Libros de texto
Comienza un nuevo curso y lo hace, cómo no, con el despliegue habitual de noticias, datos, estudios, reflexiones, anécdotas…, sobre alumnado, recortes, profesorado, calendario y, por supuesto, libros. Pues me sumo al despliegue.
Algo ha ocurrido últimamente que me ha extrañado. Hay
centros educativos, tanto concertados como públicos, que han anunciado la venta
de libros de texto directamente a sus alumnos; algunos, incluso, con un
suculento descuento sobre el precio en librerías. Algunos padres, centrados en
el ahorro del gasto familiar y en el carácter obligatorio de la educación,
celebran la iniciativa; sin embargo, llevando la reflexión un poco más allá, me
parece algo francamente alarmante, cuando no sospechoso o directamente ilegal.
La cadena del libro tiene un eslabón debilísimo en las librerías, que tienen en
la campaña escolar un balón de oxígeno importante, y uno gordísimo e
infladísimo en las editoriales, con unos sobreprecios vergonzosos y unas
prácticas de compensación-agradecimiento a los centros escolares más
vergonzosas todavía (pon mis libros y te regalo una pizarra, o te hago el 35%
de descuento, o...), por no hablar de ese hábito aceptado sin más de cambiar
los libros anualmente.
Este tipo de prácticas significa y supone el desprecio de los diversos agentes del sector, la competencia desleal entre editoriales, la manipulación de colegios y familias con la golosina de descuentos arbitrarios, la apertura de la puerta a una posible guerra de favores y contraprestaciones y, lo más importante, una espesa cortina de humo que oculta el verdadero problema: nadie es capaz de anteponer los intereses educativos y sociales a los económicos.
La tradicional indolencia de nuestros gobiernos estatales y autonómicos para regular el libro de texto, en correspondencia con la importancia que le dan -de boca, siempre de boca-, a la educación, más la imparable ruptura de la cadena del libro “por culpa” de la tecnología, propician e incluso fomentan prácticas como las citadas, cuestionables e indeseables. Y es lógico. Si en condiciones normales, no somos capaces de priorizar y consensuar, de una vez por todas, el sistema educativo, con la que está cayendo no lo vamos a hacer y, mientras tanto, cada uno aprovecha esa negligencia para hacer su agosto… y su septiembre y su octubre...
Elena | Miércoles, 02 de Octubre de 2013 a las 19:49:16 horas
No sé dónde está escrito que el libro de texto es un recurso obligatorio para que nuestro alumnado aprenda.
Todos sabemos que la única pretensión del libro de texto es la de dirigir-manipular lo que es objeto de ser enseñado y sobre todo la de continuar con el negocio de la educación.
Por todo esto les va muy bien que se siga polemizando sobre el tema, dando por hecho que todo el profesorado utiliza el libro de texto en sus aulas.
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