Francisco Javier Valencia y Antonio Sánchez son los dos nuevos curas destinados por la diócesis para atender las necesidades de los fieles católicos de Ciempozuelos.
Francisco Javier Valencia y Antonio Sánchez son los dos nuevos curas destinados por la diócesis para atender las necesidades de los fieles católicos de Ciempozuelos. Ambos han sido consagrados presbíteros (sacerdotes) por el obispo de la Diócesis de Getafe, monseñor Ginés García, el pasado 12 de octubre en la basílica del Sagrado Corazón de Jesús, en el Cerro de los Ángeles.
Francisco Javier ejercerá su ministerio en el Centro San Juan de Dios y Antonio Sánchez en la parroquia de Santa María Magdalena, ambos en Ciempozuelos.
Francisco Javier Valencia
Lleva 46 años como hermano de San Juan de Dios. Su vocación nació en Sevilla, en el seno de una familia numerosa, y ha florecido en hospitales, centros de atención social y comunidades de misión. Pasó más de 15 años en Perú y Ecuador, donde vio de cerca la necesidad no solo de cuidados físicos, sino también del alma.
Fue allí donde nació su segunda vocación: “Vi la escasez de sacerdotes y la sed de Dios en la gente. En medio de mi trabajo, sentí con fuerza que el Señor me llamaba también al sacerdocio. Una llamada dentro de la llamada”.
Con sencillez y una sonrisa, reconoce que no ha sido un camino fácil: los estudios interrumpidos, los cambios de destino, el esfuerzo de volver a empezar ya de adulto… pero siempre con el fuego encendido. “El Señor ha sido fiel. Y ahora me entrega este regalo inmenso: servirle como sacerdote, entre los más pobres y los enfermos”.
Antonio Sánchez
De 24 años y natural de Alcorcón, descubrió la llamada al sacerdocio a los ocho años, al acompañar a su tío sacerdote, ya anciano y ciego, a celebrar misa. “Fue en lo pequeño, en lo cotidiano, donde sentí por primera vez que Dios me llamaba”, recuerda.
Desde entonces, esa semilla fue creciendo. “Me sobrecoge pensar que esto es para siempre. Quiero vivir mi sacerdocio para que otros tengan vida”.
Su lema vocacional lo toma del Evangelio de San Juan: “Para que tengan vida”. Un servicio que concibe como entrega total, aprendida no solo desde los libros, sino desde el altar, el confesionario y el rostro de las personas.
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