Fin del ciclo de la “banda”. Editorial de la Revista Zigzag 182, edición Pinto.

Porque si algo destaca sobremanera en el chiringuito que montó en el Ayuntamiento de Pinto Antonio Fernández ha sido el culto al dinero como nunca antes se había conocido. Él y su clan se llevaron la mayor tajada, desde luego, aunque también supieron repartir, y para que nadie pudiese hacerles sombra se rodearon de una corte de ‘profesionales’, vagos, inútiles y demás especies que merodean por la política, a los que se les recompensó con unos salarios (de 38.000 a 55.000 euros) a los que no podrían aspirar ni en sus mejores sueños. Así es como Fernández consiguió formar una “banda” de incondicionales a la que puso el nombre de Partido Socialista Obrero Español, sin que nadie en Madrid protestase.

“Pero les votaron mayoritariamente”, dirán muchos con razón. Quienes conozcan las alternativas que ha habido hasta hace tres años a la banda de Antonio Fernández, entenderán la respuesta, la terrible sentencia: “más vale lo malo conocido que lo muy malo por conocer”. Además, Fernández ha sido un magnífico prestidigitador, un ilusionista. El mejor que hemos tenido en Pinto. Siempre supo sacar de su chistera los grandes conejos blancos de las soluciones a todos los problemas e intereses, y con su labia fácil, que él domina como nadie, hacía creer una y otra vez a muchos que la eficacia y la ética presidirían la vida pública pinteña. ¡Toma del frasco, Carrasco!

Pero el espectáculo circense de la banda pinteña ya no da más de sí. Además, el gris Tendero se hace un lío con las palabras y se le ve el truco. Y lo que es peor para ellos: La oposición, con Miriam (PP) y Reyes (JpP), el político mejor valorado de Pinto por la ciudadanía, ya no es la panda de incompetentes acomplejados de la que gozó Fernández durante 10 años con recochineo. Por otro lado, el prevaricador Penit (IU) y compañía (una “bandita” de vividores de la política a las órdenes de la “banda principal” o de quien les pague, que para eso están ahí) también pierde apoyos, aunque, según esta misma encuesta, sigan teniendo aún los suficientes para mantener representación en el Ayuntamiento de Pinto.

En fin, todo parece indicar que, al igual que ocurrió con el poder absoluto de IU en 1995, en Pinto se avecina un fin de ciclo, un tiempo de cambio que sustituya a la actual gazapera en el poder por gentes que respeten a los ciudadanos y busquen la ética y la transparencia en la gestión pública, la igualdad de todos ante la ley y que los gobernantes estén al servicio de los gobernados, y no al revés. Tal como están las cosas, parece que pedimos mucho, pero la verdad es que no pedimos otra cosa que acabar con las “bandas” y desarrollar los valores democráticos en Pinto.