
De 1913 a 1918, años de publicación de La Región, Enrique de Lossa redactó cientos de artículos de actualidad política, social, cultural y económica de un Pinto esencialmente agrícola en el que residían unas 2.500 personas.
Explicadas en el número anterior las principales características generales de La Región (1913-1918), la publicación más relevante del sur de Madrid hasta la década de los ochenta del siglo XX, este segundo artículo lo dedicamos a los temas pinteños tratados por este periódico.
Enrique de Lossa y García, corresponsal de La Región en Pinto, es, junto con el director de la publicación, Filiberto Montagud, el periodista más prolífero del periódico. A él debemos cientos de artículos de actualidad política, social, cultural y económica de aquel Pinto, esencialmente agrícola, de la segunda década del siglo XX que por entonces habitaban 2.500 personas.
Democracia formal y caciquismo
Componían la corporación pinteña de entonces 10 ediles, incluido el alcalde. Ninguno cobraba sueldos ni dietas. Y como las sesiones plenarias se celebraban los martes por la mañana, en la práctica se hacía imposible que trabajadores agrícolas, empleados y demás personas subordinadas pudieran desempeñar el cargo de concejal. Por eso, en palabras de Lossa, “los propietarios copaban la totalidad de los cargos políticos municipales”.
Además, las elecciones estaban viciadas de corrupción, pues se practicaba una sistemática manipulación electoral con el objetivo de mantener en el poder a las élites políticas y económicas, con la consiguiente ineficiencia del consistorio.
El corresponsal de La Región hará este duro balance de la gestión de los ediles ―uno de los cuales era él mismo― en los años 1916 y 1917: “Ha sido total y completamente estéril para los intereses municipales, cuya administración les fue encomendada (…). Se aprobaron asuntos de mero trámite, mientras que sigue en el más completo abandono la higiene, limpieza y el arreglo de calles (…) y tantos otros que, movidos con celo e interés, darían bienestar y progreso al pueblo”. Y concluye con este implacable alegato: “De seguir así, [el pueblo] tendrá que pedir su anexión a otro municipio limítrofe que le ofrezca vida más próspera y feliz que la lánguida que arrastra”.
Insalubridad y abandono educativo
Son recurrentes en La Región las críticas por suciedad, malos olores y mal estado de las calles. “No se puede transitar por las calles de Pinto cuando caen cuatro gotas [ni] con las fosas nasales sin tapar, cuando están secas”.
Para abonar sus tierras, los propietarios agrícolas trasladaban sin control las basuras. “El tufo es insoportable, convirtiendo el pueblo en basurero de día y de noche, dejando los carros cargados de estiércol en medio de las calles, con grave perjuicio para la salud pública”, sin que el Ayuntamiento les sancionase por no cumplir las disposiciones que prohibían trasladar basuras por el centro de la población.
Lossa también critica el abandono lacerante de la educación en un pueblo con la mitad de la población aún analfabeta. “Los concejales que forman la Junta Local de Instrucción Pública se reunieron en enero de 1914 y no han vuelto a reunirse hasta la fecha [enero de 1916] lo que dice lo mucho que se desvive la Junta por la enseñanza y cultura de su pueblo”. En consecuencia, el Ayuntamiento no asignaba presupuesto a la enseñanza y cuando lo hacía era “con mezquindad”. “Triste destino de un pueblo en el que los que gobiernan posponen la cultura a todo lo demás”.
Primera huelga
Una novedad informativa que inauguró La Región fue dar cuenta de los incipientes movimientos asociativos de trabajadores. Tras informar sobre la primera huelga de jornaleros en Pinto, que tuvo lugar el 18 de diciembre de 1916, “obligados por la carestía de las subsistencias, el jornal escaso e inseguro, vida cara y dilatada prole”, Lossa hace un encendido ―a la vez que clarividente― comentario del poder que les puede dar su unión: “Ya habéis visto cuanto puede la fuerza que da la unión, el pánico que infundís cuando os ven juntos, lo que podéis conseguir si siempre marcháis unidos (…). Ved que se avecinan acontecimientos que han de imprimir en la vida de los pueblos nuevos derroteros, y el proletariado está llamado a imponerse (…). Erguíos (…) y por los medios de la razón y la justicia que vuestra causa os da, conquistad lo que en derecho os corresponde y se os niega por la codicia, que no duda para enriquecerse en comerciar con el hambre de sus semejantes”.
La “cuestión religiosa”
En temas de religión, que tanto debate produjeron en la España de la época, el corresponsal de La Región en Pinto adopta una posición alejada del confesionalismo y de la militancia anticlerical.
Si bien en la sección de Getafe y de otros municipios se publican artículos de corte integrista católico en los que se condena “cualquier liberalismo” que “corroe las costumbres” y se aboga por el “acatamiento” de la “incontrovertible Ley Divina”, esto no ocurre en Pinto. Enrique de Lossa cuando publica alguna información referente a la iglesia local lo hace con respeto, pero también con concisión, a veces no exenta de fina ironía.
