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Laura Rodriguez

El lío del PP

Miércoles, 24 de Septiembre de 2014 Tiempo de lectura:

¿Por qué Rajoy se empeñó en reformar la ley del aborto sobre la que no había demanda social ni siquiera en sus propios votantes, salvo en los sectores más conservadores? Que era una promesa que llevaba en su programa electoral con el que ganó las elecciones de 2011 no es de recibo puesto que ese programa está lleno de promesas incumplidas o, lo que aún es peor, de propuestas a las que se les ha dado la vuelta como a un calcetín para hacer lo contrario de lo que se prometió. Dice ahora Rajoy que retira la ley porque “no tiene consenso”. Otra ‘boutade’ de este oscuro político, porque en lo que va de legislatura aprobó leyes importantes -por ejemplo la nueva Ley de Educación- sin consenso de nadie.

 

Con su decisión de llevar adelante el polémico proyecto de ley sobre el aborto y su retirada tardía -como siempre con Rajoy- es dudoso que haya dejado contento a casi nadie. El error ha sido doble, tanto por provocar una fractura interna con una ley que no era necesaria, como por los argumentos y las formas para renunciar a ella.

 

Pero lo más inquietante de todo esto es que el PP se presentaba como el defensor del nasciturus, el abanderado del derecho natural a la vida “de los más desvalidos”, “de los que no tienen voz para defenderse”, argumentaban, y tras los cálculos electorales ha dado un giro copernicano y abandona esta bandera que ellos mismos habían enarbolado. Si ante algo tan importante como un “derecho inviolable a la vida del nasciturus”, como ellos lo han calificado, dan marcha atrás por estrategia electoral, ¿qué podemos esperar sobre otras promesas del PP menos trascendentes?

 

En cuanto  a la figura de Gallardón en su gestión ministerial, lo mejor que se puede decir es que ha reaccionado con coherencia al dimitir ipso facto. No es que sea un gran gesto, es lo obligado, lo normal en cualquier democracia, pero claro estamos en España y aquí ese gesto ordinario y obligado tiene el valor de lo excepcional. Por lo demás, el capital político que Gallardón se había labrado durante sus dos mandatos como presidente de la Comunidad de Madrid (1995-2003) y posteriormente en la alcaldía de la capital de España (2003-2011), siempre triunfando en las sucesivas elecciones con mayorías absolutas, lo ha echado por tierra en sus dos años y medio de ministro. Y no sólo por el fracaso del innecesario proyecto de reforma de la ley sobre el aborto, sino por otros muchos jardines no resueltos o mal resueltos que le han enfrentado con la sociedad, con los jueces, con los fiscales y, sobre todo, por esa imposición de la ley de tasas que da una ventaja a los que tienen dinero para pagar la justicia sobre los que tienen menos dinero, algo que debería ser intolerable en una democracia. Gallardón pasó de ser un “verso suelto” en el PP, como él se había definido cuando su popularidad de buen gestor era máxima, a un verso inútil que se ha visto obligado a abandonar el escenario político por la puerta de atrás. Requiescat in pace.

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