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José Luis Gutierrez

Susmita

Domingo, 13 de Octubre de 2013 Tiempo de lectura:

Mañana lunes se celebrará la jornada grande del Dashain, el día en que los mayores que cada familia pondrán el "tika", una señal de color rojo bermellón, en la frente de todos sus descendientes.

Este ritual rememora una legendaria batalla sangrienta en la que los dioses lograron liberar a numerosas doncellas que habían sido secuestradas por el ejército del mal. Esa llamativa señal roja, además de recordar la sangre derramada en aquella mítica contienda, sirve para reforzar el lazo de sangre que mantiene unida a cada familia. En el orfanato, a falta de un venerable ascendiente, será la Chair Person, la presidenta de la NCO, quien ponga el tika a todos los habitantes del orfanato, incluidos a nosotros. No obstante, muchos niños y niñas de Bal Mandir que tienen algún familiar que en estos días se acuerda de ellos, salen del orfanato para pasar este tiempo en familia. En cierto sentido, nuestra estancia aquí durante el Dashain sirve para que los que no tienen la fortuna de ser reclamados por ningún pariente se sientan un poco más acompañados.

[Img #6874]El pasado viernes por la tarde, mientras los demás se afanaban en distintas actividades, yo estuve charlando con Susmita, una niña de 12 años de edad que se acercó a mí, y cuando le pregunté por qué no participaba me contestó que se sentía un poco triste porque su madre todavía no había ido a recogerla al orfanato como en anteriores ocasiones, y por los pocos días que faltaban para la celebración del Dashain, sospechaba que ya no lo haría. Entonces me contó que era huérfana de padre. Me dijo que tenía una hermana menor que ella viviendo en otro orfanato, y un hermano mayor que vivía con la madre.

–La única ocasión en que me reúno con mi familia es el Dashain –afirmó Susmita con seriedad, pero sin dramatizar, como si estuviera acostumbrada a este tipo de decepciones afectivas.
–Si conoces el número de teléfono de tu madre, puedo dejarte mi móvil para que hables con ella –le dije yo tratando de encontrar un modo de liberarla de la angustia que suponía que implicaba el no tener noticias de su familia.
–No creo que mi madre tenga teléfono –me respondió con una sonrisa que no supe si era signo de amabilidad o significaba simplemente que le hacía gracia mi preocupación.
–Si quieres puedo hablar con la House Mother para que averigüe si tu madre va a venir –ofrecí yo tratando a toda costa de resolver el enigma que parecía inquietarme más a mí que a ella.
–No, por favor. Si no ha venido a buscarme será por alguna razón importante –dijo ella evidenciando que no necesitaba saber el motivo y deseaba dar por concluido ese asunto. –Además, todavía cabe la posibilidad de que venga mañana.

No insistí. Estuvimos hablando de cuestiones escolares, ya que Susmita es una de las niñas que tenemos becadas en el New Shrine. Es muy buena estudiante. Me dijo que Matemáticas era su asignatura favorita, y que le gustaba la escuela, aunque le agradaba mucho más Bal Mandir, porque allí disfrutaba de una enorme libertad.

–Mañana sábado no vendremos a trabajar, de modo que tal vez nos volvamos a ver el domingo –le dije al tiempo que le daba un par de besos de despedida.
–Adiós papá –me respondió ella, lo que me sorprendió porque era la primera que se dirigía a mí de ese modo.

[Img #6875]Hoy domingo, cuando hemos llegado al orfanato llovía con intensidad. Entonces he recordado que Susmita aparece en las imágenes de video grabadas durante nuestra primera estancia en Bal Mandir, en 2006, en las que puede verse a un grupo de niños que cruzan apresurados el patio para resguardarse de la intensa lluvia que también caía ese día. Las imágenes muestran cómo un niño pequeño, de unos 3 años de edad, se detiene llorando en mitad del patio. Entonces una niña guapísima de 5 años de edad, Susmita, se para junto a él y, aunque no pueden apreciarse las palabras que le dirige, se entiende perfectamente que con mucho cariño le indica que debe seguir caminando porque se está empapando. El niño no atiende las razones de Susmita, y sigue inmóvil en el centro del patio, llorando desconsoladamente, sin importarle la lluvia. Entonces Susmita, que también se está empapando, hace un expresivo gesto con la mano y con la cara, como diciendo "allá tú", y sigue su camino para guarecerse del chaparrón.

Al entrar en el orfanato, inmediatamente me he dado cuenta de que Susmita seguía allí. He sentido pena por ella pero, aunque pueda parecer egoísta, he de reconocer que me he alegrado de poder seguir disfrutando de su compañía durante los próximos días.

Katmandú, a 13 de octubre de 2013.

José Luis Gutiérrez Muñoz es Profesor Titular del Departamento de Escultura de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid. Residente en Pinto, es el promotor de una labor humanitaria, desde 2004, en orfanatos de India, Nepal y Ecuador. Ha publicado dos libros sobre sus experiencias, "De sol y de luna", en el que relata la adopción de sus dos hijas, y "La balsa de Quingue", relatos sobre la vida de los niños y niñas de estos orfanatos.


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