El Taller de Teatro de Pinto ofreció el pasado fin de semana en el teatro
Francisco Rabal ante más de 300 espectadores su, hasta ahora, última
representación de 'La puerta estrecha'. Fue precisamente en el Francisco Rabal,
el 6 de noviembre de 2010, cuando este grupo amateur estrenó el montaje que le
consagraría como una de las mejores compañías de teatro aficionado de España.
Las decenas de premios conseguidos por toda la geografía nacional hablan por sí
solos
La compañía | Después de decenas de representaciones, el virtuosismo que han alcanzado los actores de 'La puerta estrecha' y la perfección de la puesta en escena son evidentes. Si comparamos las dos representaciones de la obra en el Francisco Rabal, la de 2010 y la de 2014, vemos que el Taller de Teatro de Pinto ha dado un significativo salto cualitativo. Hoy esta compañía amateur, en algunos aspectos, no se distingue para nada de otra profesional.
Y es que más que al texto en sí, el éxito de 'La puerta estrecha' se debe a la fascinante puesta en escena que consigue que ese espacio se traslade al cerebro de los espectadores. Desde la primera escena (la obra empieza con un flash-back, es decir, por el final), se ve el gran trabajo que hay detrás por parte de actores, dirección y equipo técnico del Taller de Teatro de Pinto.
La obra | 'La puerta estrecha', escrita por el dramaturgo Eusebio Calonge (Jerez de la Frontera, 1963) en el año 2000, es una obra
difícil, dura y comprometida, no convencional, inscripta en el subgénero de
teatro de la desolación. Fue interpretada por primera vez por la compañía de
teatro andaluza La Zaranda, de la que forma parte Calonge.
Relata la historia de una inmigrante cuyos sueños de bienestar acaban en un prostíbulo, en la absoluta indigencia y con las facultades mentales perdidas. Es una historia de exclusión y desesperanza, desarrollada en un ambiente sórdido y hostil.
Como explica el Taller de Teatro de Pinto “en ‘La puerta estrecha’ se desnuda el drama que viven centenares de personas con una esperanzadora salida sólo en sus sueños, sus sombras, sus recuerdos, su memoria… pero que se ven excluidas de toda posibilidad de inserción en sociedades que siempre terminan por marginarles. Es una puerta de los infiernos y caminos que no llegan a ninguna parte”.
El mensaje | Las viejas puertas que los grises personajes
abren y cierran, su inframundo desolado y el ambiente gris que impregna todo el
escenario de artilugios de madera de barraca, lanzan a los espectadores un
mensaje en el que la muerte es el telón de fondo. Hacia ella van o vienen los
personajes, tanto la joven que emprende su viaje desde la miseria a un futuro
soñado entre brumas, como el anciano ciego que quiere acompañarla. Pero la
muerte, más fuerte y real que los sueños, no permite arribar en el puerto
soñado. Las dos miserables mujeres y el nauseabundo dueño del prostíbulo son
tres espectros guardianes de la muerte que abren y cierran puertas convirtiendo
en tortuoso laberinto el camino de las ilusiones que se extravían y se hacen
imposibles.
Pero en medio de esta desolación, como es propio de todo lo humano, surge el
humor, aunque no puede ser otra cosa que humor negro. Todo este conjunto de
elementos interpretativos enriquecen el discurso y lo dotan de una enorme
fuerza plástica. Es evidente que el autor del texto entronca con el teatro de
la muerte de Tadeusz Kantor, pero también, aunque probablemente no está en las
pretensiones del texto de 'La puerta estrecha', a quien esto escribe le parece
ver el legado teatral de Valle Inclán.
Los actores | Pero por encima del texto, en 'La puerta
estrecha' destaca de forma elocuente el trabajo actoral, básico en el teatro. Como
ya se ha señalado antes, el éxito de la obra se debe a la fascinante puesta en
escena (chapeau para la dirección
artística) y al talento de los actores.
En este sentido destacan sobremanera Tina Rojas (La Chancla) y Belén Díaz (La Pájara), que bordan sus papeles. Estas dos actrices han interiorizado y perfeccionado tanto sus respectivos personajes que nos dejan ver con multitud de matices interpretativos el alma de esas dos miserables mujeres que son La Chancla y a la Pájara.
Los otros tres actores complementan dignamente a las actrices estelares. José Luis Olmedo, en el papel del amanerado Don Saturno, dueño del lupanar, está convincente. Zaida Domínguez, en el papel de La Calaca, interpreta con solvencia el papel de frágil víctima de las redes de prostitución que cierran la puerta a sus sueños. Y Rafael Martín-Maestro da credibilidad a El Jarabe, el desesperado personaje del viejo ciego.
En las últimas dos semanas el Taller de Teatro de Pinto, con
su estreno de 'La reina de belleza de Leenane' y con su última interpretación
de 'La puerta estrecha', han dado un recital de buen hacer digno del más
caluroso aplauso. Es un honor tener en Pinto a un grupo teatral de esta entidad,
excelente y vivo símbolo cultural que tanto y tan bueno aporta a la cultura de
la ciudad.
Ramiro | Martes, 08 de Abril de 2014 a las 10:16:44 horas
He colocado este comentario en el numero del 12-2
Enhorabuena al grupo de teatro, con el que siempre me senti vinculado, y creo trabaje con ellos, en todo lo que pudimos.
El miedo es poderoso. Yo decidi vivir la vida sin miedo.
decia Cieri Estrada Doménico : "La causa de la mayoría de los problemas de relaciones humanas esta en la falta de reconocimiento mutuo." Yo no os olvido, y siempre os recuerdo con respeto y cariño. Saludos
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