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La promesa española del parkour es de San Martín de la Vega y entrena en Pinto

Graciela Díaz Cuervo | Fotografías de Álex García Martes, 26 de Octubre de 2021 Tiempo de lectura:
Sara, campeona infantil de España de parkour, sobre la fuente del parque Tierno Galván.Sara, campeona infantil de España de parkour, sobre la fuente del parque Tierno Galván.

La pequeña Sara Sánchez, de San Martín de la Vega, que se inició en este mundo de la mano del pinteño Daniel Plaza, se colgó al cuello tres oros en el primer campeonato nacional organizado por la Real Federación Española de Gimnasia.

Desde hace más de diez años, se pueden ver por Pinto y San Martín de la Vega a jóvenes que corren, saltan y trepan empleando el mobiliario urbano y el arbolado como tótems para efectuar sus piruetas. 

 

Daniel Plaza es uno de ellos. Este ingeniero pinteño empezó en el mundo del parkour o freerunning en 2008, cuando al salir del instituto se quedó maravillado al ver a Máximo Iniesta —otro pinteño “traceur”, como se les llama a los que practican este deporte—ensayar sus volteretas por la localidad. 

 

“Con él he estado toda mi vida practicando desde ese momento. Hacíamos los trucos en la calle, con mucho cuidado. Cuando empezamos casi no había medios. Uno le enseñaba al otro lo que sabía. Ahora hay locales especializados, muchos tutoriales en internet…”, explica Daniel. Ahora, a sus 25 años, ha montado junto a varios de sus compañeros un gimnasio para esta práctica en Alcorcón, el Freedom Academy. 

 

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Ellos mismos, bajo el sobrenombre “Clan Fury” tienen varios vídeos en sus cuentas de Youtube e Instagram (@ClanFuryParkour), en los enseñan las diferencias entre las diversas acrobacias, los errores más comunes o cómo trabajar la flexibilidad. Gracias a su entusiasmo se han convertido en referentes para niños que empiezan a hacer mortales, como Sara. 

 

Sara Sánchez descubrió el parkour en Youtube hace dos años. Tiró sus patines en el armario —tras más de año y medio practicando patinaje artístico— y cambió la pista por la calle. Con solo 12 años, el pasado 17 de septiembre consiguió tres oros en el Parkour Spain Series, el primer torneo oficial de este deporte en España, celebrado en Pamplona. 

 

Entrenamiento

 

“Me costó mucho encontrar a alguien con quien Sara pudiera entrenar. Dimos con estos chavales en Pinto, que la acogieron como a una más y la sacaban con ellos a la calle”, confiesa Laura, la madre de la joven campeona, que viajaba desde San Martín de la Vega hasta aquí para que su hija pudiera practicar. 

 

Laura todavía recuerda las primeras cabriolas de Sara. “Tenía solo nueve años y nos íbamos al parque. Ella me pedía que le grabara con el móvil, pero yo era incapaz de mirarla y pensar que se iba a abrir la cabeza. Le decía: deja el móvil grabando en el suelo, yo me doy la vuelta, cuando termines la pirueta di un ‘mamá estoy bien’”, cuenta (puedes ver los vídeos de Sara en su cuenta de Instagram @Sara_freerun). 

 

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Laura tiene un máster en vivir con el corazón en vilo: su otro hijo, Javier, practica motociclismo. Hoy, Laura ve a Sara saltar desde muros, entre fuentes o sobre el mismo suelo sin pestañear. 

 

Sara empezó a entrenar oficialmente parkour en Urban Planet, el parque de camas elásticas del centro comercial de Pinto en el que Daniel y su grupo daban clase por aquel entonces. “A mí me viene cualquier chavalín que le pone ganas y empeño y lo acojo como a uno más, como fue el caso de Sara”, comenta el pinteño.  

 

El parkour y el freerunning son disciplinas que se basan en la libertad de movimiento y a las que, según defiende Daniel Plaza, no se les pueden poner limitaciones. Esto hace que sea muy complicado el paso de simple afición a la competición deportiva. Sara y Daniel practican freerunning: su objetivo no es desplazarse con la mayor rapidez posible —la máxima del parkour—, sino realizar el mayor número de movimientos estéticos en un recorrido. 

 

Una nueva tribu 

 

En Pinto primero y ahora en Freedom Academy, Sara ha encontrado su sitio. Aunque tremendamente tímida, Sara se relaciona con Daniel o Emil —responsable del centro y otro de los entrenadores de la pequeña— con auténtica soltura pese a la enorme diferencia de edad entre ellos. “La semana que viene es su cumpleaños y me ha insistido en que la celebración tiene que ser con ellos. Va a haber más mayores de edad que niños”, cuenta Laura, agradecida por el trato extraordinario que recibe su hija por parte de los chicos.

