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Cartas de los lectores | Carta a una culpable

Lunes, 29 de Septiembre de 2014 Tiempo de lectura:

Mi nombre es Beatriz, viuda de Juan José Martínez Martínez, Guardia Civil de Tráfico que perdió su vida el 19 de diciembre del 2009.

Actualmente tengo 37 años, pero el día que usted, Doña E. M. G. me quitó parte de mi vida y de la de mis hijos tenía 32, un hijo de 5 años y un bebé de tan solo 8 meses.

El pasado 8 de septiembre de 2014, casi cinco años después del fallecimiento de mi marido, por fin la conocí, estaba sentada justo enfrente de usted en aquella sala de espera de aquellos juzgados; creo que usted no me reconoció, quizás porque esperaba a alguien más mayor o quizás vaya usted a saber por qué.


Durante todo el tiempo que coincidimos en este lugar separada de usted por apenas un metro y medio, pude observar y escuchar sus argumentos y los de su abogado preparando su defensa.  Oí claramente como comentaban que estas cosas pasan, que fue un accidente, que el vehículo que se hallaba en el tercer carril de la A-6 y al cual mi marido estaba auxiliando también le había pasado. Oí tantas cosas que usted decía… tantas cosas que le decía su abogado… como que no se preocupase, que no le iba a pasar nada… ¡qué razón tenía!


Pues bien señora, lo que a usted le pasó no fue un accidente sino un homicidio, un homicidio porque usted iba drogada, coloquialmente denominada como fumada, usted se saltó todo el control policial invadiendo la zona de seguridad que los agentes habían determinado mediante conos, luces, señales etc. Usted no varió ni un centímetro su trayectoria arrollando todo lo que tenía por delante a una velocidad de 104 km/h; entre aquellas cosas que usted se llevó por delante se encontraba mi marido que no tuvo tiempo de reaccionar y ponerse a salvo, a salvo de personas como usted. Circulaba sin control, quizás porque el efecto de las drogas le hacía ser un peligro público al volante o quizás también porque carecía del seguro obligatorio de responsabilidad civil para la circulación de vehículos a motor y pensando usted que aquello era un control rutinario no detuvo su vehículo.


Tras casi cinco años de espera a que usted sea juzgada, la justicia alega dilaciones indebidas, es decir que ha pasado mucho tiempo desde los hechos hasta el día de hoy y por alguna razón que escapa a mi entendimiento la condena que inicialmente pedían tanto el fiscal como mi abogado de tres años de prisión debe ser rebajada porque la acusada ha pasado mucho tiempo con la espada de Damocles encima y de alguna forma hay que compensar dicha espera.


Regresa a su casa victoriosa y triunfante porque tal y como le advirtió su abogado no tenía nada que temer, la justicia de este país es así, inculpa al culpable. Antes de marcharse de aquellas dependencias nos dio a mi familia y a mí la estocada final trasmitiéndonos que usted también había tenido lesiones… y yo me pregunto: ¿Qué clase de persona es usted? ¿De qué lesiones me habla? Las lesiones que usted le produjo a mi marido eran incompatibles con la vida debido a la brutalidad del impacto, las suyas fueron por su propia negligencia al volante.


Mi marido no era nadie ni para usted ni para la sociedad, solo era un Guardia Civil de Tráfico cumpliendo con su deber y dando su vida por ello. Pero hay una salvedad, que para nosotros, para su mujer, para sus hijos, para su familia, para sus compañeros y amigos, sí era alguien, era Juanjo, era mi marido y el padre de mis dos hijos que usted se encargó de dejar huérfanos con tan corta edad. 


Sin más dilación como dice la justicia, me despido de usted esperando que algún día, de una u otra forma pague por  lo que hizo.


Atentamente,

Beatriz Sánchez.

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