Dolores Soria Zapatero
Dolores Soria Zapatero es la creadora de la Fundación Santa Rosa de Lima, la primera residencia pública en nuestro municipio para ancianos sin recursos económicos. De su vida se conocen pocos datos, pero el personaje da nombre a una de las calles más importantes de Pinto, así como a un patronato y a una residencia pública.
Dolores Soria nació en el año 1864. Pasa la mayor parte de su vida en Pinto y muere el 16 de febrero de 1921. Heredera de una gran fortuna familiar, no tuvo descendientes. Mujer piadosa y sensible a los problemas de los más necesitados, el 5 de octubre de 1916 firma un testamente en el que establece la fundación del “Asilo de Santa Rosa de Lima”.
El testamento
La cláusula 14ª del testamento de Dolores Soria dice así: “Teniendo en cuenta lo beneficioso que es un Establecimiento para aquellos seres que por su avanzada edad no puedan proporcionarse el sustento necesario, dispone la referida señora testadora que para sus testamentarios y sin intervención de autoridad alguna civil, judicial o eclesiástica, que desde luego prohíbe absolutamente, se proceda, previas las formalidades que la ley determine, a la fundación de un asilo para diez pobres sexagenarias que se titulará “Asilo de Santa Rosa de Lima”, constituyéndose con arreglo a los Estatutos, se constituya en esta villa de Pinto y en la casa de su propiedad situada en la calle del Egido de la Fuente número trece, la cual reúne las condiciones necesarias de salubridad para esta clase de establecimiento y por lo tanto puede instalarse en la misma con poco gasto, teniendo en cuenta que no necesitan lujo, sino por lo contrario modestia, decencia y buena administración que es lo importante.”
La fundación
Nace de esta forma la primera Residencia Pública y es entonces cuando Dolores Soria Zapatero decide crear una fundación para garantizar a los ancianos de Pinto una residencia digna, que les permitiera pasar los últimos años de su vida en las mejores condiciones posibles, y con la mayor gratuidad posible.
De esta forma quedaba firmado un testamento en el que aseguraba unas mínimas reglas del juego y se confiaba en la buena fe de los políticos, contribuyentes del municipio y juez de paz para que su voluntad fuera cumplida y por extensión sus beneficiarios, los mayores, tuvieran el tratamiento que la testadora entendía lo más justo posible.
Para tal fin, la fundadora no dudó en poner en manos de los gestores públicos un importante patrimonio compuesto por dos edificios en Madrid, que serían una importante fuente de recursos.
Es de decir, que hubo un tiempo, desde el fallecimiento de Dolores Soria en 1921 hasta que llegó la democracia municipal (1979), en el que se gestionó de manera eficiente y cumpliéndose ese fin, puesto que los dos edificios de Madrid aportaban los ingresos necesarios para el mantenimiento de la residencia, permitiendo una capitalización continúa sin depender de ingresos municipales.
Desaparición del patrimonio
La historia da un giro inesperado con la llegada de determinados gestores en la democracia que cubren de opacidad la gestión anual de la Fundación. Desaparecen parte de los bienes y patrimonio dejados para los fines fundacionales y se pasa a darles un destino diferente al que quiso dar su testadora.
A modo de ejemplo el testamento de Dolores Soria prohibía la venta del patrimonio, sin embargo en 1986 los patronos venden un edificio de cuatro a alturas en la calle Amparo, 13 de Madrid (con unos 20 metros de fachada aproximadamente), que no se llegó a escriturar hasta 10 años después.
La fundación, dirigida por los tres patronos: alcalde, juez y mayor contribuyente del municipio, tienen la obligación de destinar el patrimonio a los fines fundacionales. En caso de incumplimiento se establece un derecho de reversión en favor de la línea hereditaria de los albaceas. La opacidad que ha imperado en la gestión de los últimos decenios sobre la fundación, puede llevar a pensar que no se han cumplido los mencionados fines fundacionales. Por otro lado, se ha olvidado que una de las líneas de descendencia de uno de los albaceas, no se ha quebrado, siendo quien firma este escrito una de las herederas legitimada para la reversión [Dª Ana García Gómez].
*Ana María García Gómez es socia de honor de la Asociación de Mayores y Jubilados de Pinto.
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