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José Luis Gutierrez

Cartas desde Nepal: Cometas

Lunes, 29 de Octubre de 2012 Tiempo de lectura:

Estamos intentando que los graves problemas que afectan a Bal Mandir no distorsionen nuestro trabajo con los niños.

Hemos venido aquí para pasar algo más de tres semanas con ellos, aprovechando sus vacaciones del Dashain, y debemos ser capaces de desarrollar las actividades creativas que habíamos programado, con alegría, dejando a un lado la preocupación y sin permitir que el desánimo ensombrezca nuestro espíritu.


Los preparativos de una obra de teatro que deseamos representar con ellos el domingo 5 de noviembre, absorben la mayor parte de nuestro tiempo. Este año deseamos volver a utilizar la técnica del teatro de sombras, mezclada con representaciones reales por delante de la pantalla, seis bailes y algunas imágenes de video. Las escenas de video que utilizaremos ya las trajimos grabadas de España, pero ahora tenemos que preparar las transparencias para el juego de sombras. Los ensayos de los bailes van bastante avanzados, gracias a que estas niñas y niños aprenden cualquier danza con rapidez. También hemos realizado ya algunos de los elementos decorativos que lucirán en escena. Aunque no todos los internos tendrán un papel en la obra, hemos tenido que elaborar pulseras, anillos y pendientes con todos. Todavía debemos confeccionar el vestuario, pero ya tenemos muy avanzada la construcción de un dragón que intervendrá en la representación.


Queremos que la obra que vamos a representar esté relacionada con el documental que estamos preparando. Antes de viajar hacia Nepal, decidimos que el objetivo principal del video de este año debía ser dar a conocer los formidables vínculos que se están creando entre España y Bal Mandir, principalmente a través de las dos asociaciones que trabajan en la mejora de la calidad de vida de los internos de este orfanato: “Dididai” y “Ruta 6”. Pensamos que en tiempos de crisis, debíamos aprovechar esta herramienta de difusión para tratar de fidelizar la ayuda de nuestros amigos, muchos de los cuales están sufriendo de manera directa las consecuencias de la crisis económica de España, y también, porque no, intentar ampliar el número de colaboradores que nos ayuden a amortiguar el impacto de la crisis de los orfanatos de Nepal en los niños de Bal Mandir.


Intentaré explicar resumidamente la historia que hemos creado. La hemos titulado "La cometa y la ruta mágica":

 

Érase una vez un niño de doce años, llamado Marcos, que vivía en un pequeño pueblo cerca del mar, rodeado de montañas, en un país muy lejano llamado España. A Marcos le gustaba mucho volar cometas. Era todo un experto. Soñaba con volar la cometa tan alta que, soltando la cuerda, viajara libre por el cielo hasta conseguir dar la vuelta al mundo, pero siempre que lo intentaba, la cometa terminaba estrellándose contra el suelo.


Un día Marcos se acercó a una playa cercana para hacer un nuevo intento, porque allí soplaba un viento muy fuerte. Preparó su cometa favorita, que estaba pintada con los colores del arco iris, y aprovechando el poderoso viento de poniente que solía soplar por las mañanas, hizo que alcanzara la altura máxima que permitía la cuerda, y la soltó.


La cometa se alejó a toda velocidad al tiempo que ascendía muy alto, hasta que la perdió de vista. Pasaron los días y la cometa no regresaba. Marcos empezó pensar que probablemente se había perdido y nunca la recuperaría. Decidió intentarlo de nuevo. Preparó otra cometa, también de alegres colores. Entonces se le ocurrió colocar en el extremo de la cola un pequeño sobre con un mensaje en su interior que decía:


“I come from Spain. Help me to go around the world. Marcos”.


Durante varios días la cometa sobrevoló valles, ríos, ciudades y montañas, hasta que una enorme cordillera se interpuso en su camino. A duras penas logró sobrevolar el Himalaya, pero el aire frío de las cumbres la hizo perder altura, y fue cayendo lentamente hacia el valle de Katmandú.


