
Su 9,875 de media en los cuatros exámenes obligatorios ha sido una de las tres mejores calificaciones de la Universidad Carlos III. Con Bachillerato y la fase específica, la nota asciende a un 13,9 sobre 14, más que suficiente para entrar en la carrera de sus sueños: Traducción e Interpretación.
Natalia Salmerón Bayo (Madrid, 2006) no sólo ha sido la joven que ha conseguido la nota más alta de Valdemoro en la Evaluación para el Acceso a la Universidad (EvAU), sino que también se ha colocado en el tercer escalón del podio reservado a los estudiantes con mejores resultados de los más de 5.000 que acudieron a la Universidad Carlos III (UC3M) a realizar los exámenes de la convocatoria ordinaria entre los días 3 y 6 de junio.
Con un 13,9 sobre 14, la alumna del instituto público Villa de Valdemoro, estuvo a tan sólo una décima de alcanzar la perfección absoluta. Su nota más baja fue un 9,5 en Griego, una de las dos asignaturas que reservó para la parte específica, y las más altas el 10 de Lengua y de Latín. “En el resto saqué un 9,75”, apunta la valdemoreña, asimilando aún una puntuación que la dejó en shock cuando la descubrió el pasado 13 de junio.
Sumándose a la tendencia de tratar de adivinar las notas de cada materia mientras las consulta un tercero, Natalia fue descubriendo sus calificaciones de la boca de sus amigos. “Sabía que me habían salido bien, pero nunca pensé que iba a sacar unas calificaciones tan buenas. Lo mejor fue ver su cara de sorpresa”, afirma, volviendo a ese momento especial por un instante para recordar que se quedó corta en todas sus predicciones. “Lo hice así porque me hacía ilusión, pero no lo compartí en redes sociales”, añade, aludiendo a los miles de vídeos del estilo que desde hace unas semanas inundan Instagram y TikTok.
La estudiante se presentó a la EvAU con un expediente perfecto, asegurándose la calificación máxima en el 60% de la nota de la fase obligatoria que se reserva al desempeño del alumno en el aula. Se graduó con matrícula de honor en el Villa de Valdemoro gracias a su media de diez en los dos cursos del Bachillerato de Humanidades, opción por la que se decantó cuando, al finalizar 4º de Educación Secundaria, tuvo claro que lo suyo eran los idiomas. Sus padres y profesores apoyaron su decisión, pero muchos de sus compañeros, guiados por el estigma que existe en España con el llamado itinerario de letras, valorado frecuentemente como una opción más fácil o con menos salidas en el futuro, no terminaron de entender que con sus notas no optase por matricularse en Ciencias y Tecnología.
“Era lo mío. Todas las carreras en las que pensaba para mi futuro académico eran de Humanidades, por lo que no tenía sentido tomar otro camino”, explica Natalia, ahora decidida a estudiar Traducción e Interpretación, titulación que en 2023 se quedó en una nota de corte de 10,737 en el centro en el que se ha preinscrito, la Universidad Autónoma de Madrid (UAM). “Espero que me cojan”, bromea entre risas, con la seguridad de contar con una calificación final con la que podría entrar en la opción de su rama que se le antojase.
Un espejo en el que mirarse
El grado por la que se ha decantado Natalia, aunque pueda sorprender a quienes relacionen una nota cercana al 14 con los estudiantes que luchan durante todo Bachillerato por entrar a carreras tan demandadas como Medicina o Física y Matemáticas, responde a un amor por la comunicación y los idiomas que le ha sido transmitido tanto en las aulas de su instituto como entre las cuatro paredes de su casa.
Su madre, Sonia Bayo, es profesora de Inglés en el Villa de Valdemoro y ha contribuido a este dulce enamoramiento, sabiendo guiar a su hija sin llegar a marcarle en ningún caso el camino que debía seguir. “Tanto ella como mi padre, que estudió Física, me han respetado y apoyado en todo. Tenerla en el instituto me ha dado mucha tranquilidad, aunque nunca me haya llegado a dar clase”, declara la futura estudiante universitaria, quien siempre ha sentido la presencia de su progenitora en el centro como un respaldo. “Nunca me ha avergonzado”.
