Aguinaldo
Aurora, Jodish, Netra, Ram, Laxman y yo ya estamos en Matruchhaya. Los niños han empezado hoy sus vacaciones del Diwali. Trataremos de amenizárselas con diversas actividades lúdicas y creativas.
Los dos últimos días en Katmandú fueron especialmente intensos por las despedidas. El lunes 24 de octubre, el encargado de Siphal nos invitó a cenar en el propio hospicio. El arroz que nos sirvieron acompañado de lentejas y pollo nos pareció exquisito, aunque lo realmente excepcional era la alegre compañía de todos los internos de ese albergue. Después de cenar sacaron una bandeja con flores, incienso, algunos billetes y el ungüento colorado que utilizan para poner esa señal en la frente que llaman tika, aunque había ungüentos de otros llamativos colores. Cuando el director terminó de bendecirnos a todos aplicando la unción de color bermellón y obsequiándonos un billete de una pequeña cantidad de rupias nepalesas, los niños empezaron a cantar y bailar. Ya había anochecido. Algunos mayores alumbraron la escena con linternas. Nos pareció que aquello estaba previamente ensayado, porque los niños cantaban y bailaban realmente bien. Algunos adultos depositaron billetes en la bandeja dorada de las ofrendas, que quedó situada en el centro del corro que se formó. No tardamos entender que aquello era una especie de versión nepalesa de nuestro aguinaldo. Nos dijeron que con el dinero recaudado, los niños comprarían algunas chucherías que repartirían entre todos el día siguiente. Entonces también nosotros pusimos algunos billetes de poco valor en la bandeja.
La fiesta se fue animando progresivamente. Muy pronto fuimos invitados a bailar. En medio de aquella algarabía iluminada con esporádicas luces de linterna, yo permanecía unos metros separado del grupo que danzaba, de modo que finalmente era el único que no participaba activamente en esa eufórica agitación colectiva. Kalpana se dio cuenta de ello y, como buenamente pudo, empujó mi silla de ruedas con su brazo derecho y me incorporó al corro en el que los niños cantaban y bailaban enloquecidamente mientras los mayores tratábamos de imitarlos. Entonces tuve la sensación de estar viviendo un momento mágico, unos instantes excepcionales de comunión con las extraordinarias criaturas que habitan en Siphal.
Matruchhaya, 28 de octubre de 2016.
José Luis Gutiérrez
José Luis Gutiérrez Muñoz es Profesor Titular del Departamento de Escultura de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid. Residente en Pinto, es el promotor de una labor humanitaria, desde 2004, en orfanatos de India, Nepal y Ecuador. Ha publicado dos libros sobre sus experiencias, "De sol y de luna", en el que relata la adopción de sus dos hijas, y "La balsa de Quingue", relatos sobre la vida de los niños y niñas de estos orfanatos. Este año publicó su primera novela "Por amor al arte".
















Marian | Viernes, 21 de Julio de 2017 a las 10:27:15 horas
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