Los últimos impulsos de la suave brisa la posaron en un extraño lugar denominado Bal Mandir. Allí estaba Sudip, un niño de once años de edad que como él disfrutaba volando cometas. El primer día de las vacaciones de Dashain, Sudip y sus amigos estaban jugando al balón frente a la entrada del orfanato, cuando algo que caía del cielo les llamó la atención. Una hermosa cometa multicolor descendió zigzagueando, chocó contra el tejado del orfanato, y se posó sobre uno de los balcones del edificio. Sudip y sus amigos corrieron en busca de la cometa.


–Ha caído en el balcón de la habitación de Dididai –dijo Sudip.


Esa habitación era la más especial del orfanato. Algunas niñas con movilidad reducida, como Roji y Lata, al no poder desplazarse hasta la escuela, recibían allí clases de Pradip y Kalpana.


–Si les interrumpimos para pedir que nos dejen salir al balcón y recoger la cometa, seguramente se enfadarán con nosotros –dijo Sudip a sus amigos.


Por eso decidieron tratar de pescarla con una caña, cuerda y un trozo de alambre, a modo de anzuelo, desde la azotea del edificio, un lugar al que los niños de Bal Mandir tenían prohibido subir. Los guardianes de Bal Mandir eran dos dragones llamados Gondra y Drago, también huérfanos, que sobrevolaban de vez en cuando el orfanato para evitar cualquier peligro para los niños. Sudip y sus amigos sabían perfectamente que a Gondra no le gustaba nada que ellos subieran al tejado por temor a que se cayeran, pero era tal la emoción que decidieron desobedecer.


Mientras tanto, en el interior de la habitación de Dididai, Lata miraba hacia el ventanal y se dio cuenta de que una misteriosa cuerda, con un pequeño gancho, descendía en busca de esa tela multicolor que se había posado en el balcón. La cometa empezó a ascender sigilosamente ante la perplejidad de Lata, que no la quitaba ojo. La inquietud de la niña era tal que enseguida Pradip, que estaba situado de espaldas al balcón, se dio cuenta de que algo pasaba en el exterior, salió y rápidamente cogió al vuelo la cometa. Su sorpresa fue mayúscula cuando alzó la vista.


–¡Sudip! ¿Qué demonios haces ahí? ¡Baja inmediatamente! –gritó Pradip.


Sudip soltó la cuerda y bajó a la habitación de Dididai con sus amigos. El revuelo había llegado a oídos de Gondra y Drago. Sudip trató de explicarles lo sucedido, pero a Gondra no parecía convencerle. En ese momento sonó una campana y todos se quedaron en silencio. Se trataba de Roji. Quería decir algo y esa era su forma de comunicarse. Kalpana le preguntó qué era tan urgente para interrumpir la conversación y su mirada se dirigió fijamente a la cola de la cometa que Pradip tenía en su mano.


–Perdona Gondra –dijo Sudip, –pero Roji acaba de descubrir que la cometa tiene un sobre en la cola.


Lo abrió y leyó en voz alta un papelito que decía:


“I come from Spain. Help me to go around the world. Marcos”.


La sorpresa fue mayúscula. Sudip expresó a Gondra su deseo de devolver la cometa al cielo con un nuevo mensaje. En ese momento llegó Drago, que siempre conseguía que los castigos de su hermana fueran un poco menos duros y le convenció de que le permitiera volarla.


Pradip y Kalpana, contagiados de la euforia de los niños, organizaron una pequeña fiesta de despedida de la cometa. Sudip escribió otro mensaje y lo metió dentro del mismo sobre:


“Children of Bal Mandir orphanage, from Nepal, are helping the Spanish kite to travel around the world. Sudip & friends”.


