
La muestra se compone de unas 30 piezas, entre las que se encuentran el plató de ‘Las chicas de oro’ o la emblemática cafetería de ‘Twin Peaks’. Se puede visitar gratis hasta el 21 de junio.
La Biblioteca Almudena Grandes de Ciempozuelos alberga en su interior, desde hace unos días, todo un universo en miniatura formado por la treintena de maquetas de Cristina Martín (Carabanchel, 1976), una vecina del municipio que ha encontrado en esta afición la vía de escape perfecta para olvidarse momentáneamente de la enfermedad degenerativa que padece y que la obliga a pasar mucho tiempo descansando en casa.
La recreación de casas y rincones de películas como ‘Dirty Dancing’ o ‘Tienes un email’ se ha convertido para ella en la terapia perfecta para hacer frente a la esclerosis sistémica difusa (ESD), afección con la que convive desde que recibió el diagnóstico en 2013. “Mi hermano lleva toda la vida haciendo maquetas bélicas y me animó a que probase, porque siempre se me han dado bien las manualidades. Desde hace dos años, se han convertido en un hobby que consigue que mi cabeza esté ocupada maquinando todo el tiempo qué va a ser lo siguiente que construya y deje a un lado la enfermedad”, explica Cristina desde la exposición, donde recibe atentamente a los visitantes para dirigirles a través de las diferentes piezas y enseñarles detalles que no se aprecian a simple vista.
La muestra gratuita cuenta también con una recreación del plató de ‘Las chicas de oro’, de la emblemática cafetería de ‘Twin Peaks’, casas fabricadas para los Sylvanian Families, los muñecos de moda entre los jóvenes, bibliotecas y rincones domésticos hechos en farolillos y en latas y bricks de leche reutilizados y hasta una maqueta de cartulina del edificio de la historieta ‘13, rue Percebe’ de Francisco Ibáñez.
Todas las piezas están a la venta y se podrán admirar de cerca hasta el viernes 21 de junio, día en el que se dará por concluida la exposición al cerrar el centro bibliotecario los fines de semana. “Las tenía todas en mi casa en cajas herméticas para que no se llenaran de polvo. Tengo que empezar a venderlas para hacer sitio”, explica la ciempozueleña que, hace un mes, al darse cuenta de la colección que había conformado, decidió ponerse en contacto con el Ayuntamiento para ver si podía exhibirlas en un espacio municipal. “Las compartía en redes sociales con la gente, pero no es lo mismo verlas por la pantalla que aquí en directo”.
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