Reseña de 'Vientos dominantes'
Antes de adentrarnos en el somero análisis del libro que hoy nos ocupa, Vientos dominantes, quisiera hacer una breve presentación de su autor, Antonio Martín-Carrillo. Muchos, sin duda, lo conocéis y estáis al tanto de su trayectoria profesional y personal, de la versatilidad de sus capacidades y de su infatigable capacidad de trabajo. Para quienes no lo conocéis, diré que Antonio es un hombre polifacético, con un espíritu Renacentista del S. XXI, tanto por esa dedicación al mundo de las Ciencias como al de las Artes y las Letras. Ingeniero Aeronáutico y Doctor en Ciencias Económicas y Empresariales, actualmente trabaja en ADIF. Ha sido Decano del Colegio Oficial de Ingenieros Aeronáuticos de España y Vicepresidente de los Ingenieros Aeronáuticos Europeos. Trabajó como Ingeniero Aeroespacial en España y en los EEUU y fue elegido “Fellow” por la institución norteamericana Eisenhower, siendo becario en la NASA. Experto en nuevas tecnologías y materiales, contribuyó a implantar en España el AVE. Ha sido profesor de Tecnologías del Transporte en la Universidad Pontificia de Comillas y de Economía en la Universidad Complutense de Madrid. Hace años estuvo involucrado en la vida política española y fruto de aquella experiencia emergen sus versos más crudos y despiadados. Ha publicado también artículos científicos y técnicos en revistas especializadas en español e inglés y colabora en libros de amplias materias y temas. Su talante humanista le conduce a la creación de composiciones literarias que serán el espíritu o la letra de canciones en composiciones musicales. Esta última inquietud le lleva a escribir y publicar libros de poesía.
En el año 2001 publica su primer libro de poemas A cielo abierto (2001) donde ya despuntaba como un poeta urbano, juguetón con la palabra, con la musicalidad y ritmo que le proporcionaba la rima, donde la fuerza de los sentimientos de sus seres queridos, sus espacios, su cotidianidad, tenían más fuerza que la arquitectura métrica y estrófica. En esta obra primeriza se valoró su destreza en la utilización de un lenguaje coloquial y la reflexión a partir de acontecimientos o situaciones cotidianas y por el frecuente recurso del calambur.
Comencemos ya con el protagonista de esta presentación: El nuevo libro de Antonio que irrumpe nuevamente con otro poemario: Vientos dominantes.
Nos encontramos con un libro de poemas estructurado, según nos indica el autor en su prólogo, que los inicia con una original iconografía (una adivinanza, desafío al lector), en nueve capítulos: Aires Invisibles e Imprevisibles; Matemáticas Amorosas; Poesía Alfanumérica; El Rincón del Cielo; Espesas Nubes Negras; Fábulas del viento; Senderos del Aire; Un grito en el cielo y La rosa de los vientos.
Debo decir que, al terminar la primera lectura del mismo, pensé que debería haberse titulado Vientos cruzados más que Vientos dominantes, y lo digo porque es tal la amplitud temática, los diversos intereses vitales que muestra Antonio en sus poemas, que los vientos a que alude serían todos los vientos cruzados de la vida, en todos sus modos y con todas sus fuerzas e intensidades.
El libro se abre con una cita de Benedetti que ya sitúa a autor y lector como una criaturas expuesta a esos “vientos dominantes” del título. De ahí la constante presencia de las “preguntas”. “El hombre busca respuestas y encuentra preguntas”, se nos dice. Pero es que esa es precisamente la función de la poesía. Ya lo decía Rilke, con tanta vehemencia como precisión, en sus Cartas a un joven poeta, cuando aconsejaba al joven poeta Kappus que tuviera paciencia con todo lo que no estaba resuelto en su corazón y le invitaba a “amar las preguntas mismas, como cuartos cerrados y libros escritos en un idioma muy extraño. No busque ahora las respuestas, que no se le pueden dar, porque usted no podría vivirlas. Y se trata de vivirlo todo. Viva usted ahora las preguntas. Quizá luego, poco a poco, sin darse cuenta, vivirá un día lejano entrando en la respuesta”.
