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El pinteño Marcos Morales, de promesa del billar a tres bandas a bronce mundial

Graciela Díaz Cuervo Jueves, 17 de Octubre de 2024 Tiempo de lectura:
Marcos en el mundial | Fotografía de Tom SmildeMarcos en el mundial | Fotografía de Tom Smilde

A sus 19 años, es el tercer mejor jugador del mundo en categoría juvenil.

Una carambola del destino condujo a Marcos Morales (Pinto, 2005) a practicar por primera vez la modalidad de billar que tiene por apellido este polisémico término y que, a diferencia del americano, se desarrolla sobre una mesa sin agujeros y contando únicamente con tres bolas. El joven de 19 años conoció este deporte gracias a su padre, Jacinto Morales, quien decidió llevarlo un día al Club de Billar de Getafe para que jugase con él. “Me gustó mucho y empecé a ir con frecuencia para acompañarlo. Ahí conocimos a varias personas que a posteriori me han ayudado mucho”, rememora sobre sus inicios el que hoy es uno de los mejores jugadores de billar carambola a tres bandas de España y el tercero del mundo en categoría juvenil. 

 

Aunque por herencia paterna jugó al fútbol desde pequeño en conjuntos como el Atlético de Pinto, Marcos descubrió que lo suyo con el billar era especial cuando, al año de empezar a jugar, llegó a la final del Campeonato de España para menores de 15 años. “La Real Federación Española de Billar (RFEB) se fijó en mí y me ofreció entrar en el Centro de Alto Rendimiento Región de Murcia”, explica el joven, quien reside desde septiembre de 2020 en las instalaciones deportivas de Los Alcázares, donde compagina sus estudios con el perfeccionamiento de su técnica con el taco de billar. 

 

La oferta le llegó cuando estaba terminando 3º de Educación Secundaria en el Instituto Pablo Picasso de Pinto y, aunque no fue una decisión fácil de tomar, tanto él como sus padres estuvieron de acuerdo en que se trataba de una oportunidad que no podía desaprovechar si quería crecer como deportista. “Me mudé después del confinamiento con una beca de concentración permanente. Se traduce en que me pagan la manutención, los entrenadores, el material… Estar aquí también me ha dado muchas facilidades para compaginar mis estudios con el deporte, si bien es cierto que ahora con la Universidad es más complicado porque el trato con los profesores no es tan cercano”, comenta, puntualizando que se encuentra en el segundo año del Grado en Administración y Dirección de Empresas de la Universidad Politécnica de Cartagena. 

 

Los meses de necesaria adaptación a su nuevo hogar, a más de 400 kilómetros de Pinto, se le hicieron más llevaderos gracias a que entró a la vez que dos jóvenes de su misma edad, Arturo y Joan, naturales de Andalucía y de Palma de Mallorca, respectivamente, con los que hizo buenas migas desde el principio al compartir inquietudes e intereses. “Todo fue más fácil. Da la casualidad de que los tres seguimos a día de hoy en el centro”, apunta Marcos, cuyas repisas se han ido llenando de trofeos nacionales e internacionales gracias a su trabajo diario a lo largo de estos cuatro años de concentración permanente.

 

Antes de colgarse al cuello la medalla de bronce del XV Campeonato del Mundo Junior de Billar a Tres Bandas, celebrado del 10 al 14 de septiembre en Blois (Francia), el pinteño fue tercero en el Europeo sub21 que tuvo lugar en Verderio (Italia) en 2023, dos veces campeón de España en categoría sub21 y dos veces subcampeón en categoría sub17, entre otros muchos logros que a su corta edad le han llevado a ser más que una promesa de este deporte al no desentonar entre los mejores jugadores de España en la máxima categoría, la absoluta.

 

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A tierras francesas llegó con “muchas expectativas”, en sus propias palabras, después de haber quedado segundo en un torneo que se celebró justo antes con los 16 mejores de Europa de su categoría. “Perdí la final, pero jugué bastante bien y podía haber ganado. Esto me hizo verme capaz de conseguir una medalla o de incluso ganar el mundial, pese a que este es un deporte en el que puede pasar cualquier cosa al depender del azar y de las sensaciones”, señala Marcos, contraponiendo el billar a tres bandas, donde el campeón puede llegar a ser eliminado en la primera ronda, con otros deportes como el atletismo, en el que “el 99% de las veces gana el deportista con la mejor marca”. 

