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Esther Navero, velocista olímpica de Valdemoro: “Mi momento va a llegar en Los Ángeles 2028”

Graciela Díaz Cuervo Jueves, 03 de Octubre de 2024 Tiempo de lectura:
Esther Navero.Esther Navero.

Mes y medio después de regresar de París, la joven entrena ya para la nueva temporada, dispuesta a seguir creciendo como atleta con la mirada puesta en los próximos Juegos Olímpicos: “Si termino siendo reserva, me dolerá”.

Esther Navero (Valdemoro, 2000) podría haber llegado a competir mano a mano contra Ana Peleteiro de no haber sido porque, de pequeña, cuando empezó a dar sus primeros pasos en el mundo del atletismo, padecía muchas veces fascitis plantar y algún que otro problema de rodilla. Estos dolores físicos, de los que la joven culpa tanto al cemento de la pista de Valdemoro como a una disciplina más traumática para el cuerpo que las carreras de velocidad, la apartaron pronto de la arena. “Lo bueno cuando éramos pequeños en el club Amigos del Atletismo de Valdemoro es que nos hacían probarlo todo. A mí el triple salto se me daba muy bien”, afirma decidida la actual campeona de España de los 200 metros lisos en pista cubierta desde una de las terrazas situadas a pocos metros de la Torre del Reloj, donde fue recibida el pasado 10 de julio junto a las dos atletas de la localidad que acudieron a los Juegos Paralímpicos, Eva Moral y Andrea Miguélez. 

 

La velocista viajó a principios de agosto a París para representar a España en los Juegos Olímpicos de 2024 como una de las seis corredoras del histórico relevo 4x100 femenino, disciplina en la que nuestro país estaba de estreno. Pese a terminar viendo los toros desde la barrera al ser una de las dos reservas, Esther se muestra satisfecha con la experiencia y segura de que su gran oportunidad llegará en cuatro años, en Los Ángeles 2028. 

 

Un mes y medio después de esa experiencia para el recuerdo, la joven de 24 años atiende a ZIGZAG en uno de los pocos huecos libres que tiene en su atareada semana, en la que hace malabares para compaginar los entrenamientos de pretemporada en el Centro de Alto Rendimiento (CAR), su trabajo como coordinadora de extraescolares en un colegio de Valdemoro y la preparación de las oposiciones a profesora tras haber obtenido el Grado de Maestro de Educación Primaria, con especialización en Educación Física, de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid.  

 

Hablemos de tus inicios, ¿cuál fue tu primera vez en una pista de atletismo?

 

Tenía unos siete u ocho años. Mi profesor de Educación Física del Colegio Marqués de Vallejo me dijo que tenía cualidades para el atletismo y me animó a apuntarme a la carrera popular que se organizaba en Valdemoro. Me animé y terminé consiguiendo la primera victoria de mi carrera. Me dieron una copa y mi abuelo, que en paz descanse, la llenó de zumo de melocotón para que bebiera de ella. Ese momento en el que vi tan felices a todos los que me apreciaban me sirvió para darme cuenta de que quería seguir corriendo y compartiendo con mi familia y amigos más instantes como ese. Le dije a mi madre que si conocía algún sitio en el pueblo en el que pudiese entrenar y así fue como entré en el club Amigos del Atletismo de Valdemoro. 

 

¿Cuántos años estuviste en el club? 

 

Estuve hasta los 18 años. Desde que me apunté en 3º de Primaria hasta que decidí fichar por el Playas de Castellón. 

 

¿Sobresaliste desde el principio? 

 

Creo que soy una atleta que progresa poco a poco, como una hormiguita. Es cierto que siempre he destacado en velocidad, pero al principio, al estar en club de pueblo aficionado a las carreras largas y a las millas, me entrenaban más para acudir a ese tipo de competiciones. No lo pasaba muy bien porque sentía que no era lo mío y Víctor, director del club, y algunos de mis entrenadores se dieron cuenta de que yo había nacido para ser velocista y que era en la pista de atletismo donde iba a poder sacar mi máximo potencial. 

 

Mi primera carrera en pista fue ya como estudiante de Educación Secundaria, en Alcorcón, donde corrí una prueba de 500 metros que conseguí ganar, pese a que se me hizo bastante larga. Yo soy de 200, de 100… pero eso lo fui descubriendo a medida que competía. Hay gente en el club que sigue pensando que mi distancia predilecta son los 400 metros. 

 

¿Y cuál dirías tú que es tu mejor distancia? 

 

Soy una corredora bastante versátil. Te puedo correr un 60, un 100 o un 400, pero mi prueba favorita son los 200 metros. Me encanta la curva y sentirme súper fuerte en ella. Es verdad que suelo empezar la temporada corriendo algún 400 porque me viene bien para luego afrontar con fuerza las pruebas de 200 y dar lo máximo de mí hasta llegar a meta. Este año, por ejemplo, lo noté mucho en la pista al aire libre porque fui de las pocas que consiguió marca personal en la final del Campeonato de España. 

 

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Para crecer en estas y en otras distancias necesitaste salir de Valdemoro. ¿Fue difícil tomar esta decisión? 

 

En aquella época, Amigos del Atletismo de Valdemoro era filial de la Agrupación Deportiva Marathon. Yo fui a una competición con una chica de ese club, Sandra, que se fijó en mis cualidades y me invitó a ir a entrenar al Centro de Alto Rendimiento (CAR), donde empecé a trabajar con José Luis Calvo, mi actual entrenador. 