Desde las preguntas Antonio nos ofrece sus respuestas. Respuestas a la gran pregunta de la vida, porque, hora es ya de decirlo, ése es el gran tema del libro: la vida, la vida de Antonio como compendio de nuestras vidas, la vida con todas sus solicitaciones y todas sus repulsas; la vida abordada con ilusión y alegría unas veces; con indignación y desdicha, otras. Por eso, Antonio ordena su libro en torno a sus pasiones, porque sabe, con Kierkegaard, que “quien se pierde en su pasión ha perdido menos que quien pierde su pasión”.
¿Y qué orden nos propone? Una división del libro en nueve capítulos; un nueve que nos recuerda los nueve círculos de Dante, los del infierno, sí, pero también los del purgatorio y los más dulces del paraíso, porque en esos nueve círculos o capítulos, como hemos dicho, quiere ocupar la vida entera.
La primera parte se centra en lo invisible, en la necesidad de volar que abruma al hombre, en el deseo de remontar el vuelo de este mundo mezquino para encontrarse consigo mismo. El poeta, que se identifica con el albatros de Baudelaire, tan torpe en tierra pero tan magnífico en vuelo, nos propone diversas reflexiones sobre la propia condición humana, sobre el amor como forma de salvación, sobre la memoria como garantía de identidad. También se manifiesta la inquietud por el tiempo, pero junto con el tono elegíaco que a veces asoma, el poeta se sirve del humor para enfrentarlo. Así, combina la constatación melancólica
el que hizo crecer
la espina de la rosa flor.
con la mirada jocosa,
Cincuenta tacos
son una buena ración
de trocitos de jamón.
En esta primera parte, como corresponde a su temática, la voz del poeta se torna meditativa, sin por ello renunciar a los juegos conceptuales, como en el poema “Un único” o al más franco coloquialismo. El tono es, en general, esperanzado y optimista: el amor nos ayuda a combatir el tiempo, y la naturaleza nos ofrece también su sabia lección para sobrevivir frente a los “vientos” tenaces del título y de la vida.
En la segunda parte, titulada “Matemáticas amorosas”, el poeta trata de mostrarnos la estrecha imbricación entre la matemática y la vida. No se trata de fríos números y leyes, sino del álgebra dulce de la vida, de la “simetría asombrosa” de las ecuaciones diferenciales, o de la “elegancia geométrica de las formas naturales”. La matemática no está fuera de la vida, sino dentro de ella, en su mismo meollo, y el autor nos invita a descubrir sus recónditas bellezas, la confusión de una recta que finalmente se descubre curva, el placer de elevar al cubo un cubo de cervezas, o la trigonometría de los senos, sí, esos senos, justamente en los que estáis pensando:
afilado y puntiagudo,
es precioso,
perfecto y apreciado,
si con escote tangente,
simétrico es su adyacente,
circunscrito y contenido
en dicho ángulo agudo.
Más cercana a la cabriola intelectual, sin abandonar el mundo matemático, es la tercera parte, titulada “Poesía alfanumérica”, donde se nos ofrece una visión inédita de los números, siempre teñida de humor. Es como si el poeta quisiera acercarnos a la matemática desde la risa. Y a fe que lo consigue.
Aquí el lenguaje se vuelve más conciso y juguetón, se llena de pequeños guiños conceptuales, y juega con frecuencia con la silepsis o dilogía, es decir, emplea una palabra con dos o más significados simultáneamente.
A lo hasta ahora mencionado siguen otras dos partes que entran en claro contraste. “El rincón del cielo” concentra lo positivo, y “Espesas nubes negras” lo negativo. El amor, la felicidad, la alegría sin fisuras de la infancia, la amistad o la religión como fuente de consuelo pueblan ese rincón del cielo. La mentira, la desdicha, la infamia y la amargura constituyen en cambio esas “espesas nubes negras” que nublan la vida del hombre sobre la tierra. El tono vuelve aquí a ser meditativo, y el poeta se permite algún juego con los caligramas.
La sexta parte, como sugiere ya su título de “Fábulas del viento”, está protagonizada por animales de lo más variopinto, que ilustran actitudes, conductas y pasiones humanas. La brevedad sentenciosa y el invariable humor vuelven a estar presente aquí. Y el lector va desde el sarcasmo político que se apoya en el calambur cuando lee el poema “Perico el borrico”:
quería ser alcalde.
