Polémica por la construcción de unas pistas de pádel

Para conocer la raíz del problema hay que remontarse hasta el año 1995. La constructora Egido cedió a las viviendas del barrio de los Pitufos el uso privado de unas pistas de tenis a través de Ascare (Asociación Cañada Real). Según reflejan sus estatutos, tendrían condición de miembros “todos los propietarios de la urbanización por el solo hecho de serlo de las viviendas y locales”. Asimismo, debía promover todo tipo de actividades “para mejorar las condiciones de calidad de vida de los asociados”.

Con el tiempo muchos vecinos dejaron de pagar las cuotas, hasta quedar tan sólo 16 personas, un hecho por el que según los estatutos se pierde la condición de miembro de Ascare. La falta de ingresos, patrimonio único de la asociación, llevó al abandono de las pistas de tenis y a la inactividad de la asociación desde el año 2007. “La constructora vio que ahí podía haber un incendio o robos así que decidió buscar a alguien que se hiciese cargo instalaciones”, comenta Carlos Muñoz, gerente de Caralocio.

Nueva situación

“Estuvimos viendo todo el invierno cómo entraban y salían camiones sin saber qué ocurría porque nadie nos había dicho nada”, recuerda un vecino que, al igual que el resto, prefiere permanecer en el anonimato. Sin embargo, Carlos Muñoz asegura que Ascare “envió una circular a los vecinos” convocando de una reunión en la que se informó que “o se animaba la gente a pagar o habría que tomar medidas”.

Los vecinos, que han escrito numerosas quejas al Ayuntamiento, se sorprendieron de la rapidez de las obras: “En tres meses levantaron todo, trabajando hasta cuando llovía, incluso daba la sensación de que cuando les denunciamos iban más deprisa”. En mayo se pusieron en funcionamiento las cinco pistas de pádel que actualmente ocupan el complejo y que afectan a los residentes de las calles Democracia, Fraternidad y Tierno Galván, entre otras.

A las pistas de pádel, los vestuarios móviles y la recepción Caralocio pretende sumarle algún campo más y una zona de zona minigolf para “organizar cumpleaños y campamentos de verano, siempre dentro de la labor club social que se realizaba antes”. Ascare, a cambio de esta cesión, recibe un trato preferencial en el club deportivo.

Quejas

Los vecinos afectados sienten que, de la noche a la mañana, se han convertido en unos desconocidos en su propia urbanización. “Nos está afectando en todo. Hay mucho ruido, constantemente caen pelotas en nuestro jardín, aparcan mal los coches y nuestros hijos tienen que estar oyendo insultos todo el día”, relatan. El momento más tenso fue sin duda el día inauguración, cuando los asistentes “aparcaron en zonas verdes” y estuvieron jugando hasta “pasadas las 01.00 horas”.

Ante las quejas constantes Caralocio concretó una reunión con los vecinos en la que, además, pedía que se cesasen las acciones violentas: “Ha habido amenazas verbales al presidente de Ascare e incluso le han llegado a rallar el coche”, afirma Muñoz sobre un hecho que los vecinos niegan tajantemente. La reunión, en la que estaban todos “muy calientes”, no sirvió para limar asperezas.

La actuación del Ayuntamiento

Ante la imposibilidad de llegar a ningún acuerdo, el grupo de vecinos afectados ha remitido al consistorio numerosos escritos de los que sólo se ha contestado en una ocasión porque “las reclamaciones eran poco concretas”. Lo cierto es que los servicios técnicos sancionaron económicamente a Caralocio por realizar las obras sin autorización y se les requirió una licencia de instalación con un proyecto ante las deficiencias de la declaración responsable presentada.

Una vez finalizada la construcción, el Ayuntamiento requirió que se instalasen redes para reducir la salida de pelotas y barreras acústicas para minimizar la transmisión de ruido y evitar el impacto visual, así como modificar el sistema de iluminación para impedir la intensidad lumínica. De nuevo el consistorio a punto estuvo de abrir a la empresa un nuevo expediente ante la dilación en la instalación de estas medidas, aunque esta vez sí pudo sortearlo en el plazo de alegaciones.

Las posteriores visitas de los técnicos municipales han confirmado la adopción de las regulaciones solicitadas y aseguran que “se está trabajando para poder reclamarles nuevas medidas para que esta actividad sea lo menos perjudicial para los vecinos”.

Futuro

A pesar de las explicaciones, los vecinos consideran que no se les ha dado solución alguna a su problema. “El ayuntamiento se ha puesto de perfil- consideran los afectados- En la comunidad está creciendo cada vez más la indignación y ya somos cerca de un 60%”. Un número alejado de la realidad según el gerente de Caralocio: “Son sólo dos o tres vecinos a los que les afecta, el resto están contentos e incluso juegan en nuestras pistas”.

Aunque restan responsabilidad a la empresa y ponen el foco de sus protestas en la constructora y Ascare, este grupo de vecinos tiene previsto continuar por la vía judicial. “Hasta ahora hemos ido de buenas y no hemos conseguido nada, así que puede que tengamos que cambiar de estrategia”.