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Valentín Coronel

San Paul Newman

Lunes, 25 de Abril de 2022 Tiempo de lectura:

“I don't care if it rains or freezes

Long as I've got my plastic Jesus

Ridin' on the dashboard of my car

Through my trials and tribulations

And my travels through the nation

With my plastic Jesus I'll go far”*.

 

 

*Paul Newman, “La leyenda del indomable” (Cool Hand Luke). (No me importa si llueve o nieva mientras tenga mi Jesús de plástico sobre el salpicadero de mi coche. En mis pruebas y tribulaciones y mis viajes por la nación, con mi Jesús de plástico llegaré lejos).

 

Hace mucho, los Bolivarianos -seres míticos que buscan acabar con el statu quo- (el grupo de Whatever you want no, lo otro) frieron a impuestos a las grandes fortunas. Durante décadas las personas más adineradas pagaron más del 90% de su sueldo en impuestos. Fue terrible. A un pobre rico le quedaba lo justo para comprar una mansión al año, o tres Ferrari.

 

¡Perdón! Cuando decía “bolivarianos” quería decir “gobierno muy capitalista de E.E.U.U.”. Es un lapsus por contagio. Con tanto ser humano que dice no ser ni de izquierdas ni de derechas, y vota a VOX, uno, ya despistado de por sí, empieza a perder el norte. El de Corea, concretamente.

 

Prosigo: La época más floreciente del país americano coincidió con la mayor carga fiscal a las grandes fortunas. Increíblemente, muchas de las personas adineradas eran felices contribuyendo a mejorar su comunidad (y la de otros: Bienvenido Mr. Marshall). Por aquel entonces todavía abundaban las personas llamadas “filántropas”, palabra que suena a insulto visigodo. Para los lectores más jóvenes: la filantropía es un acto de generosidad y amor para recompensar a la sociedad sin esperar nada a cambio. En España hay tres clases de filántropos: Amancio Ortega, Omar Montes y la gente autónoma que paga trescientos pavos al mes, aunque no facture. De los tres tipos uno de ellos es filántropo de verdad y ni es multimillonario, ni perpetrador de canciones.

 

Volviendo a E.E.U.U., por culpa de Gerard Piqué y el Partido Popular madrileño he recordado a Paul Newman. ¿Les he comentado que de pequeño me golpee muy fuerte la cabeza? Debería empezar todas mis conversaciones con esta pregunta; me evitaría muchos problemas.

 

Paul Newman era un hombre con porte de dios. Su belleza nos hacía a los heterosexuales replantearnos nuestra orientación sexual, así como negar a Darwin (por estética era más fácil sentirse emparentado con una iguana, que con Newman).

 

Los infinitos ojos azules de Paul entroncaban con sus intenciones. Era un hombre sencillo, solidario, filántropo… en fin, eterno. Él nunca se quejó de pagar impuestos; de hecho, solía decir que necesitaba interpretar más películas para poder financiar sus donaciones. El señor Newman era poco sospechoso de padecer “comunismo”, una dolencia ficticia para vilipendiar a adversarios políticos cuando no hay argumentos reales.

 

Ya, ya… Voy al grano, que empieza “Sálvame”.

 

Les relato esta elucubración al ver en televisión a Piqué, Almeida y Ayuso, cada uno de su padre y de su madre, normalizando comisiones que a ti o a mí nos llevarían directos al mejor infierno católico, sin escala en el purgatorio. Todos ellos, por cierto, están muy a favor de pagar pocos impuestos o ninguno, si pudieran. Son patriotas de sus respectivas patrias, insolidarios por convicción. La gente de bien mira por lo suyo, aunque lo suyo sea lo de otros. Bajo el consuelo de tontos favorito del país (“todo el mundo roba”) la filantropía ciudadana seguirá sosteniendo su educación, sus pensiones, sus calles y la quimioterapia de sus parientes.

 

Para “los patriotas” todo se sufraga por gracia divina venerando a Plastic Jesus; es decir, en las antípodas de San Paul Newman.

 

Pagar es cosa de pobres.


El escritor pinteño Valentín Coronel es autor de la colección juvenil "Tu opinión divergente". Su libro "Geografía bajo el ombligo" ha sido incluído en la lista de mejores obras infantiles y juveniles de 2020 de la Comunidad de Madrid. 

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