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¿Cómo evitar los sudores nocturnos en la menopausia durante este verano?

Branded Content Viernes, 11 de Julio de 2025 Tiempo de lectura:

Cuando el calor externo y el calor interno se juntan, las noches se convierten en una auténtica batalla. Las mujeres que atraviesan la menopausia saben bien lo que significan los sudores nocturnos: despertares empapadas en sudor, la sensación de sofoco repentino, la imposibilidad de conciliar un descanso reparador. Si a eso le sumamos las temperaturas estivales, el problema se multiplica. Pero entender por qué ocurren estos episodios y qué podemos hacer para minimizarlos es el primer paso hacia un verano más llevadero y, sobre todo, más descansado.

 

¿Por qué se producen los sudores nocturnos en la menopausia?

 

Durante la menopausia, el cuerpo atraviesa una serie de cambios hormonales, y uno de los más significativos es la reducción progresiva de los niveles de estrógenos. Estas hormonas están implicadas en la función reproductiva pero también juegan un papel crucial en el sistema de termorregulación del organismo.

 

Cuando los estrógenos disminuyen, el hipotálamo, que es el centro de control térmico del cuerpo, empieza a funcionar de forma errática, interpretando pequeños cambios de temperatura corporal como señales de alerta. El resultado: el cuerpo activa una respuesta de emergencia con la vasodilatación y sudoración, como si necesitara enfriarse urgentemente, incluso cuando la temperatura exterior no lo justifica.

 

De noche, estas “falsas alarmas térmicas” se manifiestan como sudores intensos, a menudo acompañados de palpitaciones, escalofríos posteriores y un sueño interrumpido. Y si a todo esto añadimos una ola de calor o un dormitorio mal ventilado, el panorama se complica.

 

Soluciones prácticas para combatir los sudores nocturnos en verano

 

Aunque no se puede evitar el descenso hormonal, sí es posible modificar el entorno y los hábitos para minimizar su impacto nocturno, especialmente en los meses más calurosos del año.

 

1. Ventilación y temperatura ambiental

 

Mantener el dormitorio fresco y bien ventilado es clave. Lo ideal es que la temperatura ronde entre los 18 °C y 20 °C. Si no se dispone de aire acondicionado, un ventilador orientado indirectamente hacia la cama o la instalación de un ventilador de techo pueden marcar la diferencia. Las sábanas de algodón transpirable también ayudan a mantener la frescura durante la noche.

 

2. Ropa adecuada para dormir

 

Evita la ropa sintética. Lo ideal es dormir con pijamas de fibras naturales como el algodón orgánico o el lino, que permiten que la piel respire. Incluso dormir sin ropa interior o con ropa holgada puede ayudar a evitar la acumulación de calor corporal.

 

3. Cenas ligeras y sin picante

 

La alimentación nocturna influye directamente en la termorregulación. Evita comidas pesadas, grasas o muy condimentadas, especialmente aquellas con picante o alcohol, que pueden disparar la temperatura corporal. Opta por cenas suaves, frescas y digestivas como ensaladas, sopas frías, verduras al vapor y proteínas magras.

 

4. Hidratarse antes de dormir

 

Beber agua fresca durante la tarde y justo antes de acostarse puede ayudar a equilibrar la temperatura corporal. Pero cuidado: no se trata de beber grandes cantidades, para no interrumpir el sueño con visitas al baño.

 

Apoyo natural para equilibrar las hormonas

 

Además de los cambios en el estilo de vida, algunas herramientas naturales pueden ayudar a suavizar los efectos de la caída de estrógenos y, con ello, reducir la frecuencia e intensidad de los sofocos nocturnos.

 

Las isoflavonas, presentes principalmente en cualquier producto de soja, actúan como fitoestrógenos, es decir, compuestos vegetales con una estructura similar a los estrógenos humanos. Estas sustancias pueden modular los receptores estrogénicos, ayudando a restablecer cierto equilibrio hormonal de forma natural.

 

Estudios clínicos han demostrado que suplementos de isoflavonas pueden reducir la intensidad y frecuencia de los sofocos en muchas mujeres menopáusicas, especialmente cuando se combinan con hábitos saludables y una alimentación equilibrada. Lo ideal es que estos suplementos estén formulados con dosis estandarizadas y se tomen bajo recomendación de un profesional de la salud.

 

Los sudores nocturnos en la menopausia no son una condena inevitable, y menos aún durante el verano. Con una combinación de estrategias prácticas nocturnas, ajustes en el entorno y el apoyo de herramientas naturales como las isoflavonas, es posible mejorar la calidad del sueño y reducir el impacto de estos episodios. Dormir bien en esta etapa es un derecho, no un lujo. Y con pequeños cambios, se puede recuperar ese descanso reparador que tanto influye en el bienestar diario.

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