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Jesús Paniagua

Barbie en Valdemoro

Miércoles, 06 de Septiembre de 2023 Tiempo de lectura:

Definitivamente, Valdemoro no es Barbie Land. Valdemoro es… otra cosa y, desde luego, aquí no se ve todo de color rosa, pese a que algunos hayan intentado maquillar nuestra ciudad con una fina pátina del Pantone 219.


Si la muñeca de Mattel acabara, en su paseo por la realidad, visitando Valdemoro se encontraría con un mundo a medio hacer, con unos presupuestos para salir del paso, con las escuelas infantiles sin auxiliares, sin Protección Civil, con calles limpias en un sentido y sucias en el contrario, con fachadas sin grafitis según y como.

 

Ken debería renunciar a sus patines porque no se puede patinar por unas calles llenas de baches y cacas de perro y sin carril bici, pero sin buscar líos se puede ver metido en uno fácilmente por la escasez de policía. Y si Chelsea, la hermana pequeña de Barbie, tiene que ir a un instituto público tendrá que buscar plaza en otra ciudad porque aquí no hay sitio para todos los estudiantes y llegará tarde por la saturación de un transporte público obsoleto e insuficiente.

 

Ni hablar de ponerse pachucha o de querer poner en marcha un negocio: aquí seguimos con nuestros dos exiguos centros de salud y con impuestos como la tasa de basuras, dificultando la actividad de los emprendedores. ¿Practicar un deporte? Cuidado con el estado de las instalaciones deportivas, no vaya a lesionarse.


No se trata, créanme, de construir un mundo perfecto ni mucho menos de hacerlo de la noche a la mañana, y justo es reconocer que en unas pocas semanas se han dado pasos significativos para salir del callejón sin salida al que nos habían empujado “púnicos y cínicos”. Pero hay cosas que no se entienden, como tener un vicealcalde sin atribuciones, pero con retribuciones y que necesita además un ‘asesor’ -cosas de los pactos, nos dirán-.


Nuestro alcalde afronta su segundo mandato con una batería de contratos que ya le han supuesto el nombre de ‘David el Contratador’ y que parecen ser indispensables para un modelo de gestión público-privado. Corresponde a los partidos de la oposición controlar el contenido y el desarrollo de esos servicios para asegurarse de que Mortimer no despliega su ominosa sombra sobre ellos.

 

Seamos exigentes porque ya sabemos lo que son capaces de hacer -o de no hacer- nuestros ínclitos políticos locales y no está el panorama para selfies ni para chupifiestas. Alguien me decía que lo único que les pedía a los políticos es “que no me molesten”. No. Tenemos que seguir reivindicando el papel activo de la sociedad civil en la construcción de un modelo de ciudad más amable, más limpia, con más servicios y más habitable.


Valdemoro no es Barbie Land. Es una ciudad para vivir, no para soportar. Tengámoslo claro las Barbies y los Kens y hagámoslo posible con toda la imaginación y creatividad que ninguna película podría retratar y que es una de las señas de identidad de nuestros vecinos y vecinas.

 

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