
En sus más de treinta años de servicio a los vecinos de Pinto, Oligran siempre ha apostado por el trato directo y por una plantilla formada casi exclusivamente por trabajadoras.
Hay un negocio en Pinto que nació con el techo de cristal ya roto. Todo el que ha entrado en la gestoría Oligran en sus más de treinta años de servicio ha sido atendido de forma personal o por Amancio Olivares, su fundador, o por alguna de las trabajadoras de las que se ha rodeado a lo largo de los años. “Empezó trabajando con antiguas compañeras y vio el buen ambiente que había. Nunca lo quiso cambiar y siempre hemos bromeado con que le gustaba ser el gallo del gallinero”, explica entre risas desde uno de los despachos de la asesoría su hija mayor, Graciela Olivares (Pinto, 1977), quien asumió el mando con la jubilación de su progenitor.
Desde su fundación, el negocio familiar se ha ido adaptando al paso del tiempo apostando por la digitalización o por el cambio de horario, pero se ha mantenido fiel a sus principios ofreciendo un trato directo a los vecinos y mirando con buenos ojos los currículums en los que aparece un rostro femenino. “Estamos tan cómodas así que nos costaría cambiarlo. No rechazo seleccionar a un hombre si es el mejor para el puesto, pero reconozco que tengo una predilección”, confiesa la responsable del departamento de contabilidad, admitiendo también que suele favorecer a la gente de Pinto. “Prefiero que sean de aquí porque, quieras o no, tienen más facilidad luego para salir un momento si tienen médico o cualquier cosa, pero tenemos compañeras de Valdemoro y Alcorcón”.
La plantilla de Oligran está formada ahora mismo por unas nueve trabajadoras —dos de ellas se encuentran de baja, motivo por el que no aparecen en la fotografía que acompaña a este artículo— además de la abogada Esperanza, que sólo acude a la oficina cuando tiene varias citas acordadas con clientes. La última incorporación ha sido Karla, quien llegó a la gestoría como estudiante de prácticas del Instituto Pablo Picasso de Pinto y terminó siendo contratada, entrando a formar parte de un pequeño grupo al que Graciela otorga la etiqueta de familia. “Ahora mismo tenemos también a dos chicos que están aprendiendo. Están la mar de agusto con nosotras”, señala Graciela, quien antes que jefa es compañera. “Yo quiero que ellas me manden también cosas a mí, que me digan lo que necesitan, que sea una relación de tú a tú”.
La decisión de pasar hace dos años del horario partido al actual, de 8.00 a 16.00 horas, nació de esa intención de adaptarse a lo que las trabajadoras necesitan. “Antes los comercios de toda la vida abrían hasta última hora porque primero iba el trabajo y el servicio a la gente y luego el resto de cosas. Pero ahora va primero la conciliación familiar”, expresa la heredera de Amancio, quien achaca este cambio no sólo a la nueva mentalidad de las generaciones que se están incorporando al mercado laboral, sino también a una mochila que continúan cargando las mujeres. “Cada vez es más normal que un hombre se ocupe de los hijos o de la casa, pero hay algo en nuestra educación o forma de ser que sigue haciendo que seamos nosotras las que acudamos al instituto a resolver lo que sea o nos hagamos cargo de la casa. Y para eso se necesita tiempo más allá del trabajo”.
El que la mayoría de trámites se puedan resolver telemáticamente o a través de un correo electrónico ha favorecido que la población se haya adaptado sin problemas al nuevo horario de Oligran, una asesoría capitaneada por mujeres que se ha convertido en toda una institución en Pinto tras más de treinta años de servicio al vecino, demostrando que el trato humano es lo más importante. “Mi padre me lo inculcó desde pequeña, que estamos aquí para echar una mano a la gente. En nuestro sector es todo tan impersonal a veces, tan burocrático, que hay muchas ocasiones en las que las personas sólo necesitan que alguien se siente con ellas a explicarles qué significa cierta palabra o qué es lo que les está pidiendo Hacienda”, apunta Graciela, añadiendo que este es el motivo que les lleva a abrir hasta más tarde en ciertas épocas, como la campaña de la Renta que está a la vuelta de la esquina. “La gente no tiene otro momento para venir porque está trabajando. Entonces sí hacemos esa excepción y les recibimos con los brazos abiertos”.
Desde su oficina en el número 1 de la calle de la Buena Madre, Oligran ofrece a las empresas y a los trabajadores por cuenta propia y ajena servicios de gestión y asesoramiento en material fiscal, laboral o financiera, además de realizar distintos tipos de trámites relativos a los seguros de jubilación, automóvil, hogar o vida, entre otros.
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