
La madrileña de nacimiento, vecina de la localidad desde 2009, dará la bienvenida a los festejos un mes después de haber regresado de París: “Ha sido una experiencia maravillosa e inigualable”.
En el mundo del deporte, lo habitual es que los protagonistas sean los competidores. Carlos Alcaraz, Lamine Yamal, María Pérez, Saúl Craviotto… son sólo algunos de los españoles que han copado este verano los titulares de los medios de comunicación gracias a sus logros en las competiciones internacionales. Levantar títulos los convierte en cuestión de segundos en celebridades a los ojos del público, con todo lo que eso implica.
Y aunque es innegable que sus éxitos deben ser reconocidos, a veces se antoja necesario mirar más allá para empezar a fijarse en las figuras que hacen posible que el espectáculo siga adelante. Vanesa Chichón (Madrid, 1985), árbitra de esgrima en competiciones internacionales desde hace más de una década, es una de esas personas que merece estar en el centro de las conversaciones por su entrega al deporte y por ser una de las mejores profesionales en su puesto como observadora y juez.
Así lo ha considerado el Ayuntamiento de Ciempozuelos, cuyos representantes no han dudado en escoger a la madrileña de nacimiento, vecina de la localidad desde el año 2009, como pregonera de las fiestas patronales de este año. Tras su paso por los Juegos Olímpicos de París 2024 como árbitra de sable y trabajadora del Comité Olímpico Español (COE), el viernes 13 de septiembre le tocará cumplir con otro apasionante reto: dar la bienvenida a los festejos en honor a la Virgen del Consuelo.
Viajemos a los inicios, a tu etapa como deportista. ¿Cuándo nace el amor por la esgrima?
Empecé con 14 años, una edad un poco tardía para dar los primeros pasos en cualquier deporte. El Centro Nacional de Entrenamiento vino a mi colegio a hacer una exhibición de esgrima para captar a nuevos alumnos y, como tenía una amiga que ya lo practicaba, decidí dar el paso. Ella hacía espada, pero como no tenían sitio, me mandaron a sable. En aquella época, el sable femenino acababa de nacer como una modalidad más, pues hasta el momento las mujeres sólo competían en florete y espada. Fue olímpico por primera vez en Atenas 2004.
En mi primera competición hice un resultado malísimo, en la siguiente regular y en la tercera gané el campeonato de España infantil. Así fueron mis inicios y el resto es historia.
Por como lo cuentas parece que no te costó mucho dominar el sable, ¿fue igual de prolífica el resto de tu carrera?
La verdad es que siempre me fue muy bien. Estuve en el equipo nacional hasta que en 2013 tomé la decisión de retirarme. Participé en varios campeonatos del mundo, en europeos… Nunca conseguí una medalla mundial, pero sí que llegué a ser finalista.
En España gané el campeonato infantil que te he comentado, un par en cadete, un par en junior y fui medalla en senior. Como juvenil logré dos oros en copas del mundo y quedé séptima en el último mundial al que acudí de la categoría, antes de ascender a absoluta.
¿Y por qué motivo decides dejarlo?
Decidí retirarme porque creo que las cosas hay que hacerlas cuando te gustan y las disfrutas. Llegó un momento en el me levantaba por las mañanas y no tenía ganas de ir a entrenar. Se podría decir que perdí la motivación.
Tenía 26 años. Si bien en otras disciplinas, como en la gimnasia, ya no se te considera joven para seguir compitiendo en un alto nivel competitivo, en esgrima sí que podría haber continuado unos años más a pleno rendimiento.
¿Es ahí cuando te conviertes en árbitro?
Sí y no. Mi entrenador de toda la vida fue árbitro y siempre intentaba enseñarme todo lo que podía. La esgrima constituye un mundo muy pequeño. Todos hacemos de todo porque somos una minoría los que practicamos y entendemos las normas de este deporte, del que me declaro profundamente enamorada.
Mientras era deportista arbitraba competiciones regionales y nacionales y en 2013, el año de mi retirada, tomé la decisión de presentarme a las pruebas para obtener la licencia internacional. Ser árbitro fue la única forma que encontré de seguir vinculada a la esgrima.
¿Es complicado obtener la licencia internacional?
Sí, porque sólo se puede presentar una persona por país al año. Primero tienes que conseguir convencer a tu federación para que te proponga y luego aprobar el examen. Hay uno por cada arma y se compone de una parte técnica y de otra teórica. En el caso del sable, por ejemplo, te ponen un vídeo con acciones que pasan muy rápido sobre las que tú tienes que tomar una decisión en cuestión de segundos. Es difícil, pero esa es la realidad de las competiciones.
Y después de obtener la licencia es cuando das el salto a las competiciones mundiales y europeas.
Conseguí la licencia de sable y de espada y empecé a arbitrar competiciones de categorías inferiores como copas del mundo junior o circuitos europeos de cadete. En 2016, me incluyeron en la Master List de árbitros de espada, que es la lista en la que la Federación Internacional de Esgrima (FIE) recoge a los mejores árbitros de cada arma.
Estuve en ella hasta 2022, que fue cuando me cambiaron a la Master List de sable, el arma en la que soy especialista. Todo ese periodo entre los mejores de espada me ayudó a aprender a enfrentarme a situaciones de estrés y a controlar todo lo que pasa a tu alrededor durante un combate. Al final hay muchos estímulos más allá de lo que ocurre en la pista.
