
Hanan Abu Salami es una de las tantas víctimas del conflicto palestino-israelí. Desde Pinto, su sobrina llora su muerte y pide que se tomen medidas para terminar con el abuso y maltrato diarios contra la población palestina.
Lo que ha cometido Israel contra la población palestina de Gaza es un genocidio. Esta es la conclusión del análisis jurídico que presentó Amnistía Internacional en La Haya el pasado 4 de noviembre, donde se recoge que el mayor de los crímenes del conflicto, cuyo inicio se fija el 7 de octubre de 2023, se sigue perpetrando en la Franja. La organización pide que el Tribunal Internacional de Justicia de Naciones Unidas (TIJ) y el Tribunal Penal Internacional (TPI) lo incluyan en los delitos que investigan y que los líderes políticos emprendan una acción colectiva para ponerle fin.
Aunque su asesinato no ocurrió en Gaza, Hanan Abu Salami, la tía de Mariam Khalil Fernández (Pinto, 1979) es una de las tantas víctimas de este conflicto armado. ¿Su crimen? Cosechar las aceitunas de sus tierras. “Tenía 59 años. Estaba junto a mi tío y mi primo recogiendo las olivas de sus árboles. Habían pedido permiso para hacerlo y se lo habían dado”, relata la pinteña, quien sufre desde la diáspora lo que su familia está viviendo en su tierra.
Sus parientes viven en la aldea de Faqqua, ubicada en Yenín, una de las demarcaciones situadas al norte de la Cisjordania ocupada. La zona, conocida por la riqueza de su aceite de oliva, se encuentra sometida al control de las fuerzas israelíes y los colonos, que emprenden una férrea supervisión de la temporada de cosecha, a pesar de que los palestinos son dueños de esas tierras. “Para ellos es fundamental porque es su fuente de ingresos. No es normal ya de por sí tener que pedir permiso, pero es que a mi tía le dispararon por la espalda cuando estaba cumpliendo con lo que le pidieron”, lamenta indignada.
Los expertos de las Naciones Unidas ya advirtieron en su momento, al inicio de la campaña, que esta iba a ser la temporada de cosecha de aceitunas más peligrosa de la historia para los agricultores de Cisjordania y, viendo el caso de Hanan Abu, parece que no se equivocaban. Sólo en el mes de octubre, el grupo de monitoreo de la ONU documentó al menos 270 ataques contra palestinos y sus propiedades. En noviembre, al asesinato de la tía de Mariam, se sumó el de Ahmed Abu Ghazal, de 68 años, quien fue atacado por un colono y falleció por una hemorragia cerebral.
Abuso y maltrato diarios
Desde España, donde ha residido toda la vida junto a sus hermanos y sus padres Khalil y Olvido, Mariam alza la voz para que se sepa lo que está ocurriendo y se haga justicia. Para ella, lo que comenzó hace un año no es más que una segunda Nakba, término árabe que significa desastre y se ha empleado históricamente para designar al éxodo palestino de 1948.
La pinteña considera vital que la gente entienda que esto no empezó el 7 de octubre. “Los palestinos llevamos sufriendo una auténtica limpieza étnica desde que terminó la Segunda Guerra Mundial, sin haber hecho nada para merecerlo. Hay miles de asesinatos como el de mí tía que nunca van a ser investigados y caerán en el olvido. Y más allá de eso, están la discriminación, el abuso y el maltrato diarios”, continúa relatando la pinteña, quien vivió alguno de estos incidentes en primera persona cuando, en 2016, viajó junto a su padre a su pueblo. “Yo he experimentado episodios terroríficos en los controles que tienen instalados en las carreteras, donde te dejan pasar o no según les venga en gana, y he visto a soldados entrar a casa de mi abuelo, que era una persona muy respetada en la localidad al ser alcalde por consenso, y empujarlo sin ningún tipo de reparo. Es algo diario”, señala Mariam, cuyos hijos, dadas las circunstancias, no han podido pisar aún Palestina.
¿Qué se puede hacer desde Pinto?
Aunque la lejanía del conflicto provoque una sensación de que poco se puede hacer al respecto, existen varias formas de aportar un granito de arena. Uno de los movimientos pacifistas más importantes es el BDS (Boycott, Divestment and Sanctions), que busca boicotear a las empresas e instituciones que han expresado su solidaridad con Israel o han contribuido de alguna manera al genocidio. “Como ciudadanos podemos hacer presión con nuestro consumo, salir a las calles y acercarnos a movimientos como Pinto con Palestina, que busca visibilizar y exigir responsabilidades desde lo local”.
La asociación local está presente en redes sociales (@PintoPalestina en X, @pintoconpalestina en Instagram y Pinto Con Palestina en Facebook) y tiene un correo de contacto (pintoconpalestina@gmail.com) para aquellos interesados en conocer las actividades que organizan. “Yo quiero pensar que todo lo que hacemos puede servir de algo, aunque sea simplemente para sensibilizar a la población y contribuir a que exista la voluntad política de alcanzar la paz”.
Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.182