Pensó que era un as.
Pero… un as no era.
Un asno era.
A la reflexión sobre el tiempo y la relatividad que se encierra en el poema “El paso de tortuga”, o a la pura facecia(1) de “El paso de cebra”, donde el poeta nos advierte
Ten cuidado con el paso de cebra,
que te puede salir un animal.
La séptima parte “Senderos del aire” está dedicada a los viajes. El poeta presta idéntica atención a lo exótico y remoto de Canaima, en Venezuela, que a lo inmediato y cercano de Hoyo de Manzanares. Se recrea en los viajes en tren, se entristece con las estaciones abandonadas y muestra una especial sensibilidad para la captación de la naturaleza. El tono se remansa aquí, se vuelve ligeramente más grave y profundo, porque el poeta conoce la importancia de los viajes. Sabe, como Nicolas Bouvier, que un viaje no necesita motivos, que enseguida prueba que se basta a sí mismo. Creemos que vamos a hacer un viaje, pero pronto nos damos cuenta de que es el viaje el que nos hace a nosotros mismos.
Las dos secciones que cierran el libro (“Un grito en el cielo” y “La rosa de los vientos”) son las más azotadas por los vientos de la actualidad y, en concreto, de la política. Como sabéis, el autor ha estado involucrado en la vida política. En estos versos se indigna con sus miserias, despotrica contra la sumisión de ciertos prebostes y el miedo de algunos otros; lanza sus diatribas contra el terrorismo y la violencia, contra la inoperancia de la justicia y la condescendencia con los criminales. El tono es, por momentos, exaltado, y el autor no se arredra ante el exabrupto ni pone cortapisas a su indignación desbocada, que incluso descarrila en el insulto. Es, sin duda, la parte más vehemente del libro, pero también la más sometida a los vaivenes de la actualidad, la más efímera quizás, aunque al final Antonio recupera el humor y nos arranca alguna sonrisa con sus juegos de palabras e incuso con sus citas, como aquella de Pío Cabanillas que prevenía “Cuerpo a tierra, que vienen los nuestros”.
Vientos dominantes, pues, y vientos cruzados, como decía al principio de estas palabras, porque Antonio ha querido contar y cantar la vida entera, con sus fervores y sus indignaciones, con su ternura y su desgracia, con la cálida matemática del lenguaje. ¿Y cómo lo hace, con qué vehículo expresivo? Es tanto lo que quiere decir y contar y cantar, que no se puede contener en los moldes de la métrica. La fuerza incontenible de su palabra no soporta las cortapisas del ajuste métrico, y su voz se desborda a veces, se concentra otras y se desmanda en ocasiones. Pero siempre encontramos en su empleo de la palabra la chispa feraz del ingenio que dirige su sentido. Es la suya una poesía conceptista, en el más noble significado del término, es decir, una poesía que explota a fondo las posibilidades significativas de la palabra, que juega con ella para exprimir el zumo de su sonido y su sentido, que se divierte con el calambur, la dilogía y la pura facecia para hacer sentir y para hacer reír, para hacer entrar en nuestra vidas el viento feraz de la alegría. Por eso sólo puedo terminar invitándoos a todos a que os dejéis despeinar por estos Vientos dominantes que nos trae Antonio en sus versos.
DRAE: FACECIA: Chiste, donaire o cuento gracioso.
Milagros Sánchez-Redondo Zapardiel (Licenciada en Filología Hispánica, UCM. Profesora del ÍES Juan de la Cierva. Dp.to Lengua y Literatura española. Involucrada en el mundo didáctico y literario siempre desde el gusto y disfrute de la lectura, ha propiciado su participación en la publicación de artículos literarios, en revistas literarias, en cursos para fomentar el hábito lector, en el CAP, ha recibido el Primer Premio de la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid (C.E.C.M) en la innovación de proyectos educativos (2004), ha realizado para La C.E.C.M el proyecto de investigación sobre la lectura de textos de diferentes ámbitos y soportes.(2009)
Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.182