Mientras Sudip sujetaba con fuerza la cuerda, otro niño impulsó la cometa hacia arriba. Suavemente fue ascendiendo. Cuando Sudip soltó la cuerda, y la cometa se elevó, los niños de Bal Mandir no pudieron contener su euforia. Sin embargo, poco después la cometa empezó a perder altura hasta posarse nuevamente sobre el edificio de Bal Mandir, pero esta vez sobre el tejado. Pradip se encargó de recuperarla. Al recogerla, encontró sobre el suelo de la azotea otra cometa sucia y deteriorada. Sudip pensó que esa otra cometa tal vez vendría del mismo lugar que la anterior, y probablemente no querían volar solas. Con ayuda de Pradip reparó la última cometa encontrada y salió al balcón de Dididai. Abajo, los demás niños observaban con expectación. La primera en volar fue la que habían reparado. Antes de soltarla, Sudip puso la cuerda entre las manos de Lata y le dijo:


–Agarra la cuerda fuerte, y no la sueltes hasta que yo te lo diga.


Lata sujetó la cuerda y empezó a moverla suavemente. Cuando las dos cometas cogieron la misma altura, Sudip dio la orden de soltarlas. Danzaron acompasadamente sobre el cielo de Bal Mandir, para después alejarse entre los aplausos y el jolgorio de todos los niños.


Durante varios días las cometas parecieron volar sin rumbo fijo, a la deriva, ajenas a cualquier tipo de ruta prediseñada. Pero lo cierto es que esa ruta invisible existía. Era un pasillo aéreo alrededor del mundo, un mágico corredor que conectaba ese remoto pueblo del norte de España con Bal Mandir.


Un día, mientras Marcos y sus amigos jugaban en la playa, una cometa en vuelo rasante estuvo a punto de ser abatida de un balonazo. Cuando la cometa cayó al suelo, los niños hicieron corro en torno a ella. Vieron que aún conservaba el sobre en su cola. Lo abrieron, y leyeron el mensaje:


“Children of Bal Mandir orphanage, from Nepal, are helping the Spanish kite to travel around the world. Sudip & friends”.


–¡Lo hemos conseguido! ¡Lo hemos conseguido! –voceaban todos dando saltos de alegría.


Instantes después, otra cometa cayó cerca de ellos. Marcos echó a correr y cuando llegó a ella, los gritos casi se oyeron desde el pueblo:


–¡Es mi cometa favorita! ¡Mi cometa favorita ha vuelto!


Tras los primeros momentos de euforia y emoción, a Marcos le vinieron a la mente muchas preguntas, todas ellas relacionadas con Sudip:


–¿Quien será?¿Qué edad tendrá?¿Donde está Nepal?


Entonces pensó que, si las cometas habían sido capaces de dar la vuelta al mundo una vez, lo podrían hacer de nuevo, pero esta vez en lugar de un pequeño mensaje, escribiría una carta con todas las preguntas que se agolpaban en su mente.


Conocedora del camino, la cometa, tardó sólo unos días en hacer la ruta mágica. Sudip y sus amigos se quedaron estupefactos, al ver regresar de nuevo la cometa a Bal Mandir, más aún cuando Sudip descubrió la carta dirigida expresamente a él.


Desde aquel día, la cometa ha dado incontables vueltas al mundo, ha traído y llevado infinidad de cartas, y ha propiciado una formidable relación de amistad entre Marcos y Sudip. Además, los amigos de Marcos y Sudip también se animaron a lanzar otras cometas. En ocasiones se pueden ver decenas de cometas surcando el cielo, formando increíbles bandadas multicolor. Esas cometas han conectado dos mundos muy lejanos, de modo que desde entonces, nada de lo que ocurre en Bal Mandir es ajeno a los niños de ese lejano pueblo del norte de España, y a su vez, los menores de ese orfanato están informados de todo lo que sucede en ese pueblo, y todos ellos se sienten felices al saber que las cometas les han permitido ampliar enormemente el número de amigos.

 

Katmandú, a 28 de octubre de 2012.


* José Luis Gutiérrez Muñoz es Profesor Titular y Director del departamente de Escultura de la Facultad de Bellas Artes de la Univarsidad Complutense de Madrid. Reside en Pinto y es promotor de una labor humanitaria, desde 2004, en orfanatos de India y Nepal.

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