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Un estudiante de Pinto se cuela entre los 100 mejores del MIR

Graciela Díaz Cuervo Ver comentarios 1 Lunes, 17 de Junio de 2024 Tiempo de lectura:
Asier frente al Hospital Clínico San Carlos, su nuevo lugar de trabajo.Asier frente al Hospital Clínico San Carlos, su nuevo lugar de trabajo.

El pinteño Asier Rubio obtuvo el número de orden 96 y no tuvo problema alguno para escoger la especialidad de sus sueños: cardiología. Al examen se presentaron casi 14.000 aspirantes.

El 96 de los 13.990 aspirantes. Ese es el puesto con el que se encontró Asier Rubio Martínez (Pinto, 1999) cuando, un mes después de haberse enfrentando al MIR, comprobó cuál era su nota definitiva en la prueba más importante de su carrera, la que finalmente le ha brindado la oportunidad de hacer la residencia en la especialidad de sus sueños: cardiología. El pinteño, estudiante del Colegio Mirasur hasta que en 2017 se graduó de 2º de Bachillerato, acertó 174 de las 200 preguntas en el examen, obteniendo una calificación que, junto a su brillante expediente académico, lo colocó en el prestigioso grupo formado por los cien mejores candidatos de los casi 14.000 recién graduados que se presentaron a la convocatoria. 

 

El resultado no ha hecho más que premiar el duro esfuerzo de un joven que, como la mayoría de personas que se enfrentan por primera vez al MIR, ha parado en seco su vida durante el último año para centrarse en su preparación. ¿La receta de su éxito? Una academia con clases y simulacros de examen, ocho horas diarias de estudio con los domingos como jornada para despejarse y salir de la burbuja médica, un grupo de amigos en su misma situación que le entendían y servían de apoyo en sus peores momentos y descanso, mucho descanso. 

 

“Recomiendo no pasar nunca de las diez horas diarias de estudio, porque se nota mucho el desgaste conforme van pasando los meses. Estudiar más no es estudiar mejor”, afirma Asier, que atiende a ZIGZAG desde su nuevo piso en la capital, a donde se mudó hace unos meses dejando atrás su residencia en Pinto para no tener que depender de la línea C-3 de Cercanías en su trayecto a su nuevo puesto de trabajo en el Hospital Clínico San Carlos. “Ya la he sufrido bastante. Llegar tarde a la Universidad por las incidencias es una cosa, pero en el trabajo ya da mucha rabia tener que estar justificándote todo el tiempo por algo que no puedes controlar”. 

 

El pinteño inició hace poco más de un mes su nueva etapa formativa en el centro hospitalario de titularidad pública situado en el distrito de Moncloa-Aravaca de Madrid, como uno de los nuevos residentes del área de Medicina Interna. En las semanas que han pasado desde ese primer día, ha ganado en seguridad y ha adquirido habilidades de las que carecía, mejorando su capacidad de atender a los pacientes y acostumbrándose a la forma de trabajar de sus compañeros. “Como en todos los trabajos, al principio estaba más perdido, pero creo que he conseguido adaptarme bastante rápido. Se nota que cada vez confían más en mí”, apunta. 

 

Su corta experiencia como médico residente le ha permitido confirmar que el trato directo con el paciente es uno de sus aspectos favoritos de la profesión, aunque también sea, en su opinión, uno de los más complicados. “Me empecé a dar cuenta de que verdaderamente me gustaba en las prácticas de la carrera, rotando por los centros de salud y el Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz. Ahí aprecias lo difícil e importante que es transmitir de una forma cuidadosa lo que quieres decir cuando tienes delante a una persona que está pasando un mal momento”. 

 

Del Mirasur a la Autónoma

 

Asier comenzó su formación educativa en los pasillos del Colegio Mirasur cuando apenas tenía dos años y no dejó de corretear por ellos hasta que se graduó para irse a la Universidad, obteniendo una nota de 13,35 sobre 14 en la selectividad que puso el broche de oro a una etapa a la que guarda un gran cariño. Ocupan un lugar especial en su memoria los viajes e intercambios de los que pudo disfrutar como estudiante del centro escolar, que le brindaron la oportunidad de conocer ciudades como París o Londres y de compartir momentos con familias de otras culturas que contribuyeron a su crecimiento personal. 