 

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Además de entrenar, en Freedon Academy Sara ha tenido la posibilidad de conocer a Stefy Navarro, la máxima representación femenina en España de este deporte, con una larga ristra de premios nacionales e internacionales.

 

De disciplina a deporte 

 

Que el parkour es un deporte de alto rendimiento, hoy está claro. Muestra de ello es que, por primera vez en la historia, la Real Federación Española de Gimnasia ha organizado un torneo nacional de parkour, el Parkour Spain Series. Hasta el momento, los traceurs solo habían competido en España en eventos más reducidos, extraoficiales o que contaban con el apoyo de algún ayuntamiento. 

 

Tanto Sara como Daniel participaron en este torneo, del que la pequeña regresó con tres metales al cuello: campeona en la categoría infantil femenina y oro de las modalidades libre y contrarreloj. Además, en 2020 Sara ya se había hecho con la victoria en el torneo Iberdrola, que fue online por motivo de la pandemia. 

 

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“Ella solo estaba apuntada en la modalidad libre, pero le insistieron para que participase también en contrarreloj y terminó ganando”, cuenta su madre orgullosa. La llegada de mujeres como Sara a las competiciones de parkour, un deporte normalmente relacionado con los hombres, no solo hace que el parkour crezca como deporte, sino también que la gente se anime a practicarlo independientemente de la edad o género. 

 

Daniel Plaza, por su parte, consiguió acabar la competición de freestyle en décima posición. “De cara al año que viene, como reto personal, me gustaría superarme a mí mismo”, comenta el pinteño, quien dice no contar con tanto tiempo como antes para saltar al tener que compaginarlo con el trabajo y los estudios.

 

Lo que Sara y su mentor destacan de la competición es la oportunidad para poder conocer a gente de toda España que practica este deporte. “Fuimos con la premisa de divertirnos y no de ganar”, explica Daniel. 

 

Además, en Pamplona, Sara pudo compartir la experiencia con gente de su edad, a la que no está acostumbrada a ver durante los entrenamientos. “Solo tiene una amiga de Valdemoro que hace parkour y con la que va al gimnasio. En San Martín de la Vega no hay ningún niño”, aclara Laura, que espera que su hija pueda disfrutar pronto del parque que van a instalar en el municipio y poder dejar de estar “todo el día con el coche para arriba y para abajo”.

 

Una práctica en la que todos ayudan a todos

 

Cuando Daniel empezó, el mundo del parkour y el freerunning era un territorio muy pequeño, en el que todos conocían a todos. Una década después y con las redes sociales como el mejor altavoz posible —Clan Fury cuenta con más de 200.000 suscritores en Youtube y sus vídeos acumulan millones de visitas—, la comunidad ha ido creciendo e incorporando a nuevos jóvenes. Pero el espíritu de ayuda, de compartir lo que se va aprendiendo con el resto, sigue caracterizando a estas disciplinas desde sus orígenes. “Este deporte es así. El que sabe un poco más no tiene ningún problema en enseñar a los de debajo”, comenta la madre de la sanmartinera. 

 

Sí ha dado un vuelco importante la forma de entrenar. Aunque la mayoría sigue utilizando la calle, los traceurs cuentan ahora con centros o gimnasios especializados para este deporte, como la Freedom Academy de Emil, que están acondicionados para este tipo de práctica y en los que se pueden evitar más de una lesión. 

 

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Aunque pocas disciplinas de alto nivel están exentas de lesiones, el parkour es uno de los deportes con más impacto. “Muchos traceurs entrenan antes con colchonetas o con un suelo más blando. Pero hay muchos otros que siguen apostando por la calle desde el primer momento, por temor a cogerle miedo al asfalto”, confiesa el pinteño. 

 

Lo que a Daniel no le gustaría que cambiara nunca en el parkour es “ese sentido de libertad y de ayuda y crecimiento mutuo que la caracteriza”. Algo que teme que pueda llegar a pasar si se vuelve excesivamente competitiva, o si termina siendo olímpica. 

 

“Estas son disciplinas muy bonitas y útiles en lo personal, porque se aprende de los errores, de lo importante que es perseverar”, aclara el mentor de Sara, a quien ha visto progresar salto tras salto. 

 

¿Y qué tendría que hacer cualquier persona que quiera empezar a practicar el parkour? “Nada en especial. Si te gusta lo que ves, sal a la calle a moverte, a disfrutar entre los muros y las vallas, acabarás coincidiendo con gente que comparta tu gusto y juntos progresareis y os ayudareis mutuamente”, aconseja Daniel. 

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