
Han sido tres años de durísima lucha contra el Ayuntamiento de Pinto hasta que, por fin, han conseguido instalar este ascensor en su vetusto edificio de cuatro plantas.
Con lágrimas de felicidad en los ojos, Eloy Arribas, vecino del número 13 de Parque Éboli, coge el ascensor para bajar a la calle. Han sido tres años de durísima lucha contra el Ayuntamiento de Pinto hasta que, por fin, han conseguido instalar este ascensor en su vetusto edificio de cuatro plantas. La mayoría de los vecinos del edificio son ancianos, condenados estos últimos años a no salir de casa debido a sus problemas de movilidad.
“Ha sido durísimo. Íbamos al Ayuntamiento a recibir mentira tras mentira”, cuenta Eloy. Los vecinos de este bloque de Parque Éboli tuvieron que denunciar al Ayuntamiento en 2019 ante la negativa del anterior equipo de Gobierno -presidido por el hoy segundo teniente de alcalde y concejal de Transparencia, Rafael Sánchez- y de los técnicos municipales de concederles la licencia de obra para instalar el ascensor. Desde entonces, Eloy ha pasado meses sin poder pisar la calle, incluso llegó a inventar un curioso arnés para poder bajar a su perro desde la ventana de su primer piso. Las largas temporadas de reclusión en casa, han hecho que Eloy pierda masa muscular y movilidad, teniendo que ser ingresado en el hospital en más de una ocasión -su hijo, Pedro, tenía que bajarle a cuestas hasta el coche-. “Si hoy tenemos ascensor es gracias a mi hijo, que ha luchado un montón”, declara sollozando el anciano.
La labor de Pedro Arribas ha sido fundamental para que este grupo de vecinos haya conseguido ganar la batalla a la administración. “El resultado ha sido bueno, pero la batalla demasiado larga. Pese a que la ley estaba completamente a nuestro favor, hemos tenido que hacer demostraciones de todo tipo y recurrir a distintos medios e instituciones para que nos ayudasen”, cuenta Pedro. “Los últimos años de la vida de mis padres los han tenido que pasar en casa”, sentencia el pinteño.
Ahora, los propietarios del número 13 están recibiendo llamadas de otros vecinos de Parque Éboli interesados en ver el ascensor. “Muchos nos han contado que ya habían acudido al Ayuntamiento a pedir la licencia para instalarlo, pero les habían dicho que era imposible”.
“Si se puede se lucha, sí, pero no todo el mundo está capacitado para hacer las gestiones que hemos realizado durante casi tres años. Necesitas conocimientos y contactos, y las personas mayores -que habitan en este tipo de bloques antiguos- pocas veces los tienen”.
Víctimas de la sinrazón
El 20 de julio de 2018 el número 13 de Parque Éboli solicitó la licencia al Ayuntamiento de Pinto, previo pago, para poder instalar un ascensor. El 6 de mayo de 2021, las puertas del elevador se abrían por primera vez.
Durante el largo transcurso de la batalla legal iniciada por estos vecinos, han perecido dos de ellos: el matrimonio Manuel García y Antonia Cuesta, que fallecieron en diciembre de 2018 y el pasado 15 de febrero, respectivamente. Ambos tenían que desplazarse en silla de ruedas. “Antonia se marchó sin poder estrenar el ascensor pese a lo ilusionada que estaba por ver la terminación de las obras”.
Sí ha podido estrenarlo Felicidad, una viuda de 84 años. “Estoy encantadísima. Es una alegría que no podéis imaginar. El día seis lloraba en casa loca de contenta. Subo y bajo la compra. ¡Llevaba un año sin bajar a la calle! Pero ahora con el ascensor me ves todos los días en Mercadona”. La instalación del ascensor no ha supuesto únicamente la indiscutible mejora de la calidad de vida de estos mayores, además, ha revalorizado sus viviendas y llamado la atención de los buscadores de vivienda. “Todos los días tengo gente en casa preguntándome por el piso. ¿Ahora lo vamos a vender, después de todo lo que hemos pasado? ¡Si hombre, imposible!”, comenta Concha.
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