![[Img #23463]](https://zigzagdigital.com/upload/images/10_2019/2385_bal-mandir-1.jpg)
El cooperante pinteño José Luis Gutiérrez, que ha desarrollado una labor humanitaria en hospicios de India, Nepal y Ecuador desde 2004, vuelve a iniciar su labor en Nepal aprovechando las vacaciones del Dashain. Debido a sus problemas de movilidad por la esclerosis múltiple que padece, Gutiérrez no podrá asistir en persona a las actividades artísticas con los menores, que desarrollarán los próximos meses su grupo de cooperantes, encabezados por su mujer, Aurora.
Más allá de lo puramente artístico, esta labor en los distintos hospicios en los que ha intervenido el grupo de José Luis Gutiérrez ha reportado numerosos beneficios materiales, educativos y personales a los menores internos, como el aportado por el grupo español Ruta 6, que nació gracias a la actividad desarrollada por el pinteño.
En estos 15 años, Gutiérrez ha descrito en sus libros y artículos multitud de acciones positivas y negativas, tragedias, barbaridades, sueños y valentías protagonizadas por niños y niñas huérfanos y por sus cuidadores en estos “lugares del abandono”, como los ha denominado Gutiérrez en uno de sus libros.
El año pasado, la reportera de 'El Mundo', Elena Pita, convivió nueve días en distintos orfanatos de Nepal, entre ellos en de Bal Mandir, y publicó sus experiencias "de horror y dolor" en el reportaje 'Huérfanos: el otro negocio de Katmandú'. Ahora José Luis añade una nueva noticia sobre este 'negocio' que le ha dejado conmocionado.
![[Img #23461]](https://zigzagdigital.com/upload/images/10_2019/422_bal-mandir-10.jpg)
“Tanto Aurora como yo estamos conmocionados por la noticia que nos han contado nuestros amigos de Katmandú (Nepal) –cuenta José Luis a Zigzag–. El director de Bal Mandir (el orfanato más grande de Nepal), que en su día nos recibió con los brazos abiertos e hizo todo lo posible en años sucesivos para facilitar nuestra labor, está en prisión por un presunto caso de tráfico de niños”.
Cuenta Gutiérrez que “una mujer de Reino Unido fue detenida en el aeropuerto de Katmandú cuando pretendía abandonar el país con un bebé en brazos que, según declaró en un primer momento, ella misma había dado a luz en Nepal”. Sin embargo, al comprobarse que no era hijo suyo, “la mujer declaró que había pagado al director de Bal Mandir por proporcionarle el bebé”.
“Pronto se supo –continúa relatando José Luis– que nuestro amigo había conseguido que una mujer embarazada en contra de su voluntad, le vendiese su hijo tras el parto con la promesa de que se lo entregaría a una familia extranjera que cuidaría de él.
Es probable que ese amigable director, que a diferencia de otros empleados del orfanato parecía que se preocupaba por los menores que tenía a su cargo, se haya lucrado con este tipo de arreglos en alguna otra ocasión. No lo sé. Pero lo que parece evidente es que nuestro amable anfitrión no evaluó las graves consecuencias que podría acarrear un acto de esta naturaleza, por más que él se justificase a sí mismo pensando que aquello no perjudicaba a nadie y, por el contrario, beneficiaba a todas las partes implicadas: el bebé (que conseguiría una familia acomodada), la madre biológica (que supongo que recibiría una remuneración económica), la madre impostora (que eludía un complejo proceso de adopción internacional, desde hace años imposible en Nepal) y él mismo (que imagino que obtendría beneficio económico)”.

















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