 

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En su patio se enamoró de la que ha sido su otra gran pasión más allá de la Medicina: el baloncesto. El pinteño aprendió a botar un balón a los 6 años y se incorporó a las filas del Pintobasket cuando cursaba 2º de Educación Secundaria. “Ha sido mi gran afición desde la infancia. Lo dejé en 2º de Bachillerato para centrarme en los estudios y me da un poco de pena no haber podido retomarlo desde entonces”, asegura, recordando sus hazañas en la cancha, donde cumplía el papel de base o escolta. 

 

El interés por el mundo médico le llegó más tarde y de la mano de su amor por el deporte. Aunque siempre se sintió atraído por las ciencias de la salud, al principio pensó en estudiar Fisioterapia y, aun cuando se decantó por la Medicina como una forma de trabajar de algo que ayudase a los demás, lo hizo con la idea de enfocarse en la rehabilitación física. 

 

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Superadas con éxito las pruebas de acceso a la Universidad, a las que se acaban de enfrentar los alumnos del municipio nacidos en 2006, Asier decidió matricularse en la Autónoma para cursar una de las carreras que siempre está entre las más demandadas en las facultades de toda España. “Yo creo que esos años fueron muy determinantes para mí. Conocí a gente que ahora es mi familia y por la que me he alegrado casi más que por mí mismo cuando les han confirmado que tenían plaza”, explica el pinteño, visiblemente emocionado, aconsejando a los futuros estudiantes de Medicina que se rodeen de buenas amistades desde el principio y no duden en ayudar a sus compañeros en todo lo que necesiten. “Sin mis amigos hubiese sido difícil acabar donde he acabado, porque nos hemos apoyado muchísimo en estos siete años”. 

 

Una vez termine su residencia se convertirá en el primer médico de su familia, al menos, de la parte que él conoce. “Para mí es la profesión más bonita que hay. Y dentro de ella, la especialidad de cardiología, por la que me decanté en sexto de carrera, cuando ya habíamos pasado por todas las áreas”, sentencia el joven, interesado especialmente en el diagnóstico y en el tratamiento de los pacientes y en la multitud de oportunidades terapéuticas de la rama por la que se ha terminado inclinando y por la que, cree, que hubiese llegado a repetir el MIR de no haber obtenido el puesto necesario para poder especializarse en ella. “Es verdad que es fácil decirlo cuando no tienes que hacerlo, pero creo que invertir un año más merece la pena si vas a luchar por algo que quieres de verdad. Es una decisión muy personal”. 

 

La crisis de la Atención Primaria

 

Asier no es ajeno a la crítica situación que atraviesa la Atención Primaria en España y, en concreto, en Pinto. Aunque no ha tenido la oportunidad de ver cómo funcionan los centros de salud de la localidad desde dentro, al haberse visto obligado a hacer las prácticas de Medicina de Familia en la capital, sí ha sufrido el precario estado en el que se encuentran como un vecino más. “Si la situación en Parque Europa es similar a lo que he vivido en otros centros, no me extraña que hayan acabado teniendo que coger la baja. He visto citas de apenas siete minutos, en las que es imposible que te dé tiempo a hablar con el paciente, hacer un diagnóstico y recetar algo. Creo que lo poco que piden es tener un tiempo digno por usuario”, señala el residente sobre una plantilla que debería estar formada por 17 facultativos y que, la mañana del 12 de marzo, llegó a contar con un único profesional —el director — para atender a todos los pacientes. 

 

El problema, a su juicio, no se resuelve generando más médicos que al final van a preferir repetir los exámenes para mejorar su puesto y escoger otra especialidad antes de acabar en la Atención Primaria, o incluso irse al extranjero para cobrar mejor por hacer el mismo trabajo. Su solución está en los incentivos, en la mejora del nivel de vida del personal sanitario con medidas concretas como la reducción de guardias o el excesivo número de personas citadas en las agendas. “Muchas veces se justifican las condiciones asumiendo que la gente las va aceptar porque tiene vocación. Esto no puede ser así. Hay que mejorar la situación de los profesionales en los centros de salud porque, al final, son los que hacen que todo el sistema funcione. Si colapsan, terminará colapsando todo”. 

 

Este año, se han quedado desiertas 246 plazas MIR en la especialidad, casi el doble que hace un año, pese a que el número de aspirantes superó ampliamente el de plazas ofertadas —se presentaron 13.990 candidatos para cubrir 8.772 plazas, 2.492 de Familia— y a que el Ministerio de Sanidad hizo un llamamiento extraordinario en el mes de abril para tratar de acabar con las vacantes. 

 

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