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José Luis Gutierrez

Pasta

Martes, 11 de Octubre de 2016 Tiempo de lectura:

Ayer vivimos un día memorable en Siphal. A pesar de que el sábado es nuestro único día de descanso semanal, decidimos aprovechar que el cocinero iniciaba sus vacaciones del Dashain para preparar una deliciosa comida para todos los habitantes de Siphal, pero también invitamos a unos treinta niños de Bal Mandir, todos excepto los bebés.

Fue una bonita manera de reconciliarnos con los de Bal Mandir, que estaban un poco enfadados con nosotros porque llevábamos dos días sin aparecer por su orfanato debido al video que estábamos preparando en Siphal, que requirió prolongar las sesiones de grabación.

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Compramos diez kilos de pasta, no sé cuántos de zanahorias, cebollas, pimientos, ajos, tomates y atún en aceite. Kalpana se encargó de ir a buscar a los niños de Bal Mandir, que vinieron acompañados por varias cuidadoras, los más pequeños en dos taxis y los demás andando. Mientras algunos de nuestros voluntarios organizaban juegos con los de Bal Mandir y los más pequeños de Siphal, los mayores y las cuidadoras empezaron a pelar y trocear la verdura. Aurora y Conchi lo organizaron todo en la cocina, de modo que hacia las dos de la tarde pudimos repartir un exquisito plato de pasta acompañado de un vaso de refresco. Calculo que seríamos algo más de cien comensales. Pensábamos que habíamos preparado una cantidad excesiva de comida, pero a los niños y a las cuidadoras les gustó tanto que repitieron varias veces, hasta que en la enorme cazuela no quedó ni un gramo de comida. Aunque fue una labor colectiva, todos felicitamos a las cocineras por la excelente preparación. Los niños, que llevaban muchos días comiendo casi exclusivamente arroz, agradecieron la variación y disfrutaron la jornada como si fuese una verdadera fiesta. Después de comer estuvimos jugando y bailando en el patio.

Ya había oído decir que un buen plato de comida puede ablandar el corazón, tal y como lo podría hacer una buena pieza musical o un poema, pero ayer pude comprobarlo, porque algunos internos que habitualmente son un poco tímidos o reacios a implicarse en nuestras actividades, participaron entusiastamente en la preparación y se deleitaron con la comida. Yo, que soy un poco dado a la exageración, pensé que era el plato de comida más rico que había comido en mi vida, pero es posible que en esa consideración influyese poderosamente el ambiente de alegría que me rodeaba.

 

Katmandú, a 9 de octubre de 2016.

José Luis Gutiérrez

 

José Luis Gutiérrez Muñoz es Profesor Titular del Departamento de Escultura de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid. Residente en Pinto, es el promotor de una labor humanitaria, desde 2004, en orfanatos de India, Nepal y Ecuador. Ha publicado dos libros sobre sus experiencias, "De sol y de luna", en el que relata la adopción de sus dos hijas, y "La balsa de Quingue", relatos sobre la vida de los niños y niñas de estos orfanatos. Este año publicó su primera novela "Por amor al arte".

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