 

Mis padres me hicieron ver que, si quería destacar como atleta, tenía que dejar de entrenar en la pista de Valdemoro, de cemento, porque no sólo se me estaba quedando pequeña, sino que también me hacía daño. Me dolían las rodillas, los pies, los gemelos… y eso no es normal cuando tienes 15 años. Comuniqué mi decisión y me fui al CAR, todavía vinculada al Amigos de Atletismo de Valdemoro, con el que conseguí la plata en los 200 metros en pista cubierta en el Campeonato de España Sub20. 

 

Y llega un momento en el que vistes la camiseta del Playas de Castellón. 

 

Mi entrenador y yo tomamos esta decisión en 2019 porque era lo óptimo para seguir creciendo. Después hemos tomado otras como empezar a ir al nutricionista o a ser más rigurosa con el descanso. Yo siempre he sido muy disciplinada, pero al llegar a categoría absoluta, después de conseguir varias medallas regionales y nacionales en sub-23, fue cuando me dije a mí misma que tenía que ponerme seria para que todo el trabajo de los últimos años diese sus frutos. Ahí te das cuenta de que hay muchas cosas a las que vas a tener que renunciar para rendir, como quedar con tus amigos para tomarte algo, algo difícil de llevar cuando eres joven. 

 

Varias medallas de bronce, plata y oro después recibes la llamada de la selección española de atletismo para ir al mundial de 2023. ¿La esperabas?

 

Tuve una buena temporada, pero no me lo esperaba para nada. Me gusta no pensar demasiado en ello para que sea una sorpresa y me lo pueda tomar como un logro. Al final no sabemos exactamente cuáles son los criterios en los que se basan para la selección, pero se supone que se fijan en los méritos deportivos. Yo todo el tiempo que llevo en absoluta me he colocado en el podio y he ido mejorando poco a poco hasta que este año me he proclamado campeona de España de los 200 metros en pista cubierta, siendo además bronce al aire libre. Esa constancia es lo que, en mi opinión, ha hecho que cuenten conmigo para el relevo. 

 

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En el Europeo te tocó debutar para sustituir a Jaël Bestué en la semifinal. ¿Estabas preparada?

 

Ella tenía la final individual del 200 y, como a mí me han asignado también la segunda posta, fui escogida para sustituirla. Cuando acudo con la selección me trato de poner siempre en todas las situaciones, preparándome tanto para saltar a la pista a competir como para ser reserva. Así cuando llega la hora de la verdad, que es tan sólo un día antes de la prueba, estoy mentalizada para recibir las dos posibles noticias. A París volé sin saber si participaría en los Juegos Olímpicos o tendría que ver la acción desde la barrera. 

 

Tu papel al final fue el segundo. 

 

Sí. Ya lo había asumido un poco, por lo que no me puse triste cuando nos dieron la noticia. Tenía claro que me merecía estar ahí como campeona nacional de los 200 metros en pista cubierta y como atleta que no ha subido de los 24 segundos en esta distancia en todo el año, pero sentía y sigo sintiendo que los Juegos Olímpicos de París no eran los míos. Tengo la sensación de que, aunque me gané estar en Francia, mi momento va a llegar en Los Ángeles 2028. Ahí me veo corriendo con el relevo o incluso individualmente y, si termino siendo reserva, sí que me dolerá. 

 

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Más allá de la competición, ¿cómo se viven unos Juegos Olímpicos desde dentro? 

 

Nosotras llegamos el 5 de agosto y nos querían echar el día antes de la ceremonia de clausura. Al final lo peleamos y pudimos vivir esa experiencia tan bonita. Me la guardo en el baúl de recuerdos junto a todos los regalos que me hicieron como representante de España en los Juegos —el móvil se lo dio a su madre— y a las magdalenas que nos comimos cuando se terminó la competición. Yo soy una enamorada del dulce y cuando me puedo saltar la dieta, me la salto bien. 

 

¿Fue especial para ti que el Ayuntamiento de tu pueblo te recibiera antes de ir a París? 

 

Sí, mucho. La verdad es que tengo que ser sincera y decir, con la mano en el corazón, que ni esperaba que lo hiciesen antes ni esperaba que se acercaran a nosotras después. Pero supongo que poco a poco las cosas evolucionan y las personas se van dando cuenta de que conseguir ir a unos Juegos Olímpicos o a unos Paralímpicos, como es el caso de Eva y Andrea, no es ninguna tontería. 

 

El Ayuntamiento se puso en contacto con las tres para ver qué tal nos había ido y esta semana hemos quedado con el alcalde para hablarle de nuestra experiencia y de cómo vemos el deporte en Valdemoro. Queremos aprovechar la cita para insistir en la necesidad de que el municipio tenga una pista de atletismo de tartán con el objetivo de que la podamos disfrutar nosotras, sí, pero también de que los jóvenes no se tengan que ir fuera si quieren seguir compitiendo como tuve que hacer yo. 

 

Y además de conseguir una pista en condiciones para Valdemoro, ¿qué persigue Esther esta temporada?

 

Puestos a soñar, me gustaría ser campeona de España en los 200 tanto en pista cubierta como al aire libre, pero estaría satisfecha con estar en ambos podios. Tengo una marca en la cabeza, pero no la quiero compartir porque no quiero que me dé mala suerte. Es una barrera —dice entre risas renunciando a responder a si su objetivo es bajar de los 23 segundos— que superar, no un número como tal.

 

Me siento muy agradecida a toda la gente que me ha apoyado por haber llegado a un punto en el que puedo pensar así de grande. A mi entrenador, al Marqués de Vallejo por haberme metido en esto, a Amigos del Atletismo de Valdemoro, a mis amigos y a mi familia, especialmente a mis padres por acompañarme en todas las competiciones. Si no están ellos, siento que me falta algo.

 

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