pinto, es el promotor de una labor humanitaria, desde 2004, en orfanatos de India, Nepal y Ecuador. Ha publicado dos libros sobre sus experiencias, "De sol y de luna", en el que relata la adopción de sus dos hijas, y "La balsa de Quingue", relatos sobre la vida de los niños y niñas de estos orfanatos.

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