Con el interés por la enseñanza en los genes, no es de extrañar que Natalia crea que una de sus mejores opciones es seguir los pasos de su madre y terminar ejerciendo como profesora. “Lo ideal para mí sería enseñar español en el extranjero al terminar el grado y compaginar mis clases con encargos de traducción para alguna empresa”, confiesa, planificando un futuro que empezará a dibujar en septiembre, cuando pise por primera vez la Facultad de Filosofía y Letras de la Autónoma.
La EvAU, más fácil que el curso
A Natalia los exámenes de la EvAU le han terminado pareciendo más fáciles de lo que pensaba y mucho más asequibles que algunos a los que se ha tenido que enfrentar a lo largo de este último curso en el Villa de Valdemoro. El año ha sido para la joven una carrera de fondo. De lunes a viernes, por las mañanas, trataba de aprovechar al máximo las clases y tomar todos los apuntes que necesitaba, a fin de llegar a casa y ponerse a repasar por las tardes, de 16.00 a 21.00 horas, tratando de llevar al día todas las materias.
“Ha sido bastante estresante porque soy muy nerviosa y no tengo mucha memoria, por lo que necesito estudiar mucho”, reconoce la valdemoreña, que en las semanas previa a las pruebas de acceso dedicó sus mañanas a repasar las asignaturas más teóricas como Historia del Arte y las tardes a realizar ejercicios prácticos de sintaxis o traducciones de Griego y Latín, un plan por el que suelen apostar la mayoría de alumnos que obtienen una gran calificación en la selectividad.
Aunque este año no ha acudido a ninguna actividad extraescolar, el curso pasado asistió a clases de Francés en la Escuela Oficial de Idiomas (EOI) para afianzar su dominio de un idioma que empezó a trabajar en el instituto y que necesita controlar bastante, al convertirse en el segundo que estudiará, después del inglés, en el grado que comienza en septiembre. “Estoy intentando mejorarlo antes de enfrentarme a otra lengua. En tercer curso tengo que escoger un tercer idioma y creo que me decantaré por el alemán o el italiano”, vaticina.
Para Natalia también ha sido importante dedicar parte de sus días, especialmente los fines de semana, al descanso y al cultivo de aficiones como el pádel, deporte al que juega con sus amigos, o el violín, instrumento que la acompaña desde que empezó a dar clases con ocho años en la Escuela Municipal de Música y Danza de Valdemoro. “Me ha ayudado mucho a trabajar la concentración y a saber hacer dos cosas a la vez. Al final, para manejar el violín, necesitas leer la partitura y controlar los gestos de la mano al mismo tiempo”, señala, añadiendo que recientemente ha empezado a hacer sus pinitos como pianista aficionada, acompañando a su hermano pequeño mientras este practica.
Una alumna de diez
Para alcanzar su nota, un 13,9 sobre 14, Natalia ha tenido que ser prácticamente perfecta en todos sus exámenes. A los seis puntos seguros que traía de su media de 10 en Bachillerato, sumó el 13 de junio los 3,95 obtenidos en la fase obligatoria de la EvAU, una vez calculada la ponderación de su media de 9,875 —puntuación por la que recibió el reconocimiento de la UC3M el pasado 21 de junio— en las cuatro materias a examen: dos 10, en Lengua y Latín, y dos 9,75, en Inglés y en Historia de España.
Finalmente, la nota total sobre 14 la consiguió al obtener 3,95 puntos de los 4 posibles en la fase específica, contando en esta parte el 10 en Latín y el 9,75 en Historia del Arte y llegando a descartar su 9,5 en Griego, una calificación que pondría una sonrisa en la cara de cualquiera y que a ella no le sirvió por ser la más baja de todas.
Con estos resultados no queda más que felicitar a la joven y desearle que disfrute del verano, en el que espera poder hacer un viaje a la playa con sus amigas para desconectar. “Me quiero sacar el carnet y, aunque estos meses no lo vaya hacer, espero poder irme de monitora al extranjero en las vacaciones de primero de carrera, para seguir trabajando los idiomas”, anuncia la alumna brillante, con casi todo —siempre hay que dejar un hueco a la improvisación— ya pensado.
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