 

Tras un gran torneo, Marcos perdió la semifinal con el coreano Yeong Yun Jo, quien a su vez se tuvo que conformar con la plata tras caer en la final contra el turco Seymen Ozbas, campeón mundial de esta disciplina. Este bronce internacional obtenido en Francia, su mayor reconocimiento hasta la fecha, le otorga una plaza segura en el circuito mundial con siete pruebas en el que compiten los mejores jugadores de todo el planeta. “Concurren unos 128 jugadores por cada cita. La primera es en Egipto en diciembre”, indica el joven estudiante universitario, quien ahora busca formas de financiar su participación en este evento por el alto coste que lleva aparejado. “No puedo afrontarlo solo. Cuando acudo a los mundiales o a los europeos voy representando a España y lo asume la RFED, pero en este caso me han invitado a mí en exclusiva como jugador individual. Me pueden ayudar, pero no tienen esa obligación”. 

 

Con lo que cuenta por el momento es con los 2.000 euros que la Comunidad de Madrid le ha otorgado por sus éxitos en competiciones oficiales e internacionales en el año 2023, a la espera de ver si el Ayuntamiento de Pinto le puede ayudar de alguna manera, más allá de volver a concederle la subvención anual que ya le otorgó tanto en 2022 como en 2023 para premiar sus logros individuales.

 

Marcos es consciente de lo complicado que va a ser presentarse a todas las citas de las series mundiales, pero espera poder lograrlo a fin de estar un paso más cerca de cumplir su sueño: dedicarse al billar de forma profesional. “En España es muy difícil porque no mueve tanto como otros deportes. Sólo unos 15 o 20 jugadores viven de ello al no tener la popularidad que sí tiene en otros países como Vietnam o Corea del Sur, donde los campeones mundiales son premiados con una paga vitalicia”, manifiesta, consciente de que necesita tener un plan B si no llega a alcanzar lo que ahora mismo es una fantasía.

 

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La vida en el Centro de Alto Rendimiento

 

Los días de Marcos comienzan en la Universidad Politécnica de Cartagena, a la que se desplaza a primera hora de la mañana para asistir a sus clases de Administración y Dirección de Empresas, de las que suele salir a las 14.00 horas. A su vuelta al centro de Los Alcázares, come en el comedor junto al resto de sus compañeros y descansa un rato en su habitación antes de comenzar sus entrenamientos de billar a tres bandas, que se suelen alargar hasta las 20.00 horas. 

 

A lo largo de la tarde, el pinteño repite varias posiciones de forma mecánica o juega alguna partida con sus compañeros, con el objetivo de estar preparado para las diferentes fechas que tiene marcadas en su calendario de esta temporada, en el que prácticamente no hay un hueco libre. 

 

El fin de semana del 4 al 6 de octubre se estrenó en el circuito nacional con un sexto puesto en el Gran Premio de España XIX Ciutat de Gandía-Chef Amadeo. “Perdí en cuartos de final. La próxima prueba creo que es la segunda semana de noviembre en Castilla-La Mancha, pero aún no han confirmado la fecha y el sitio. El año pasado terminé décimo en el ranking nacional absoluto, conformado por unos 500 jugadores de toda España”, declara el joven, quien también ha arrancado ya la liga de equipos en la que participa con el Club Billar Getafe. 

 

La primera jornada se celebró el 28 de septiembre y, aunque el pinteño consiguió ganar su partida ante José Ortiz Villalta, de Tomelloso, su equipo sumó la primera derrota del año. “Jugamos cuatro contra cuatro y al final se lleva los puntos el conjunto que consiga ganar tres de las cuatro partidas”, apunta, añadiendo que estos encuentros suelen tener lugar todas las semanas o cada dos semanas como mucho. 

 

Las claves del billar a tres bandas

 

Dentro del billar carambola, la disciplina más popular es la practicada por Marcos, las tres bandas. Los jugadores tienen como objetivo conseguir que la bola con la que juegan —blanca o amarilla— golpee las otras dos en la misma tirada, habiendo tocado las bandas de la mesa al menos tres veces antes de darle a la segunda bola. Si esto se cumple, sumarían una carambola y continuarían su turno hasta fallar. La victoria es para aquel que sume más carambolas al término de la partida. 

 

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