
El autor presentará su nueva novela, ‘El amargo sabor de las crisálidas’, el viernes 4 de abril en la Biblioteca Municipal Almudena Grandes.
Si algo demostró Ciempozuelos en el año 2024 es que tiene, entre sus ciudadanos, a algunos de los mejores escritores de España. El año comenzó con Eba Martín Muñoz, originaria de Barakaldo y vecina de la localidad hasta el año 2023, como finalista de la 80ª edición del Premio Nadal y concluyó con el nombre de Santiago Gómez Rico (Calamonte, 1952) entre los diez candidatos finales al Premio Planeta 2024.
El extremeño, afincado en Ciempozuelos desde el año 1992, estuvo a punto de llevarse el millonario galardón literario con su novela ‘El amargo sabor de las crisálidas’, que finalmente publicará de la mano del sello Sar Alejandría Ediciones, a tiempo para la Feria del Libro de Madrid. “Planeta tiene una opción preferente de publicación, siempre que comunique su interés en un plazo máximo de 90 días, que se cumplió en enero. Yo no cerré nada todavía hasta ese momento, pero aproveché esos meses para mandar el manuscrito a varias editoriales”, aclara el autor, quien visita la redacción de ZIGZAG para hablar sobre lo que este reconocimiento ha supuesto para él. “Ser finalista, como autor desconocido, era mi objetivo. La etiqueta hace más atractivo el libro a ojos de editores y lectores”.
Los primeros ejemplares de ‘El amargo sabor de las crisálidas’ llegarán a las librerías en primavera, una vez se celebre su presentación oficial en la Biblioteca Municipal Almudena Grandes de Ciempozuelos, un espacio al que Santiago tiene un especial cariño por ser el lugar de encuentro del club de lectura. El acto, cuya organización correrá a cargo de la Asociación Cultural La Torre, tendrá lugar el viernes 4 de abril, a las 18.30 horas, y estará abierto a todo aquel que quiera acudir para saber más sobre la novela que consiguió cautivar al prestigioso jurado del premio más cuantioso de las letras españolas.
Tus orígenes están en Extremadura, ¿cuándo llegas a Madrid?
Nací en Calamonte, un pueblo situado a escasos kilómetros de Mérida, donde me crie. Luego estudié Filosofía en un seminario de Badajoz y, cuando acabé, me mudé a Madrid a los 18 o 19 años. Realmente no sabía muy bien a qué venía, sólo que necesitaba salir de lo que para mí era un espacio muy asfixiante. Aquí le encontré sentido a muchas cosas y empecé a trabajar en una librería. Luego también fui comercial en el sector de la automoción.
¿Y cómo acabas en Ciempozuelos?
Pues no hay una razón específica. En los 90 estaba trabajando en la carretera de Andalucía y Ciempozuelos era un municipio que me venía bien. Me mudé con mi mujer y desde el principio me integré a la perfección, llegando a ser concejal de Cultura por Izquierda Unida durante dos años fruto de un acuerdo de gobierno entre mi partido y el PSOE.
¿Sigues vinculado a Izquierda Unida en la actualidad?
Mis ideas siguen siendo las mismas que entonces y los amigos que tengo, con los que convivo, vienen de mis años de militancia. Eso sí, ya no pertenezco al partido como tal, aunque no descarto dar un paso adelante si necesitan mi colaboración para algo.
Dada tu experiencia como concejal, ¿cómo valoras la gestión que está haciendo el actual equipo de gobierno?
Es propia de un partido socialdemócrata. Creo que, en lo que respecta al aspecto cultural, se están preocupando y moviendo bastante y, para mí, eso es lo más importante. Soy un firme defensor de que, si no hay conocimiento, si no se impulsan la ciencia y la cultura, no se progresa.
Centrándonos ya en tu faceta literaria, ¿desde cuándo escribes?
Yo he escrito desde niño, pero es verdad que el gusto por la lectura y la escritura, si lo tengo que situar en algún momento, diría que empezó a los 16 años. Desde entonces he vivido muchos altibajos, con épocas en las que he escrito mucho y otras en las que no he escrito nada o en las que simplemente tomaba notas, porque al final tenía mi trabajo, tres hijos a los que sacar adelante y amigos. No he tenido una vida de rata de biblioteca.
Pero no publicas hasta que te jubilas.
En solitario no publiqué nada hasta que edité ‘Luz’, mi primera novela, en el año 2022, aunque mis escritos sí aparecieron antes en las publicaciones que salieron a la luz como resultado de unos talleres literarios a los que asistí en torno a 1990. En aquel entonces estaba ligado a la librería Mujeres de Madrid y participé con dos cuentos en los libros colectivos ‘Breves deseables y perversos’ y ‘Obras casi completas’ de la Editorial Horas y Horas.
En ‘Luz’ narro la historia de una murciélaga que escapa del laboratorio en el que se encontraba encerrada tras ser sometida a un experimento neurocientífico. La envié también a varios premios literarios y, a través de uno de ellos, me llamaron de la editorial Tandaia para publicarla a través de un crowdfunding. Todo fue bien al principio, con la presentación y la edición de los primeros ejemplares, pero de repente la comunicación se cortó y no he vuelto a saber nada de ellos. Creo que ha dejado de funcionar porque ya no publican nada.
¿Aparece alguna referencia a Ciempozuelos en tus libros?
Sí. La madre del narrador de ‘El amargo sabor de las crisálidas’ vive en una residencia de Ciempozuelos. El resto de lugares que aparecen en la novela pertenecen a la etapa en la que estuve viviendo en el barrio de Lucero en Madrid. Estas referencias han llevado a los pocos que la han leído a preguntarme si me habían ocurrido las cosas que relato, pero es todo ficción. Aunque bueno… La vida es muy ficticia y yo mismo reflexiono sobre esto al final de la historia, incorporando unos versos de ‘La vida es sueño’ de Calderón de la Barca.
El libro se centra en la historia de un hombre jubilado al que pegan una paliza en el Metro de Madrid. Este hecho le hace remontarse a su infancia y juventud, a través de flashbacks, y tomar la decisión de pasar unos días de retiro espiritual en el Monasterio de Silos. La pandemia provoca que no le puedan recibir y, en su viaje, conoce a una mujer que le invita a pasar la cuarentena en su casa de Burgos, escenario en el que ocurren una serie de situaciones dramáticas que dan sentido al relato.
Es habitual que las librerías utilicen el recurso de “Si te ha gustado este libro, este te va a encantar”. ¿Qué novela dirías que se parece a ‘El amargo sabor de las crisálidas’?
Tengo una sobrina que lee bastante y me ha dicho que le recuerda a la última novela de Luis Landero; una autoficción muy intimista. Yo sentía lo mismo, por lo que me sorprendí mucho al ver que ella me buscaba el mismo parecido.
Queda por ver qué parecido le buscan otros lectores.
Yo escribo para que me lean y tengo ganas de que llegue ese momento. No estaré realmente contento hasta que el libro esté publicado porque no creo en la autosatisfacción que puede generar el mero hecho de escribir. Es una acción que, al igual que la pintura, entiendo que lleva inmersa la necesidad de compartir con el otro lo creado.
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