Alumbrado eléctrico, cine, teléfono
Pinto fue precoz en la instalación del alumbrado eléctrico, que se inauguró el 19 de febrero de 1899 gracias a que fue financiado por la familia Méric, dueña de la Compañía Colonial. Los centenares de puestos de trabajo creados por esta fábrica y las generosas donaciones públicas de sus dueños hicieron famosa, entonces, esta copla en el sur de Madrid: “En Pinto no se conoce la mendicidad local gracias a La Colonial”.
En cuanto al cine, hay constancia de que el programa de las fiestas patronales de 1908 ya incluía la proyección de películas, lo que se hizo habitual en años sucesivos. En sus crónicas, Enrique de Lossa dejará testimonio de la gran acogida que el público dispensaba a esas películas, entonces mudas, proyectadas durante los festejos y los “sábados y domingos veraniegos en el salón del Zamorano”.
Sin embargo, la llegada del teléfono se demoró en Pinto. Mientras Getafe estaba en posesión del servicio desde los primeros años de la segunda década del siglo XX, Pinto tuvo que esperar hasta 1917 para enganchar el cable con Getafe, por iniciativa de la Diputación Provincial. Desde 1915, Lossa se venía quejando en La Región de que Pinto no tuviese un solo teléfono “que nos ponga en comunicación con Madrid”.
Fiestas y deporte
Las fiestas patronales eran la principal diversión del año para la generalidad de los pinteños. Música, bailes, fuegos artificiales, teatro, cine y, especialmente, festejos taurinos componían el grueso de la programación municipal, además de procesiones y celebraciones religiosas.
La Región detalla el presupuesto de las fiestas de 1916 que fue de 3.000 pesetas, siendo “2.300 pesetas para toros, toreros y plaza; 350 para las fiestas religiosas; 250 para pólvora, cine y teatro; y 100 pesetas para carteles e imprevistos”. Es decir, los toros ―que Lossa calificaba de “espectáculos bárbaros”― se llevaban las tres cuartas partes del presupuesto.
Por otro lado, el corresponsal pinteño da cuenta de la creación, en abril de 1918, del primer club deportivo de la historia de Pinto, el Regional Club Pinteño. Es también el primer club de fútbol del sur de Madrid, ya que Getafe no tendrá su primer equipo hasta cinco años después, en 1923.
Lossa lo cuenta así: “Una piña de jóvenes ‘bien’ de esta villa han constituido la sociedad Regional Club Pinteño para cultivar el juego del balompié tan en boga hoy entre personas cultas de todos los países”. Y poco después da cuenta del primer partido celebrado en Pinto el 16 de junio de 1918 contra La España Deportiva, un club de la capital. El partido, “presenciado por numeroso público”, acabó con triunfo visitante por 0-1.
Ecos de sociedad
El corresponsal pinteño dará amplia cobertura a lo que hoy conocemos como “prensa rosa”, haciendo desfilar por ella a los personajes locales de la jet set del momento. Nacimientos, viajes, percances de salud, obituarios, onomásticas, empleos, bodas, comuniones y hasta las calificaciones escolares de los vástagos formaban parte habitual de estos ecos de sociedad.
Se comentaba cualquier noticia de la familia Méric, desde la “dolencia en un pie de Alberto Méric”, al “alumbramiento de una niña” por parte de Carmen Rivas, esposa de Ernesto Méric. Las bodas de los dos hermanos, Ernesto y Alberto, se cubren con un total despliegue informativo.
Otra información recurrente en estos ‘ecos de sociedad’ durante los meses de verano era la referida a la “distinguida colonia veraniega”. Formaban este grupo veraneantes adinerados o ilustres domiciliados en la capital que acudían durante los veranos a Pinto para descansar en el campo. La Región se hará eco de las idas y venidas de estos importantes veraneantes que celebraban bailes, excursiones, conciertos de piano, charlas y numerosas actividades culturales y deportivas.
Balance
La crítica de las injusticias del poder establecido y al caciquismo imperante, el poner en el foco el abandono de la enseñanza, obras públicas, limpieza, higiene y sanidad públicas, así como ser pionero en la información de los incipientes movimientos sindicales son algunas de las aportaciones que nos deja La Región.
Pero el periódico incurre también en contradicciones como defender el ‘turnismo’, que apuntalaba la endogamia y el inmovilismo.
El personaje clave de La Región, en lo que respecta a Pinto, es el corresponsal Enrique de Lossa, quién con sus crónicas, opiniones, dimes y diretes, ecos de sociedad, etc., nos deja un relato quincenal vivo del Pinto de la segunda década del siglo XX.
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