Cuando me movieron a sable, empecé a arbitrar copas del mundo senior. En el del 2022, celebrado en el Cairo, me convertí en la primera mujer en arbitrar una final por equipos de sable masculino y, un año después, en el que tuvo lugar en Milán, fui la primera en arbitrar el combate por el oro en sable masculino individual.
En escenarios tan importantes, ¿cómo consigues controlar los nervios?
Me he preparado a nivel psicológico para poder afrontar los momentos de presión de la mejor forma posible. En París, sin ir más lejos, solía ponerme nerviosa en el túnel antes de salir y en los primeros tocados, pero según avanzaban los combates me tranquilizaba e iba dejando paso al disfrute.
Al igual que en el tenis o en el bádminton, en la esgrima se puede acudir a la revisión de vídeo, ¿cómo ha cambiado la incorporación de esta tecnología el arbitraje?
Ayuda muchísimo y ha cambiado completamente la forma de arbitrar. Aunque tú observas la acción de cerca, puede que tu ojo no esté lo suficientemente atento para captar los detalles, porque al final son movimientos muy rápidos. El vídeo te permite no sólo repetir la acción, sino también poder revisarla a cámara lenta.
Nosotros podemos acudir a él en cada tocado, según la norma, pero no lo hacemos porque perderíamos toda nuestra credibilidad. Se usa sobre todo en acciones difíciles. El tirador, además, tiene derecho a pedir el vídeo dos veces en competiciones individuales. Por equipos sólo se puede solicitar una vez por asalto.
El año pasado fuiste reconocida como la tercera mejor árbitro de sable del mundo, ¿qué significó para ti esta distinción?
Te voy a ser sincera. Yo sentí que lo merecía porque durante toda la temporada me había enfrentado a situaciones de mucho estrés y tensión, pero me sorprendió porque nunca jamás pensé que me iban a dar ese reconocimiento. Es una cosa súper exclusiva que se suelen rifar siempre las mismas personas, porque al final son los mejores del mundo.
El nombramiento ha ayudado muchísimo a incrementar la confianza que depositan en mí los entrenadores, los deportistas y la comisión de arbitraje. La parte negativa es que también me ha dado más presión. Al estar entre los mejores, se espera mucho de ti.
Hay mujeres a las que no les gusta que recalquen una y otra vez que son las primeras en conseguir algo. ¿Cuál es tu opinión al respecto?
Lo que a mí no me gusta es haber sido la primera porque significa que no había ninguna antes que yo. No obstante, siempre tiene que haber una primera persona que haga algo y en este caso me ha tocado a mí. Quiero demostrar a las siguientes generaciones de niñas y niños que con trabajo y esfuerzo se puede llegar a ser el primero en algo.
En este sentido, ¿has tenido que enfrentarte a algún menosprecio por ser una de las pocas mujeres en un mundo tradicionalmente de hombres?
Desgraciadamente sí. Cada vez menos, pero me he tenido que enfrentar a situaciones muy dolorosas y difíciles de llevar. En un combate siempre hay un árbitro principal y otro encargado del vídeo y me he encontrado en varias ocasiones con entrenadores y tiradores que confían más en la otra persona que me acompaña, si es un hombre, que en mí ante una determinada acción.
¿Cómo se selecciona a los árbitros de esgrima de los Juegos Olímpicos?
La Comisión de Arbitraje Internacional escoge a los mejores. En sable hemos sido doce. A lo largo del último año nos han designado a más competiciones de lo habitual para propiciar que llegásemos a París con la mayor preparación posible.
¿Qué has podido arbitrar en París?
En los Juegos he tenido la suerte de arbitrar muchísimo y de estar en dos finales y en una semifinal. Fui consultora de vídeo en la final de sable femenino individual y arbitré la semifinal de sable femenino por equipos y la final de sable masculino por equipos.
Es un ambiente increíble. En el Grand Palais, que es la instalación en la que se celebraron todas las disciplinas de esgrima, entraban 8.000 espectadores. La gente animaba como loca a los deportistas de sus países.
¿Lucharás por estar en Los Ángeles 2028?
No lo sé. Queda mucho tiempo todavía. Ahora lo que necesito es parar un poco y disfrutar de lo vivido. Ha sido un año muy complicado en el que he viajado muchísimo y he tenido que pedirme muchos días, renunciando a mis vacaciones, para poder arbitrar. Al final, aunque las competiciones sean los fines de semana, necesito viajar un jueves y volver un lunes para no perderme nada.
No me ha costado porque es mi pasión y lo hago con todo el amor del mundo, pero llega un momento en el que el cuerpo te pide desconectar. La verdad es que, desde que he vuelto de París, esta es la primera vez que hablo de algo relacionado con la esgrima.
Y hablando de tener que pedir favores, cuadrar fechas… ¿Es fácil compatibilizar el arbitraje con el trabajo?
En mi caso no es muy difícil porque trabajo para el Comité Olímpico Español (COE), lo que me permite disfrutar de mis días de vacaciones cuando lo necesite. Desde 2008, año en el que entré en la entidad gracias a un programa de la oficina de atención al deportista, me dedico a actualizar las bases de datos con los resultados y los datos personales de los atletas para que todo quede registrado.
En París, cuando no estaba arbitrando, estaba trabajando para el COE y, aunque he tenido momentos difíciles, de mucha presión, los buenos los han compensado con creces. Ha sido una experiencia maravillosa e inigualable, por lo menos hasta dentro de cuatro años en Los Ángeles. No hay ningún otro evento deportivo en el que seas el centro del mundo durante dos semanas.
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