Valdemoro cañí
Al maestro Jorge Bermejo, el último torero de Valdemoro
Si alguien preguntara por la relación de Francisco de Goya con Valdemoro, cualquier chaval de la ESO responderá inmediatamente “¡Los frescos de la Iglesia!”. Y, desde luego, estaría en lo cierto: Goya y su cuñado, Francisco Bayeu, nos regalaron su arte en la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción.
¿Es todo? Desde luego que no. Nuestra vecina Nicolasa Escamilla, una de las primeras mujeres toreras, también fue inmortalizada por el de Fuendetodos en los grabados que dedicó a la tauromaquia. Y aquí me detendría, interrumpido por la corrección política, que nos condenaría a la más caliente caldera del Diablo Cojuelo por asociar en una misma página tres conceptos rabiosamente incompatibles: feminismo, cultura y toros.
Y es que algunos considerarían -cosas de los tiempos- a La Pajuelera una “asesina”, a Goya un propagandista del crimen y a la tauromaquia un aberrante espectáculo de sangre, tortura y muerte.
Todas las opiniones son respetables, pero… no. Que no nos digan que la tauromaquia no es cultura ¡Que le pregunten a Alberti, a Lorca, a Picasso o a Miguel Hernández! Los toros son una seña de identidad tan nuestra, como lo pueden ser la Movida Madrileña o el teatro de Boadella. Por muy rancio que les suene a algunos, eso somos, es nuestro acervo y pertenece a nuestra forma de entender la vida y afrontarla, Marvin Harris dixit.
Costumbres, mitos, creencias, normas y valores, así como la gastronomía o el folclore guían y estandarizan nuestro comportamiento como miembros de un grupo social. Lo taurino, incluso de forma subconsciente, forma parte de nuestro vocabulario más habitual, es decir, pues lenguaje es pensamiento, pensamos en clave taurina. Agarren ese toro por los cuernos.
Yerran quienes asocian lo taurino con la derecha. Nada más popular y socialista que una plaza de toros llena hasta la bandera, con su banda tocando alegres pasodobles, el respetable silbando a la presidencia y colándose en el tendido de sombra. No es cuestión de política, es deporte, como lo definió el mismísimo Hemingway; en el coso los únicos colores son los que lucen los toreros en sus trajes.
Personalmente no entiendo de toros, nunca he ido a una corrida —todo lo más a alguna capea de fin de curso— pero no quiero que nos los quiten. No quiero que vandalicen el toro de Osborne ni los frescos de Goya, porque eso sí sería un culturicidio, por no citar a Freud, que seguramente, tendría mucho que decir sobre el antitaurinismo.
En apenas unas semanas Valdemoro se vestirá de luces, los antiguos alumnos de la Guardia Civil celebrarán su Asamblea General, tendremos, con toda probabilidad, una Jura de Bandera para personal civil y la procesión del Corpus en la Plaza de la Constitución ¿Puede haber algo más revolucionario que ‘lo cañí’? Que no nos lo cuenten, que cada cual disfrute de lo que le gusta y respete lo que no es de su agrado.
España, Valdemoro y yo somos así.
Pedro | Miércoles, 17 de Abril de 2024 a las 07:02:17 horas
Si se relaciona con la derecha es por algo, no es un comentario gratuito. Por tu experiencia sabrás de sobra que TODO sí es política, la política lo es todo y no solo la parte institucional de un Ayuntamiento o el Parlamento.
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