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HISTORIA DE LA PRENSA DE PINTO

Un periódico olvidado que marcó la historia de Pinto

Agustín Alfaya Lunes, 17 de Marzo de 2025 Tiempo de lectura:

El periódico La Voz de la Verdad fue fundado en mayo de 1897. No se conserva ningún ejemplar completo, sólo una de sus portadas y referencias a su existencia en las páginas de La Crónica de los Carabancheles.

El periódico La Voz de la Verdad, creado en mayo de 1897, es el segundo más antiguo de la prensa local del sur de Madrid. Como su antecesor, El Tío Claridades, fue fundado por el pinteño Emilio Pastrana y Lera, del que hemos hablado en el capítulo anterior.

 

No se conserva ningún ejemplar completo, pero sí la portada del nº 4 gracias a Josefa García Tovar, quien buscando documentación sobre los orígenes del Asilo de San Pedro, creado en Pinto por Pedro Faura en 1897, encontró una lámina en la Hemeroteca Nacional que era la reproducción de la portada del nº 4 de la Voz de la Verdad dedicada a la inauguración de dicho asilo. Esta portada, junto a las referencias que de La Voz de la Verdad hace su contemporáneo La Crónica de los Carabancheles, son las fuentes gráficas que tenemos para conocer algunas informaciones del segundo periódico pinteño.  

 

De periodicidad quincenal, se autodefinía como “periódico de intereses locales”. Impreso a una tinta, tenía cuatro páginas de formato 28 x 38 cm, habitual de los periódicos de la época, que se plegaban al centro. Se componía a tres columnas con texto corrido, sin fotos ni ilustraciones. Los únicos alardes visuales eran los corondeles (rayas verticales que separan las columnas), las plecas (rayas y adornos horizontales que separan las distintas secciones y noticias) y la utilización de versales, versalitas, cursivas y negritas de distintos cuerpos tipográficos para destacar los titulares del resto del texto. Estos, los titulares, eran escuetos, de una, dos o tres palabras que ocupaban una sola línea de una columna.

 

En la cabecera del periódico aparecía el nombre de la publicación en grandes caracteres, el lema (“periódico de intereses locales”), la fecha y el número, con la indicación de que se publicaba “dos veces al mes”. Pero contrariamente a lo habitual en otras publicaciones contemporáneas, en la cabecera de La Voz de la Verdad no aparecía el nombre del editor o director ni el precio del ejemplar o de la suscripción.

 

En cuanto a la tirada, la desconocemos, aunque sería de pocos centenares de ejemplares teniendo en cuenta que en esos años Pinto tenía 2.600 vecinos, incluidos los niños, y que aproximadamente la mitad de la población no estaba alfabetizada. Ahora bien, La Voz de la Verdad iba destinada a la minoría ilustrada y clases dirigentes locales, que eran las que conducían a la sociedad del momento. Por tanto, el periódico era localmente importante e influyente no por su difusión sino por su penetración social cualitativa.

 

Un periódico para la élite local

 

De hecho, los tres miembros que conocemos como parte de la redacción de La Voz de la Verdad —Emilio Pastrana y Lera, juez municipal; Francisco Villarino Fernández, párroco de Pinto; y Julián López Fernández, secretario del Ayuntamiento de Pinto— vienen a confirmar que respondía a la necesidad de hacer oír la opinión de las élites locales.

 

El único artículo completo que conocemos de La Voz de la Verdad pinteña, publicado en la portada del nº 4, resulta ser un sermón del párroco de Pinto, Francisco Villarino1, que es quien lo firma.

 

La portada anuncia en grandes caracteres la “Solemne inauguración del Asilo de San Pedro para ancianos pobres hijos de Pinto, fundado por Don Pedro Faura (Q.E.P.D.)”, sin embargo, a continuación, bajo el titular “La caridad”, Villarino emplea toda la página para escribir una homilía sobre la caridad, sin dedicar ni un párrafo a informar de la noticia de la inauguración que se anuncia en el titular.

 

En el plano político, La Voz de la Verdad se alineó con el Partido Liberal, o más exactamente con su líder en el distrito de Getafe, Enrique López Puigcerver2, ministro de Hacienda y diputado nacional. De hecho, el distrito de Getafe era esencialmente puigcerverista como muestra el resultado de las elecciones parlamentarias del 30 de marzo de 1898 en las que el ministro liberal arrasó al conseguir 4.826 votos y su rival, el socialista Jaime Vera, solo dos votos.

 

La Crónica de los Carabancheles, que había aparecido unos meses después de La Voz, siendo los dos únicos periódicos del distrito, dedica un artículo elogioso a su colega La Voz de la Verdad con motivo de la información que aparece en el periódico pinteño (que desconocemos en su literalidad) sobre la proclamación de Enrique López Puigcerver como diputado por el partido judicial de Getafe. La Crónica califica a La Voz de “apreciable” medio y a su artículo de “hermoso”, devolviéndole los elogios que a su vez el medio pinteño había hecho de La Voz en su artículo. Esta sintonía de los dos periódicos del distrito se debía a que ambos defendían los mismos postulados políticos y de clase.

 

Otro tema en el que coincidieron las líneas editoriales de La Voz y La Crónica, fue el apoyo a Guerra del 98 contra EE.UU, apoyo generalizado en prácticamente toda la prensa española tan henchida de patrioterismo populista como ayuna de conocimientos de las fuerzas reales.

