
Jesús Gallardo, guardia civil retirado y presidente de la Plataforma de Autocaravanas Autónoma (PACA), lleva tres días entregando comida, material sanitario y productos de limpieza en una de las localidades más afectadas por el paso de la DANA: “Hay muchas zonas que aún no se han conseguido despejar, con coches por todas partes”.
“Esto no se levanta si no se trae maquinaria. Es lo que más se necesita”. La llamada se entrecorta por las dificultad de encontrar buena cobertura en Paiporta aún hoy, más de una semana después de que la DANA provocase el desbordamiento del barranco del Poyo y el agua arrasase todo lo que encontró a su paso, dejando más de 200 fallecidos en la Comunidad Valenciana, un número incierto de desaparecidos y una imagen de calles teñidas de marrón, colapsadas de coches, contenedores y farolas, que ha atraído las miradas de todo el mundo.
El valdemoreño Jesús Gallardo, presidente de la Plataforma Autocaravanas Autónoma (PACA), contacta con ZIGZAG en uno de los pocos huecos libres de una jornada que dedica por entero, desde que llegó hace tres días a la localidad de l'Horta Sud, a repartir comida y productos de higiene personal a unos vecinos a los que el temporal se lo ha robado todo. “Aquí evidentemente no hay tiendas para comprar y la gente necesita de todo. Acabamos de entregar 200 bocadillos y hemos solicitado a varias asociaciones benéficas que nos faciliten comida caliente para poder distribuirla a la hora del almuerzo”, explica, indicando que se encuentra con su autocaravana en una de las rotondas del centro del pueblo.
El acceso a la localidad de 27.000 habitantes no es sencillo, pues la ruta está controlada por las fuerzas de seguridad, que tratan de compaginar el paso de los residentes y los voluntarios con el de los vehículos de la UME y el Ejército. Gallardo reconoce que logró entrar tirando de contactos y explicando a los agentes que era guardia civil retirado y venía a distribuir género junto a otra compañera del colectivo, Leticia. “Estamos con la camper en un sitio privilegiado. Dormimos aquí y nuestra intención es quedarnos hasta mañana”, relata el vecino de Valdemoro, sobre una hoja de ruta que le ha llevado a instalarse en el epicentro de la zona centro y a conocer las historias de vida de un gran número de vecinos, a los que no deja de sorprender el hecho de que la gente se desplace desde tantos puntos de España para acercarse a ayudar.
Lo peor, según explica, llega cuando el sol se esconde. “Las noches son un infierno porque la oscuridad es absoluta. No se oye un alma y únicamente se ve pasar a las patrullas de la Policía Local y de la Benemérita que custodian las calles. No hay una triste luz”, describe, sobre un escenario que le parece propio de la guerra, donde ha encontrado a un montón de gente joven con ganas de ensuciarse y colaborar en el baldeo de calles.
La sociedad ha respondido desde el primer momento, organizándose a fin de recorrer en coche o a pie los kilómetros que fuesen necesarios para acudir a las localidades más afectadas por el temporal, haciendo suyas las famosas palabras que un día escribió Antonio Machado sobre el poder del pueblo en España. Pero la maquinaria, importante desde el primer momento, se ha convertido en esta fase de la catástrofe en un bien imprescindible para llevar a cabo las tareas que la fuerza humana es incapaz de completar. “Hay muchas vías que aún no se han conseguido despejar con coches por todas partes”, señala Gallardo desde el epicentro de la zona cero, donde el pasado 3 de noviembre el presidente, Pedro Sánchez, el máximo dirigente de la Comunidad Valenciana, Carlos Mazón, y los Reyes, Felipe y Letizia, fueron recibidos con piedras y barro.
En el medio de la desgracia, el vecino de Valdemoro ha detectado también que “no se ha pensado en las mujeres”, unas palabras que comparte sin temor al haberse acercado a él muchas vecinas pidiendo ropa interior, compresas y tampones. “Son los productos que más nos piden ahora, además de botas de agua y guantes para limpiar y meterse en el barro. También les hemos acercado productos de farmacia, alcohol, betadine y agua oxigenada para que se puedan curar correctamente las heridas que puedan llegar a sufrir en las labores de recogida y limpieza”.
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