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José Luis Gutierrez

Matruchhaya

Jueves, 12 de Noviembre de 2015 Tiempo de lectura:

El pasado sábado 7 de noviembre, con las últimas imágenes de los niños de Bal Mandir Siphal y Bal Mandir Naxal todavía impresas en nuestras retinas, Chandrika, Ram, Laxman, Netra y yo llegamos a Matruchhaya poco antes de la hora de la cena.

Los últimos días en Katmandú fueron especialmente intensos. La despedida de los niños de Siphal resultó muy emotiva. Cuando regresamos al apartamento, tristes por el adiós, pero a la vez contentos con el trabajo realizado, Netra afirmó que gracias a las consecuencias del terremoto, que obligaron a realojar a los niños de Bal Mandir Naxal en dos lugares diferentes, nos hemos visto obligados a trabajar también con los habitantes de Siphal. Hace un año Netra vivía en una habitación de la planta superior de ese hospicio, de modo que cada día volvía allí después de colaborar con nosotros en las actividades que desarrollamos en Bal Mandir Naxal. Según afirma, siempre sentía pena al pensar que también los niños de Siphal podrían disfrutar participando en un programa similar al que estábamos realizando en Naxal. Tendremos que pensar que el terremoto al menos ha tenido una consecuencia positiva. La convivencia con los niños de Siphal, tanto los realojados de Naxal, como los nuevos huérfanos por el terremoto, o los internos habituales de ese hogar que acoge a hijos de presidiarios, ha sido maravillosa. Todos hemos disfrutado muchísimo.

[Img #12825]

La cena de despedida en el garaje en el que permanecen los más pequeños de Bal Mandir Naxal fue muy agradable. Gracias a Indu, la jefa de las cuidadoras, y a los propios niños, pudimos sentir por unos instantes como si formásemos parte de esa familia tan especial. Hubiésemos preferido que las obras de acondicionamiento del área de la Dancing Room, y la propia casa prefabricada que se está construyendo en los terrenos del antiguo orfanato estuviesen terminadas, para dejar a todos esos menores viviendo en unas condiciones mejores que las actuales.

[Img #12823][Img #12824]

Al llegar a Matruchhaya, además de los internos del orfanato, nos dieron la bienvenida las cuidadoras, las monjas y Ana, una antigua alumna de Bellas Artes que este año participa como voluntaria en el proyecto. Vi algunas caras nuevas, y eché en falta a varios de los más pequeños que han salido en adopción durante el último año.

Produce alegría saber que Niru, Aghanu, Pankhi, Sameer, Hiya, o Anshukumar han tenido la suerte de encontrar una familia adoptiva, aunque esas buenas noticias siempre me dejan un sabor agridulce, porque inevitablemente me hace pensar en todos aquellos que, como Verónika, Bhavna, Sapna, Subhab, Prem, Kajol, Rinki, Amisha, Mina, Pratik o Geeta, por tener alguna discapacidad, o por sus propias circunstancias personales, no han podido ser dados en adopción, ni probablemente lo serán nunca.

José Luis Gutiérrez Muñoz es Profesor Titular del Departamento de Escultura de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid. Residente en Pinto, es el promotor de una labor humanitaria, desde 2004, en orfanatos de India, Nepal y Ecuador. Ha publicado dos libros sobre sus experiencias, "De sol y de luna", en el que relata la adopción de sus dos hijas, y "La balsa de Quingue", relatos sobre la vida de los niños y niñas de estos orfanatos. El año pasado publicó su primera novela "Por amor al arte" y este año ha publicado "Lugares del abandono".

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