 

La Voz a través de La Crónica

 

Pero no siempre fue pacífica la relación entre los dos periódicos del distrito. Así en el nº 21 (05/02/1898), La Crónica arremete contra La Voz por una dura crítica que este último había hecho del periodista carabanchelero Ricardo Mª Fernández. “Publica La Voz de la Verdad, de Pinto —escribe La Crónica— un artículo combatiendo en tono violento y con frases groseras, impropias de un periódico culto, ciertas noticias referentes a aquella localidad y que vieron la luz hace algún tiempo en La Crónica de los Carabancheles. Al articulista, cuyos extravíos no pueden calificarse de insultos, porque sólo ofenden a los que tienen la desgracia de no saber expresarse de modo digno, sólo hemos de decirle dos cosas: La primera, que las personas serias no pueden codearse con el autor de la agresión; y la segunda, que La Crónica, en sus disensiones, no concederá nunca la beligerancia a enemigos de tal índole. Con que punto final… para ahora y para siempre”.

 

Pero dos números después, en el 23 (25/02/1898), La Crónica acepta las disculpas de La Voz y reproduce un párrafo del periódico pinteño: “Creímos ver en el sujeto a que nos referíamos un conocido granuja de esos que ocultos en el anónimo, como tras de una esquina, acechan el paso de la víctima para hundirle por la espalda su navaja”. Por eso “a tal señor, dedicamos tal honor, es decir, tal lenguaje, pero La Voz solo abriga sentimientos de estimación personal y su consideración más distinguida a la redacción de La Crónica, así como a D. Ricardo Mª Fernández”.

 

Tras esta explicación, el periódico carabanchelero publica un escrito bajo el titular “A La Voz de la Verdad, de Pinto” en el que dice que “quebrantando nuestra promesa por justificados motivos, que somos los primeros en celebrar, tenemos gran satisfacción en que el nombre del periódico de Pinto aparezca de nuevo en estas columnas. La sinceridad en que rebosa el último artículo que nos dedica, y la lealtad de sus espontáneas manifestaciones, a mucho obligan, y de hecho quedamos obligados por nuestra parte. Así y solo así es como podemos entendernos en estas publicaciones nacidas para la unión de los pueblos y defensa de sus intereses”.

 

“Teníamos una verdadera pena —dice en otro párrafo La Crónica— en que existieran circunstancias que nos apartasen del único periódico que se publica en el partido, del que La Crónica es órgano, y excusamos por tanto encarecer cuánto nos ha satisfecho la actitud del colega”. Finalmente, el periódico carabanchelero se suma a las palabras de La Voz de “tener abiertas sus puertas para todo el que, sin valerse del anónimo, quiera bajo su firma y responsabilidad exponer cuanto le venga en gana”.

 

A partir de esta reconciliación, los dos periódicos se dedicarán halagos frecuentes y compartirán, como ya hemos indicado, la defensa de intereses de clase y políticos comunes.            

 

No sabemos a ciencia cierta cuándo dejó de publicarse La Voz de la Verdad. Lo que sí sabemos es que La Voz de la Verdad sobrevivió a La Crónica de los Carabancheles , que dejó de publicarse en julio de 1898. Por tanto, el periódico pinteño sobrepasó con creces el año de vida y probablemente llegó a ver el nacimiento del siglo XX.

 


 

(1). Francisco Villarino Fernández fue párroco de Pinto desde 1885 hasta 1907. Falleció el 3 de junio de 1910.

 

(2). Joaquín López Puigcerver (Valencia, 1841 - Madrid, 1906) fue un importante político del Partido Liberal. Desempeñó, entre otros, los cargos de ministro de Hacienda, Fomento, Gracia y Justicia y Gobernación. También fue director de Tabacalera y gobernador del Banco de España. Fue elegido diputado a Cortes, representando al distrito de Getafe, en los comicios de 1888, 1891, 1893, 1896, 1898, 1899, 1901 y 1903. Como ministro de Hacienda, tras la pérdida de la guerra de Cuba, Puigcerver hizo frente a la angustiosa deuda de una nación que se había gastado durante esa guerra 3.000 millones de pesetas, cifra equivalente al presupuesto nacional de cuatro años. El enorme crédito contraído con los prestamistas extranjeros se complicó durante la negociación del Tratado de París cuando la potencia triunfadora impuso no solo la pérdida de todas las colonias —Cuba, Puerto Rico, Filipinas, las Carolinas y las Marianas— sino el rechazo de la llamada deuda cubana, una cantidad que España esperaba cobrar de la isla pero que Estados Unidos vetó. Puigcerver diseñó e hizo frente al más duro recorte de gastos y aumento de impuestos que recuerda la historia financiera de España. El ejercicio fiscal de 1898-99 fue un ejercicio sin par de apretón de cinturón (para los pobres, sobre todo, ya que como siempre los ajustes fiscales recayeron sobre el consumo, olvidándose de las rentas más altas). Sin embargo, en unos años España pudo abordar con el nuevo siglo un ciclo económico de notable crecimiento. En los últimos años de su vida, enemistado con sus compañeros y con el propio líder liberal, Sagasta, Puigcerver se pasó a las filas del Partido Conservador.

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