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Sergio Neira Nieto

Esto con Franco sí pasaba

Viernes, 25 de Octubre de 2013 Tiempo de lectura:

Se entiende por censura aquel poder que ejerce un Estado con el fin de prohibir la difusión a la opinión pública de una noticia, un libro, una película o cualquier tipo de documento, a través y con el cual se pueda atentar contra la "estabilidad política, la subsistencia e incluso directamente contra la existencia de un gobierno". El objetivo primordial que se persigue con esta actitud será siempre el de limitar y controlar la libertad de expresión, especialmente en aquellos casos en los cuales se postule una opinión contraria al "orden establecido", teniendo en cuenta que desde siempre, han sido las ideas las que han puesto en cuestión y en peligro cualquier régimen (político, económico e incluso bananero, como es el caso que trato).

Precisamente por esta situación, la censura suele ser el recurso más utilizado por las administraciones que observan una forma de gobierno cercana al autarquismo, nacionalismo e incluso fascismo, y por eso, todo lo que tiene que ver con el ejercicio del periodismo y su libertad de expresión, será objeto de atención y represión de aquellos organismos que en  general tengan asignada la tarea de controlar, y en particular tengan a un individuo dedicado a ello.

Entre 1938 y 1977, en España existió la llamada "Ley de Prensa" por la cual se estableció la censura. Esta Ley tuvo como principal objetivo situar a la prensa al servicio del régimen fascista, lo que suponía que los medios de comunicación debían colaborar con el Movimiento. En caso contrario, todo escrito que directa o indirectamente tendiese a "mermar el prestigio de la Nación o del régimen" o que entorpeciese "la labor del Gobierno", verían retiradas sus publicaciones del mercado, en el caso de que llegaran a salir. Una Ley que fue lógicamente útil para imponer la visión de una facinerosa dictadura, pero totalmente opuesta a los parámetros del derecho de la información. Más de treinta años después, abolida la dictadura y viviendo en un sistema democrático, la historia se repite: secuestro de publicaciones e imposición de una visión única (subvencionada, por supuesto). En definitiva, una situación que "con Franco sí pasaba", y ahora con Doña Carmen también.

La única diferencia entre ambas censuras, es que la primera estaba amparada por el ordenamiento jurídico totalitario del propio Régimen y la segunda, tan sólo respaldada por los espectáculos de circo de "su" cargo de confianza. Porque la censura en democracia además de ser ilegal (como indica la Constitución Española, que mes tras mes se pasan por el mismo lugar que la vergüenza) no es saludable. No es saludable comprobar cómo una alcaldesa ordena que se secuestren ejemplares de publicaciones independientes (y que luego encima, esté tan orgullosa de ello) ni tampoco lo es ver cómo un tipo, que cobra un sueldo de las arcas públicas cuyo único mérito sea el de haber sido el Elegido por "su" alcaldesa corra de edificio en edificio, cogiendo y guardando toda revista que no simpatice con los ideales preconstitucionales que demuestra, independientemente de la publicidad que contenga.

Me niego a pensar que la mayoría de los militantes y simpatizantes del Partido Popular están de acuerdo con las actitudes de Don y Doña caciques. Es más, estoy convencido de todo lo contrario, de que defienden, acatan y representan lo que la Constitución nos exige: respeto, derechos y libertad. Y creo sinceramente, que en este caso tan sólo se trata de dos incompetentes con miedo a que los ciudadanos conozcan lo que realmente hacen y deshacen en nuestro Ayuntamiento: la ruina y recesión de un pueblo que durante muchos años experimentó progreso y calidad de vida. Son sólo dos, pero igualmente son actitudes que hay que erradicar (democráticamente, con las ideas y los votos).

Tipos así, cuyo único oficio y beneficio es el de vivir de la política, sobran en el Ayuntamiento y en el gobierno, aunque no seré yo quien les diga que "se marchen" como ya nos recomendaron ellos meses atrás, para eso están las urnas que en su día se pronunciarán y la democracia que ellos no respetan.

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