Fuego
Septiembre es siempre sinónimo de fiesta en Valdemoro. Tras los recientes festejos patronales en honor al Cristo de la Salud celebrados en mayo, este mes, del día 6 al 9, vuelven las fiestas que rinden homenaje a la Virgen del Rosario. Unos festejos que, a tenor de la programación, siguen estando un peldaño por debajo de los de mayo y que, además, reflejan los problemas presupuestarios de Valdemoro si se comparan con las ofertas culturales de municipios cercanos como Parla o Ciempozuelos, que también celebran sus fiestas patronales en septiembre.
Pero poco se está hablando de música y cultura durante los últimos días. Todo a raíz de la eliminación de la presencia en las fiestas de los puntos violeta, carpas que se instalan en este tipo de festejos para informar y prevenir sobre casos de violencia de índice machista. Aunque los puntos violeta tampoco estuvieron presentes en las fiestas de mayo, la sorpresa ha saltado ante la alternativa propuesta por el Gobierno de PP y Vox en Valdemoro: que las víctimas griten ‘fuego’ en caso de agresión.
La decisión se ha convertido rápidamente en noticia de ámbito nacional. Primero, porque la eliminación de las carpas se ha enmarcado dentro de la doctrina de Vox y su insultante discurso contra cualquier política que relacione a los hombres con la violencia que sufren las mujeres a manos de, precisamente, los hombres. Pero también porque ante una evidente merma de recursos el Ejecutivo ha planteado una solución que da a entender que las mujeres estarán solas en caso de agresión, aunque evidentemente no sea así.
El Gobierno, lejos de entender la polémica, ha tirado balones fuera. Primero, achacando a los técnicos que la idea de gritar ‘fuego’ fue suya y que forma parte de un nuevo protocolo que es “mucho más eficaz y también más económico que las carpas que se instalaban en la vía pública”. Todo para alegar después que los puntos violeta se estaban instalando hasta el momento con reparos de Intervención y que, ahora, los técnicos “están estudiando las mejores opciones para reforzar la prevención y evitar que se produzcan agresiones sexistas”. ¿Pero no había ya un protocolo superior al del resto de ciudades de España en las que sí colocan puntos violeta en las fiestas?
“Pocos municipios están tan comprometidos con esta lacra como lo está Valdemoro”, ha reivindicado el alcalde, David Conde. Ciertamente, y más allá de su nivel de compromiso, sería absurdo pensar que este gobierno pretende dar rienda suelta a la violencia machista, pero es evidente que se trata de una decisión torpe y que tiene tintes ideológicos y partidistas. Sobre todo, cuando los argumentos están más enfocados en reparos legales y supuestos casos de corrupción que en la opinión de los profesionales sobre la utilidad de este tipo de recursos.
Sin embargo, también resultan del todo excesivas las posturas del resto de partidos valdemoreños. Tanto la dogmática propuesta socialista para imponer la instalación de los puntos violeta en las fiestas patronales como la petición de cese de la concejala de Cultura, Elena Sánchez, por parte de Más Madrid parecen más enfocadas en aprovechar la corriente crítica que en buscar soluciones reales.
Lo importante, al fin y al cabo, es que las vecinas y los vecinos de Valdemoro puedan disfrutar de unas fiestas seguras. Un objetivo en el que trabajan cada día todos los efectivos de Guardia Civil, Policía Local y SIE-PC quienes, a pesar de las promesas de unos y otros, padecen una grave falta de recursos materiales y humanos.
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